Capítulo Cinco

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Owen se encontraba, otro día más, en "El Expresso". Luego de tantos días trabajando en el estudio con Theo, Zhu y Gretchel, por fin había conseguido tiempo para su turno; por tanto, había acordado con Marlene que iba a cerrar esa noche.

Owen esperó todo tipo de murmullos y susurros acerca de su nueva aparición estelar en el Sentinel apenas puso un pie en el recinto; no obstante, no hubo nada más que las miradas implícitas por parte de los últimos trabajadores en su turno. Desde el drama con Jade y la ráfaga de rumores al respecto, todo aquel que conocía a Owen lo señalaba como el responsable, al igual que a Theo. A pesar de haber transcurrido casi seis meses desde su ida, la palabra culpable permanecía escrita en su frente, a la vista de todo el mundo.

Para su suerte, Roy aún se mantenía a su lado sin cuestionar ni dudar de su credibilidad de los hechos. Cuando el tema de Jade se hizo viral, y el nombre de Cloud Nine creció a base de rumores, Roy no dudó ni un instante en votar a favor de él y la banda, aún cuando no estaba al tanto del verdadero dilema; después de todo, era, y siempre iba a ser, su mejor amigo.

Fue entonces que recordó el rostro de Gretchel bañado en total confusión al preguntar por Jade. Desde el día en que todo el desastre se comenzó a desbordar fuera de sus manos, Theo y Owen habían pactado no volver hablar sobre ello bajo ninguna circunstancia; y, basado en lo que pasó ayer por la noche, la promesa parecía permanecer en pie por mucho más tiempo.

Owen limpiaba los últimos pares de mesas entre las idas y venidas de su mente, y sus incontables pensamientos. Fue en ese preciso momento, cuando los últimos rayos de luz daban paso a la densa noche, que la puerta principal se abrió, y el tintineo de la pequeña campana hizo eco en todo el lugar.

—Estamos cerrados...

—¿Owen?

Sus ojos se abrieron de forma atónita, siendo dos pequeñas motas grisáceas entre toda la oscuridad. Debido a que no encaraba el frente del local, no tenía visión alguna de la persona. Sin embargo, esa voz la había escuchado la mayor parte de su vida, grabándose así de forma permanente en sus más profundas memorias; se trataba de Kate, su hermanastra menor.

》No pensé que trabajaras aquí —musitó, casi inaudible—. Después de todos estos años...

—¿Qué haces aquí?

Kate dio un gran respingo al Owen encararla. Tomó un gran respiro y avanzó hacía él; Owen no se inmutó en moverse, mas frunció el ceño.

—Te vi en la revista Sentinel hace unos días. Sólo quería...

—¿Qué? ¿Una exclusiva para tu segmento en las noticias?

—¡No! —ahogó un grito. Carraspeó y posó sus castaños ojos sobre él—Quería ver como estabas, después de todos estos años.

—¿Y tomar el té y cotillear toda la tarde? —espetó, sin arrepentirse en ningún momento de lo ruda que salió su voz—; ¿Cómo si nada hubiese pasado?

Owen había dejado el trapo sucio en lo profundo de su bolsillo, y se había acercado a Kate. A pesar de la lúgubre iluminación a esa hora, Owen podía distinguir las facciones de su hermanastra, ahora más maduras y definidas que hace tres años atrás.

—Sea lo que busques, no lo vas a encontrar. Puedes ir a revolcarte en la fortuna de mi padre con Helen y Meredith.

El rostro de Kate se tornó rojizo y se contrajo en una mueca de dolor. Owen hubiese comprado esa expresión años atrás, cuando aún era tan ingenuo como su propio padre; en cambio, lo que le provocaba era más frustración e ira en contra de ella y su familia.

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