Capítulo 7

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"A la risa dije: Enloqueces; y al placer: ¿De qué sirve esto?"

Eclesiastés2:2 RVR 1960.

Ese mismo domingo en la noche estaba realizando la tarea mandada por el profesor Jaime, un informe que hable sobre algo fuerte que haya vivido. Estaba sentada en el escritorio de mi habitación cuando de pronto comenzó a sonar mi teléfono. Inmediatamente lo atendí, era una videollamada de Perla.

– ¡HOLA! – Dijo Perla desde el otro lado de la pantalla.

– ¿Cómo estás chica guapa? – Le guiñé el ojo.

– Uf... un poco cansada. Muchos deberes en la prepa.

– Entiendo, también he estado igual – Dije –. Es por eso que casi no te envío.

– No te preocupes. ¿Y qué me cuentas?

– Bueno, ahorita estoy haciendo un informe para mañana. En realidad estoy un poco bloqueada.

– ¿Informe de qué? – Preguntó.

– Mi profesor de orientación mandó a realizar un informe sobre algo vivido y que nos haya impactado – Le explicaba.

– ¿Y no sabes qué colocar?

– No – Confesé –. Sólo soy una chica de dieciséis años, he tenido momentos raros en mi vida, pero los considero a veces niñerías, y creo que al profesor Jaime no le interesa saber algo así.

– Mm... ¿y por qué no pones lo que te sucedió con Sofía? – Me sugirió.

– Eh... – Suspiré – eso estaba pensando, aunque hay dos cosas: La primera es que creo que esa no ha sido una experiencia tan impactante, y la segunda es que me daría pena que el profe leyera algo así.

– Güerita, si es un profesor de orientación supongo que sólo quiere evaluar tu forma de pensar; o... ¿acaso eso no hacen los psicólogos? No creo que haya nada extraño de qué avergonzarte, son cosas que pasan en la vida.

Quedé reflexionando por unos segundos.

– Tienes razón Perlita. Quizá el profe sólo quiere ayudarnos, es parte de su ética como profesor.

– Así – Aseguró con una sonrisa.

Le dije a Perla que me diera unos minutos. Finalicé la llamada y saqué mi laptop, la puse en el escritorio y me puse los audífonos. Luego la volví a llamar por Skype.

– Volví – Le dije. Le hablaba mientras escribía –. Oye, me quedé esperando lo de Javier.

– ¿Lo de Javier? – Comenzó a reírse como loca.

– ¿De qué te ríes? – No me dijo nada, sólo siguió riéndose – Perla... Perla... ¡PERLA! – Alcé un poco la voz. Ella paró de reír.

– Lo siento. Je, je... es que... Ja, ja, já... no sé cómo explicarlo, ja, ja, já... él, je, je, je, je...– Miré fijamente a la pantalla sin reírme, ella estaba roja. Ya la conocía, cuando Perla se reía mucho era porque estaba nerviosa – ¡Ja, ja, ja, ja, já!

– ¡PERLA DE LOS SANTOS! – Ella volvió a entrar en razón.

– Disculpa, es que estoy nerviosa – Confesó.

– Ya lo sé – Le contesté – ¿Ahora sí me dirás qué pasó con Javier?

– Está bien – Respiraba lentamente para calmar sus ganas de reír –. El viernes en la noche me invitó al cine.

El Dolor que me llevó a tu CaminoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora