Por amor

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-Olvidalo, no puedes quedarte y punto. Toma tu maleta y vete

-Pero tu padre dijo que podía quedarme. Incluso tomó mi dinero!

-Es es tu problema, no el mío. No hemos hecho nada como para que esperes que te ayude a resolver semejante lío. Vete, vete

-Y mi dinero! No tengo a donde ir, tienes que ayudarme.

-Yo no tengo que hacer nada más que sacarte de aquí. Anda, termina ya de salir.

-No me iré. Es tu culpa que mi esposo me echara de casa y también Papá, así que no me iré hasta que me ayudes.

-Pero de que estas hablando!, bien sabes que solo te ayude y me fui.

-Exacto entonces para que me ayudaste? No te pedí ayuda y además eso solo termino fastidiandome. Ahora te estoy pidiendo que me ayudes y también tú me das la espalda-chilló la mujer de pie en el umbral de la casa Tendo, obstinada en no marcharse y con los ojos inundados en llanto.

-Pero como esperas que te ayude?! Ya te lo dije un millón de veces, esta no es mi casa, es la casa de mi suegro. Además, lejos de estoy de ayudarte si te quedas aquí... Lo único que puedo hacer es intentar recuperar tu dinero y nada más.

-Pero no tengo a donde más ir! Entiéndelo, Papá me echo, mi esposo...no quiere creer que el bebe es suyo, tal vez, si tu y tu prometida, no sé ustedes pueden ayudarme, por favor.

Ranma empezó a dudar. Era su culpa? Ni de broma, él solo actuó de buena fe, pero innegablemente su pequeña caridad causo un problema a gran escala para ambos. Pero de nuevo, que podía él hacer? A duras penas pudo convencer al señor Tendo que no era él en ese video. Tuvo que soportar la distancia de Akane, las criticas y burlas de sus compañeros y cuando todo se había por fin calmado aparecía esta chica y embarazada. Suspiró, donde rayos estaba su padre de todos modos?

-Escucha, quedate aquí, justo donde estas parada, ni se te ocurra entrar, entiendes. Iré a buscar a mi padre, te devolverse tu dinero y te irás.

-Pero...

-sin peros, como mucho puedo intentar convencer a tu esposo pero eso es todo.

Ranma brincó de un tejado a otro y en segundos había ya desaparecido en el horizonte, la mujer aún de pie en el umbral esbozó una sonrisa y limpió con su antebrazo las lágrimas de su rostro. Tomó su celular y marcó al último número al que había llamado.

-Akina, mi amor!, Ya está todo arreglado, te enviaré la dirección para que vengas. Me muero de ganas por verte!.

-Te dejó quedarte? Vaya pensé que sería más difícil. Me siento un poco mal por él.

-Pero lo hacemos por nosotras, Akina, sino lo hago ahora tendré que vivir casada con ese estúpido. No, no lo soporto. Afortunadamente estaba tan borracho esa vez que realmente creyó que habíamos estado juntos. Ni hablar, me da asco solo pensarlo.

-Si tu padre se entera de que les mentiste...

-Tranquila, hicimos todo tan bien que pronto podremos estar juntas. Sin padres, ni esposos de por medio.

-Bien, trata de no causar molestias hasta que pueda alcanzarte.

-Nunca, por qué lo haría?

-Pues, te hablo al rato. Hiro acaba de llegar. «Con quién hablas, estúpida?»

La voz de Hiro, el violento esposo de Akina, su novia, fue el último sonido que se escuchó a través del celular. Saori se mordió los labios ante la impotencia de saber lo que vendría después. La golpearía, era seguro y abusaria de ella otra vez. Maldito, mil veces maldito hombre. Ella no tenía la fuerza para detenerlo.

Ranma y Akane: AntologíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora