Capítulo Veintisiete

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No puedo seguir con esta farsa, Marvin; pretendiendo salir con Gretchel. Ella... no lo merece. No es lo correcto.

Fue lo que había dicho Owen al teléfono, y lo que Theo había escuchado desde el baño.

Sus nudillos se tornaron blancos alrededor del lavabo. No hacía falta que reparara en su reflejo; ya sabía que su rostro debía de estar tan rojo como el cabello de Grace. Hubo un largo silencio dentro y fuera del baño, donde sólo la respiración pesada e irregular de Theo resonaba.

No ahora, no con todo lo que está pasando con su hermana. Dame algo de tiempo.

Theo subió su mirada violentamente, encontrándose con Theo McCarther de secundaria; el chico malo que pasaba las veinticuatro horas de su día en peleas; por quién su madre había discriminado y reprendido por ser diferente a su hermano.

Pensó que el correr de los años lo había cambiado por completo, y por tanto, había dejado esa fachada detrás para convertirse en el actual miserable Theo. Por tanto tiempo se había estado engañando a sí mismo, creyendo haber cambiado su mal temperamento, pero se rehusaba a creerlo. A creer que toda su miseria era en vano. No obstante, no podía ignorar lo que siempre su padre solía decir cuando aún estaba vivo: No se puede cambiar lo que hay en el interior, por más podrido y en mal estado que se encuentre. Sólo nos queda aprender a vivir con ello.

Cuando no escuchó palabra alguna provenir de Owen, supo que era el momento de salir y enfrentarlo.

Afuera, el olor a esterilizado y detergente barato dominaba cada rincón del piso. Por entre las sombras de la noche, el castaño pudo ver al baterísta con indicios de caminar de vuelta a donde el resto se encontraba.

Theo no pensó mucho lo siguiente; en un par de pasos había llegado hasta él y lo había cogido del codo, haciéndolo girar sobre sus talones hasta quedar ambos rostros a centímetros de distancia. Vacío e indiferencia danzaba en sus irises casi negras por la oscuridad. Los dientes del guitarrista rechinaron, unos contra otros, al lanzar el primer puñetazo a la altura de su barbilla.

El tiempo se había relentizado para ambos; Owen consumido en un absoluto mareo casi surreal, y Theo ardiente en adrenalina y vigor. El impacto de sus nudillos contra la fuerte y tensa mandíbula no se había sentido tan bien hasta ese momento. El baterísta logró zafarse de su agarre y caminar torpemente unos pasos hacia atrás.

—Maldito desgraciado —siseó bajo su aliento, dispuesto a acercarse a por la segunda ronda.

Owen logró contener a Theo, usando todas sus fuerzas para mantenerlo lejos de su rostro. En cuánto tuvo la oportunidad, lanzó un derechazo cerca del pómulo contrario del otro; el anillo en su dedo se enterró en su tez y desgarró parte de ésta, dejando un fresca y vívida cortada. Una sonrisa se extendió en el rostro del castaño, y por su mejilla resbalaba sangre llena de sudor y suciedad. Sus irises azulejas se oscurecieron hasta casi mezclarse con las sombras de la noche, y se abalanzó contra Owen hasta ambos terminar tirados en el piso.

》¿Creíste que nadie se iba a enterar? —Sus manos subieron hasta la garganta del chico y la envolvieron con fuerza—. ¿Pensabas seguir con este teatro?

La grisácea mirada de Owen comenzaba a oscurescerse y dilatarse más de lo normal. Ahogaba gritos tan dolorosos como la presión que Theo ejercía sobre él. Sus largos dedos rasgaban cada milímetro de piel, pero los hilos de sangre que corrían de ellos no detenían a Theo y su gran sonrisa. Era casi una pelea injusta; Owen era más fornido, pero Theo tenía ventaja por su altura.

—L-lo...

Motas rojas se proyectaban frente a Theo, haciéndolo desear más de la adrenalina que corría por sus venas y controlaba su sobrenatural fuerza. El rostro de Owen había palidecido tanto como las baldosas del piso, y batallaba con siquiera pronunciar alguna palabra. Sus párpados fueron cayeron y cediendo a medida de que el paso del aire escaseaba. El guitarrista, aún sobre él, se sentía poderoso y ansioso por acabar con el miserable chico.

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