"Peca el que menosprecia a su prójimo; Mas el que tiene misericordia de los pobres es bienaventurado"
Proverbios 14:21, RVR 1960.
Quedé impactada con la historia que me acaba de contar la señora Yesica. Realmente no era su tía, ni siquiera su pariente, simplemente lo trajo a la ciudad de Esmeralda como agradecimiento por haber cuidado al señor Octavio. Qué complicado, Joshua debía sentirse mal al saber que su verdadera familia lo despreció.
– La casa de papá no la vendimos – Me seguía contando la señora Yesica –. A Joshua le gusta ir cada verano para pasar tiempo a solas y contemplar el sonido de las olas.
Me tapé la cara con las manos. Luego volví a mirarla para preguntarle:
– ¿Y ahora dónde estará?
– Sabes lo mucho que le encanta estar solo – Contestó –. Quizá fue a un lugar a meditar.
– Bueno... – Me resigné – por favor señora Yesica, cuando regrese dígale que tengo que hablar con él.
– De acuerdo preciosa. Confiemos en Dios que todo salga bien.
Con mucha preocupación, y no muy convencida del paradero de Joshua, me retiré del apartamento de la señora Yesica junto a Eliezer. Bajamos hasta el aparcamiento y nos montamos en el auto.
– Tenemos que conseguirlo – Le comenté a Eliezer mientras me colocaba el cinturón de seguridad.
– Es un chico enigmático. No sabemos dónde está – Contestó él al encender el auto.
– ¡Hay que conseguirlo como sea! – Exclamé.
– Calma Liseth. A veces pienso que te gusta ese chico.
Choqué mi palma con mi rostro.
– Eliezer... ¿por qué eres tan ingenuo? – Dije – Claro que me gusta mucho, y no sólo eso, sino que también hay que ayudarle, porque su pasado fue un total tormento. Y justo cuando pensé que íbamos bien, tuvo que pasar esto.
Se quedó observándome, un poco avergonzado.
– Disculpa Liseth. Soy demasiado lógico, y no entiendo casi nada de estos temas.
Creo que fui algo dura.
– No, discúlpame tú a mí, Eli, no eres tan ñoño como a veces lo digo. Es que ahora estoy bajo presión y...
– Tranquila – Puso un dedo en mis labios, y sonrió gentilmente –. Te ayudaré a encontrarlo, lo prometo.
Guau. Primera vez que Eliezer toma una actitud que me transmita seguridad, como si se pusiera la capa de héroe y fuera mi apoyo en una situación como esta. Eso hacían los amigos, apoyarnos unos a los otros, sin importar un estatus social, ni una cara bonita, ni nada de esas cosas.
Arrancó el auto y me llevó hasta mi casa, donde aún no había llegado mi padre, y mamá estaba en el Café Camacaro; Jerry se encontraba en una guardería, mientras, yo me encerré en mi habitación preocupada.
Tanto estrés me agotó, y sin darme cuenta, me quedé dormida. Me despertó el chillido de mi puerta cuando mi padre entró, tomó un banco y se sentó junto a la cama.
– ¿Papá? – Dije, aún un poco cansada.
– Hola hija. Estuve casi todo el día en tu universidad. Gracias a Dios saliste ilesa. Y la exposición queda pospuesta para la otra semana – Me miró fijamente –. Liseth, ¿qué sucede?
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El Dolor que me llevó a tu Camino
Teen FictionAlegre, sabia y querida, esas eran tres palabras que definían a Liseth, una jovencita de dieciséis años con el sueño de convertirse en una gran Psicólogo para ayudar a muchas personas. Siendo hija de pastores, quería servirle a Dios y llenars...