Novela Bl Estrella Roja Vol.2 Cap 6

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Capítulo 6


Sin lágrimas. Hasta que la sangre sustituyera las lágrimas


Yo sinceramente no sé qué le pasa a ese chico. No me dice ni una sola palabra y después de casi matarme al ahórcame se puso a llorar sobre mí y me trata como algo preciado para él. No sé qué le pasa pero me asusta; prefiero que me mire como la primera vez... con recelo, repulsión y hasta asco pero ahora me abrasa y llora como un niño asustado y lo que más me asusta es que yo mismo me desconozco.


Cada vez que me abrasa siento como si mi corazón se desgarrará, mi cuerpo no puede dejar de temblar y odio eso. Lo odio, lo odio, lo odio tanto como me odio a mí mismo, lo odio tanto que no puedo respirar, lo odio tanto que mis lágrimas no dejan de fluir, lo odio tanto que tengo ganas de cortarme o tirarme por la ventana de mi cuarto pero no puedo cortarme, si lo hago mi padre volverá a golpearme hasta que me desmaye, aunque a veces creo que ser golpeado hasta la inconciencia es mejor que ser violado por él una y mil veces y ser consciente de ello.Realmente no es mi culpa, aunque él me lo repita lo contrario una y otra vez. No fue mi culpa que mi mamá se suicidara cuando descubrió a mi padre violándome como un animal salvaje, como un demonio y yo me quedara inmóvil... Fue hace mucho que las lágrimas dejaron de ser por mis ojos y pensé que simplemente me había secado, que tal vez eso tuviera un límite, esa era mi esperanza... de que el dolor y que me importara tuviera un límite pero no era cierto, nuevamente he llorado después de muchos años, aunque ahora, yo mismo quiero saltar por mi ventana, tal como lo hizo mi madre mirándome con desolación, agonía y desprecio. Sus ojos se clavaron en mí, mientras mi padre seguía como poseído embistiéndome una y otra vez con fuerza, incluso siguió cuando ella saltó y su llanto se ahogó cuando chocó contra el suelo.Después de mucho me dejó, cuando mi respiración se agitó y en ese momento se me era imposible respirar y mis manos estaban como muertas... como sabía, que estaba mi madre y empezaron a hacer algo automáticamente... empecé a arañarme el pecho una y otra vez, hasta que sangrará, hasta que doliera más de lo que me dolía el lugar donde mi padre y yo seguíamos unidos, hasta que doliera más que mi incapacidad de respirar, hasta que doliera más que mi corazón, hasta que doliera más que mi cabeza, hasta que la sangre sustituyera las lágrimas.


Se separó de mi cuando estuvo cubierto de mi sangre y fue doloroso, sé que también estaba sangrando por detrás porque el dolor que me produjo fue más intenso que mi propia mutilación y cuando sus fluidos mezclados con mi sangre salieron de mi agujero y volví a mi frenético estado de auto arañarme... esta vez los brazos, sé que mi mirada estaba como ausente y una vez más no podía respirar. Mi padre caminó hasta mi ventaba completamente desnudo, completamente impasivo y con la mirada fría solo hizo un pequeña mueca cuando miró hacía el suelo. Estábamos en un cuarto piso, en el ático que habían remodelado para que sea mi habitación, un lugar conveniente para que mi madre no escuchara mis gritos ahogados por las grandes manos de mi padre desde que era pequeño.


Aun hoy no tengo idea de cuantos años he vivido este infierno, solo sé que siempre fue así y que nunca me gustó. Odio a la gente, odio que me miren, que me toquen, que me hablen, que me laman, que me posean pero últimamente he descubierto que mi padre no se me acerca cuando me ve marcado por otros tipos, solo me golpea y me grita puta o que soy una perra en celo que follan en grupo pero sinceramente prefiero los golpes. Los golpes son tan convenientes porque luego de dejarme casi muerto no se me acerca por un muy buen tiempo pero es contradictorio porque si no me posee en un largo tiempo, cuando lo hace, lo hace por muchos días y muy brutalmente y termino incluso más lastimado que cuando me golpea.


Recuerdo que luego de que mi madre saltara por la ventana yo me arrastré hasta la ventana porque se me hacía imposible ponerme en pie, dejando un rastro de sangre en el suelo que raspaba más mis heridas pero aquel dolor era bueno, permitía que no me desmayara y cayera inconsciente en el suelo como casi siempre pasaba y cuando me aferré al marco de la ventana y logré ponerme en pie la vi, su cuerpo estaba tendido en el suelo contrastando con la hermosa y milagrosa nieve blanca y ahora mortal y el color rojo brillante y carmesí que emanaba de su cuerpo y por un momento fue hermoso, vi mis manos y tenían el mismo color rojo y era tan atrayente que yo mismo quería estar así, cubierto de ese rojo y no moverme más, no abrir los ojos y no sentir más y si fuera rodeado de blanca nieve de la muerte sería mucho mejor.


Yo quería morir un día de blanca nieve, como mis abuelos, como mi perro, como mi madre pero no me dejaron, cuando me balanceé extendiendo mi mano para seguir a mi madre, mi padre me abrasó por la espalda y me regresó dentro de aquella ventana oscura, era como si me regresaran a la oscuridad, al infierno, a miles de manos oscuras y sin forma que me perseguían y me atraían hasta esa oscuridad, robándome la luz, la esperanza, robándome hasta el último instinto de supervivencia, de las ganas de vivir y sabía que todo era inútil, nunca podré volar como mi madre a la hermosa blanca nieve de la muerte y no podré extender mis alas rojas de sangre y eso era triste y lamentable, era tan desolador que me quedé inmóvil por meses, sin esperanzas de morir.


Vivir no tenía sentido, así que no comía, no me movía, no hablaba, no era capaz de que mi mirada tuviera signos de vida. Lo malo de mi auto impuesta abstracción fue que mi padre venía a mi cama todas las noches, me poseía durante interminables horas pero para variar yo nunca me corrí, ni una sola vez, ni cuando era niño, nunca, jamás, lo único que sentía era asco, náuseas y repulsión y como cada vez, abismos más profundos se abrían a mis pies, como en los infiernos de Dante Alighieri en su descripción del infierno.

Estrella Roja Vol 2Where stories live. Discover now