Capítulo Siete

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Gretchel corría de forma vergonzosa con sus altos zapatos, temerosa de que sus pies fueran a fallarle en cualquier momento. Delante de ella estaban sus dos maquilladoras abriéndose paso por entre la gente hacia el set instalado. El gran camerino del estudio estaba repleto de técnicos y personal encargándose de los últimos detalles antes de empezar la grabación.

—¡Dos minutos! —Se escuchó la voz de un técnico.

Su corazón palpitaba a gran velocidad, y su respiración se estaba tornando irregular. Pequeños rizos que enmarcaban su rostro comenzaban a adherirse a su piel. Sólo esperaba que para cuando llegara al set, su maquillaje no se hubiese tornado en una mezcla de aceite y sudor.

—Por aquí.

Una de las maquilladores viró a la derecha para cortar camino hacia el set. Si Gretchel no llegaba antes de que los dos minutos se cumplieran, Joe Flannigan estaría entrevistando solo dos integrantes de Cloud Nine.

Gretchel hubiese estado a tiempo si no fuese por el extravagante maquillaje y conjunto que vestía. Al mirarse en el espejo, no podía reconocer por completo a la Gretchel reflejada; con sus cortos mechones rojizos y labios cereza. Theo tenía toda la razón; una vez que estás adentro de la industria, dejas de ser ordinario para convertirte en extraordinario.

—¡Gretchel! —llamó Bob a metros de ella.

Su cabeza, sin rastro alguno de cabello, era lo único que podía ver. A su lado, Marvin volteó y posó sus ojos en ella, irritación danzando en ellos. Owen y Theo también repararon en Gretchel, aunque de manera más directa y profunda, casi como un alivio.

Al llegar junto con ellos, las maquilladoras se hicieron a un lado y corrieron a un lado del set, donde Camille, su jefa, las esperaba. El resto de sus compañeras estaban desplegadas por el lugar, ayudando en lo que podían para tener todo a la perfección. Gretchel fue la única en notar como Theo fulminaba a una peliazul asistiendo a Joe.

—Te ves... bien.

Gretchel giró hacia Owen y le sonrió dulcemente. Owen tampoco estaba mal; con su citadino estilo en ropas de marca, tenía más pinta de ser un modelo internacional que un baterísta.

—El maquillaje es mágico —se burló Theo.

—Tú tambien te ves bien, Theo.

Rodó los ojos y cruzó los brazos por sobre su pecho. Desde que había puesto un pie en el estudio había actuado irascible e irritable todo el tiempo, contagiándo a más de uno con sus malas vibras. Sin duda, algo lo había perturbado y sacado de sus casillas para que estuviera de tal manera; y por más que Gretchel quería preguntar, sabía de sobra que no iba a obtener una respuesta concreta.

—¡Un minuto!

Un técnico se acercó a Gretchel y acomodó el aparataje correspondiente, tal como Owen y Theo ya tenían. Fue justo el momento en el que iba a adentrarse en el set que su representante cogió su muñeca posesivamente.

—¿Dónde estabas? —siseó Marvin de manera tal que sólo ellos pudieran escuchar.

Líneas de expresión se profundizaron en su frente y nariz. Su rostro era todo un poema de tensión y frustración, algo no muy nuevo en él. No cabía duda de lo iracundo que se encontraba pese a su demora, y aunque Gretchel consideró excusarse, lo consiguió inútil; gente como Marvin nunca aceptarían escuchar más allá de lo que ellos querían.

En vez de caer en un recuento de toda su travesía por maquillaje y atuendo, resumió la historia en un mensaje claro y directo:

—Ser mujer no es fácil —Y sin más, se soltó de su agarre.

AnheloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora