Capítulo Veintitrés

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Era otro día en Blue Récords para Owen y el resto trabajando exhaustivamente en la nueva canción que tenían que entregar en unas horas. No faltaba describir lo terrible que estaba saliendo su tema Storm, como estaba destinada a llamarse; la hoja seguía vacía al igual que días atrás, y el lápiz no se había movido del lugar en donde estaba.

—Me rindo —proclamó Gretchel levantándose de su asiento al mismo tiempo—. Voy a buscar café, ¿quieren?

Owen asintió distraído en la hoja de papel frente a él; Theo musitó un débil no y se limitó a cruzar sus brazos por sobre su pecho. Los intensos ojos verdosos de la chica cayeron sobre Owen como si fueran dos yunques sobre sus hombros. Las cosas no habían vuelto a la normalidad entre ellos, incluso después de que el baterísta se hubiese abierto casi por completo a ella; había cierta distancia entre ellos, y Gretchel se notaba sentida por ello.

Con la ida de Gretchel, la tranquilidad y calma se esfumaron en instantes. Un vasto y tenso silencio envolvió a ambos, a Owen y Theo. Parecía que hubiesen pasado años desde que ambos habían compartido la misma habitación. Al subir la mirada, se sorprendió de encontrarse la mirada azuleja de Theo posada en él.

—¿Qué sucede?—Su voz salió ruda y contundente, sin ningún rastro de culpabilidad en él.

Owen sostuvo su incandescente mirada, y su rostro se baño de completa confusión.

—Debería ser yo quien te haga esa pregunta —replicó del mismo modo.

—Pensé que Marvin te había prohibido hablar conmigo; ya sabes, como en su oficina hace unos días.

Las irises grisáceas de Owen danzaron por todo el estudio con tal y evitar a Theo. Su boca se tornó seca y áspera, y sus palpitaciones se aceleraron con el correr de los segundos. A pesar de no saber con exactitud a lo que Theo se refería, a Owen le vino a la mente el momento mencionado.

—Eso es ridículo, Theo —Logró sacar de sus labios—. ¿De qué hablas?

Incluso con su mirada vagando por las cuatros paredes, el baterísta podía sentir las irises azulejas del castaño quemando con el mero tacto sobre él. El silencio era suficientemente fino como para escuchar el palpitar de su cuello y sus respiraciones pesadas. Owen no paraba de preguntarse si Theo había escuchado su conversación con Marvin, y si era eso lo que iba a reclamarle.

—Pensé que nos cubríamos la espalda del otro cuando era necesario, y batallábamos juntos en contra de las estúpidas políticas de Marvin. Ahora veo que no es así.

La misma tensión que cargaba Theo ese día era reflejada en su rostro al encararlo; sus ojos flameantes, mandíbula apretada y pómulos de un leve carmesí. Con tan sólo verlo podía escuchar la palabra traición siendo susurrada en su oído, una y otra vez.

—Theo, no es...

—Espero y no seas así con Gretchel; de lo contrario, te las verás conmigo.

Y sin más, Theo salió de la habitación. No tardó mucho en que Gretchel y Marvin entraran. Gretchel le entregó su café y le esbozó una dulce sonrisa que hizo el interior de Owen flaquear hasta los cimientos. Trató de devolvérsela, pero lo más semejante que salió fue una mueca.

—No me voy a molestar en preguntar donde está Theo —espetó su representante, y posó su mirada en la hoja titulada Storm—. ¿Es esa la canción?

Antes de que siquiera pudieran replicar, Marvin tenía en sus manos la hoja, y paseaba sus ojos una y otra vez por ella; como si en algún parpadeo iban a aparecer palabras escritas. Su agarre comenzó a tensarse más, arrugando de a poco la hoja hasta compactarla en una bola y tirarla a la basura. Los labios de Gretchel colgaron en el aire, y el rostro de Owen palideció en cuestión de segundos.

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