A primera o segunda vista?

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Tomé tu mano y me ayudaste a levantarme, luego te dispusiste a recoger mis cosas que habían quedado dispersas, pero bastante cerca.  Mientras amablemente lo hacías, no pude dejar de mirarte. Eras un hombre muy apuesto, al menos lo eras para mí: alto, delgado y atlético, con profundos y hermosos ojos azules enmarcados por lentes claros, que te hacían ver tan sexy como intelectual y que me miraban por un instante al pasarme una libreta de apuntes o un marcador fluorescente, haciendo que mi alocado corazón acelerara todavía mas de lo que ya estaba por mi reciente carrera desde el estacionamiento hasta el segundo piso, me pasaste mi celular y tu cabello, trenzado y tan negro como la noche se asomó a través de tu hombro al inclinarte para darmelo.

-Bien eso es todo, supongo. Deberías tener más cuidado, una chica no debería ir corriendo por ahí como loca. - dijo Ranma en un tono de voz que Akane no supo distinguir si estaba molesto  o burlándose de ella.

-Lo...lo siento... - dijo apenada inicialmente - que dijiste? Como loca!? Ja! Sabes que, te agradezco tu amabilidad, no tenías que, - contesto con molestia - ahora si me disculpas tengo que irme o la profesora no me dejará entrar a clases. - finalizó Akane en tono diplomático.

Justo en ese momento cuando intentaba irse, Ranma sujetó su  brazo derecho, haciéndola girar para mirarle, Akane parecía lista para gritarle por tomarse tal confianza y entonces Ranma sonrió, haciendo sentir a Akane como si el tiempo se hubiese detenido.

- Oye, lo siento, pero sabes donde esta el salón de la profesora Inako?, - preguntó Ranma con inocencia, mientras Akane intentaba regular los latidos de su corazón que parecían haber enloquecido por el contacto de las manos de aquel joven desconocido y su inesperada cercanía a su rostro - verás el tipo al que le pregunté se fue mientras recogía tus cosas y no sé a donde se supone que debo ir. - continuó diciendo

- Yo... -dijo apenas Akane en un hilo de voz, casi inaudible por el ruido de la lluvia.

-Lo siento, sé que no debí llamarte loca, debes estar apurada, pero solo te pido un poco de ayuda. - y sonrió nuevamente.

-Yo...ah...tienes clases ahora con la profesora Inako? - alcanzó a contestar Akane con dificultad.

- Sí, bueno, al menos eso dice mi horario, mira - dijo el joven de ojos azules señalando en un papel timbrado con el logo de la universidad

- Vamos! - fue la respuesta de la chica de cabello corto y sin mas tomo la mano de Ranma echando a correr de inmediato

Casi sonrió, no podía creer que estaban en la misma clase.

Entraron apenas dos minutos antes de que la profesora Inako lo hiciera, y justo como se temía Akane, casi no quedaban sillas disponibles, soltaron sus manos tan pronto como entraron, avergonzados debido a todas las curiosas miradas que se hacían sentir incómodamente, a ninguno de los dos les habia gustado nunca llamar tanto la atención. Aunque para ser sinceros Akane hubiese querido prolongar ese contacto, al menos por un poco más de tiempo.

Esta ocupada?- preguntó Akane tímidamente a un chico de cabello rojo, corto y ojos cafés.

-eh??...ah, no, puedes sentarte -respondió el aludido torpemente

-Gracias- dijo Akane con una hermosa sonrisa en sus labios.
Se acercó a la silla vacía, puso sus cosas en ella, y arregló un poco su corto cabello negro. Justo llegaba la profesora y cerró la puerta tras de ella.

Hecho una mirada alrededor y pudo ver al joven de la trenza sentado un poco más atrás de ella.

-Diablos! No, debería haberme sentado junto a él!... Tonta Akane ni siquiera preguntaste su nombre! -pensaba mientras la profesora seguía presentándose y dictando sus normas para quienes no la conocían.

- Veo muchos rostros nuevos... Y otros no tan nuevos- resalto la profesora Inako mientras miraba fijamente a un chico de cabello rapado - no lo cree señor Yamato?

El aludido sonrió.

Ranma miró disimuladamente a la chica de cabello corto, y recordó el calor de su mano mientras corrían hasta el salón, se miró la mano izquierda y alzo la vista nuevamente hacia aquella joven, que seguía aparentemente ajena a él. Desvío su vista hacia la ventana, recordando aquel calor en su mano y el vacío que sintió cuando se separaron, cerró los ojos he intento no pensar.


Ranma y Akane: AntologíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora