Capítulo 18
Destinado a morir parte 1
Oscuridad. Oh mi amada oscuridad. ¿Cuánto tiempo esperaré por tu ausencia absoluta?.El café con vodka, los cuchillos siendo afilados y una canción hablando sobre el alma que nunca podré obtener.
Yo me perdí hace mucho tiempo. Sin tiempo, sin nombre, sin razones, sin placeres, amor o venganza.
El último de los cuchillos será pacientemente afilado, el último de los cuchillos... mi favorito, rasgara la garganta de alguien y de él fluirá un ácido y dulce olor, una sustancia tibia y roja que recorrerá mis dedos.
No puedo esperar. El amor que no pude tener corre por mi garganta como el veneno más embriagante pero esta vez no es un trabajo, esta vez va a ser un placer personal. Voy a cobrar su vida con sus propias vidas, con su caos, con lágrimas de sangre mientras se arrodillan pidiendo clemencia, perdón... Como si eso fuera suficiente para calmar la ira que siento y me recorre el cuerpo como la sangre sin color, sin calor, helando todo hasta mis pensamientos.
- Diosa de la muerte, envuelve mis pasos y llévame junto a ti si de esa forma puedo cumplir mi objetivo- dio un beso a la imagen de Wicca que colgaba de su cuello.
Sergei amarró su cabello y guardó el último de los cuchillos en su lugar favorito... escondido en la suela de sus botas modificadas. Se reservaría ese cuchillo para el bastardo que dejó morir a Kenji.
La noticia de su muerte había explotado como pólvora en la prensa local, sin que su padre fuera capaz de evitarlo. Kenji era conocido en el submundo nocturno de la gran ciudad, sus bondades en el arte de amar y su entrega absoluta era algo que era imposible de cuestionar y olvidar.
Las labores de búsqueda habían sido intensas pero aún no encontraban su cuerpo en el tercer día consecutivo de buscarlo y que fuera invierno tampoco ayudaba de mucho y aquella mañana, el día era inquietantemente oscuro. Todo lo cubría un manto blanco de niebla que congelaba hasta los huesos. El sol se resistía a salir, se resistía a ser testigo de lo que estaba por suceder...
Sergei tomó la chaqueta de cuero negro que estaba sobre la mesa del comedor, su mirada era fría y solo dio un pequeño cruce de miradas con su padre, quien se mantuvo en silencio mientras sostenía su periódico de todas las mañanas con manos temblorosas. Sergei dio un paso, un suspiro y salió de la casa con su casco puesto saltando sobre su moto que estaba estacionada al frente de la casa.
Se internó en la neblina mientras sonreía al observar a los tipos que lo seguían en tres camionetas con lunas polarizadas desde la mañana que fue a dejar a Kenji al trabajo. Aquella maldita mañana que si hubiera seguido a su instinto no lo hubiera dejado partir... un retorcijón en sus intestinos le provocó nauseas. Kenji... ese nombre resobaba en su cabeza y se marcaba en su pecho provocándole un desangramiento... Kenji... era como un fantasma, una tortura, una maldición.
Aprovechó que la neblina cubría todo a su alrededor, agradeció al sol guiar su venganza y a Wicca por aguardar su demencia.
- Madre... Kenji... Hoy nos encontraremos en el infierno- susurró antes de tirarse de la moto en una curva a alta velocidad.
La moto chocó contra una de las camionetas e hizo que chocara contra la otra, la tercera no lo encontró, simplemente había desaparecido en la espesa niebla. Sergei tenía la misma presencia de su madre, era como un demonio inquietantemente hermoso sediento de sangre y magia oscura.
Sergei caminó hasta un estacionamiento cercano y robó un auto jeep tan rápido como dar tres respiraciones. No estaba satisfecho con su maniobra pero ya estaba hecha... cuando se vió lejos del estacionamiento se quitó el casco y se puso un gorro surfer negro escondiendo su larga y casi blanca cabellera. Condujo hasta el otro lado de la ciudad he incendio el auto. Lo mejor era no tener pruebas y distraer a la policía y oportuna y calculadamente a unos cuantos metros de aquel lugar, se encontraba su objetivo: El padre de Kenji.
Por más que la casa estaba completamente cubierta por miembros de seguridad y periodistas, se metió a la casa fácilmente por la entrada secreta que Kenji le había contado mientras retozaba exhausto en su pecho, cuando el cansancio ahuyentaba todos sus complejos y era solamente él, libre y espontaneo.
Solo por la descripción de Kenji conocía la casa de memoria. Sabía que su padre estaría en su despacho contemplando los arboles de cerezo aun sin flores... trepó por esos mismos arboles hasta la ventana de Kenji que quedaba en el segundo piso y al estar dentro y sentir su aroma impregnado en el aire, nuevamente las náuseas volvieron a él. Miró rápidamente alrededor: cama, librero, escritorio, repisa, ropero... caminó hasta la repisa y tomo un pañuelo de seda azul que se amarraba en el cuello, lo olió y casi cayendo de rodillas como las lágrimas en sus ojos lo guardó en el bolsillo secreto de su chaqueta al lado de su corazón.
Cuando volvió en sí pocos segundos después, escuchó tras la puerta y se cercioró de que no hubiera nadie... la puerta al final del pasillo sería su objetivo pero de pronto, escuchó una discusión y algo cayendo al suelo... se escondió tras la primera puerta que encontró pero la mantuvo semi abierta para poder ver lo que estaba ocurriendo, del despacho del padre de Kenji salía un hombre con una media sonrisa caminando tranquilamente, pretenciosamente, arrogantemente y silbando una canción que él no conocía. Para cuando terminó de cruzar el pasillo Sergei corrió al despacho y lo que encontró superaría completamente todas sus expectativas. El padre de Kenji colgaba del techo ahorcándose con una cuerda retorciéndose, con la cara morada y la lengua colgando a un lado.
Sergei corrió a sostener sus pies y sin soltarlo subió al escritorio y cortó la cuerda con el primer cuchillo escondido en su chaqueta de cuero. Ambos cayeron al suelo pero Sergei sostuvo al padre de Kenji y corrió a cerrar la puerta.
- Sálvalo... Echevarría... tiene... Kenji... Corre...- dijo sacándose la soga del cuello y arrastrándose hasta la pared para sostenerse en sus pies lo mejor que podía, abrió una caja fuerte de la cual sacó un bolso y se lo entregó a Sergei...
El hombre viejo evidentemente no podía hablar, se arrastró hasta una esquina ante los ojos atónitos de Sergei, apretó un botón y se abrió una puerta que se cerró apenas él entró y una alarma empezó a sonar frenéticamente.
Sergei se quedó en shock mientras se tiraba por la ventana con toda la bolsa y su contenido desconocido, estaba lejos de la entrada secreta y con una pie doblado por la caída pero en medio de la confusión se envolvió en la oscuridad de aquel día y caminó hasta el garaje, subió a la parte trasera de un auto que despachaba el servicio de lavandería y salió de aquel lugar aún sin saber que carajos había pasado.
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Estrella Roja Vol 2
De TodoContinuación de Estrella Roja... En este vol se incorporan nuevos personajes y se van desenmarañando la vida de nuestros queridos personajes... Novela BL algo hard, algo cruda, algo desequilibrante.