Capítulo 22

49 11 0
                                    



"El corazón del hombre piensa su camino; Mas Jehová endereza sus pasos"

Proverbios 16:9, RVR 1960.


Llamé a la señora Yesica, y le pedí que me diera la dirección de la casa del señor Octavio. Traté de ser lo más cuidadosamente para que no sospechase que nos estábamos escapando a Bahía. A la final, terminó pasándome la dirección. Mientras me hablaba, coloqué el teléfono entre mi oreja y mi hombro y con un cuaderno que tenía entre mis manos, anotaba todo.

Por último, me volvió a preguntar el por qué le había pedido esa dirección. Yo callé y terminé la llamada. Luego me recosté en la cabecera del asiento e hice un gesto de frustración. Estábamos haciendo una locura.

Eli, mientras manejaba, tomó su teléfono.

– Lo pondré en modo avión – Dijo –. Sé que en cualquier momento Elizabeth, o mis padres me llamarán preocupados por desaparecer sin razón alguna.

Asentí.

– Sin mencionar que tus padres también deben estar preocupados, y cuando te encuentren, te mataran, ¡Oh sí! Y no sólo a ti, también a mí, por permitir que te escapases de la ciudad. Y luego de que me maten, mis padres me volverán a matar por escaparme sin permiso; y luego de estar dos veces muerto, mi hermana me recontra matará por llevarme su auto. Oh, pobre de mí, pobre de mí... por cierto Liseth, aún estamos a tiempo para regresar y pensar bien las cosas y así no meternos en tantos problemas.

– No, no tenemos nada de tiempo – Respondí –. Tenemos que ganarle la carrera a Joshua, y evitar que haga cualquier tontería.

– ¿Y qué tal si no está allá? ¿Y si se ha escapado a otro lado? Todo este viaje sería en vano, y la cantidad de problemas que tendremos podría arrastrarnos toda la vida.

– Eli... – Suspiré – ¿por qué eres tan pesimista?

– Sólo soy realista – Contestó.

– No, no es eso. A veces eres demasiado realista, y llevas esas suposiciones a una zona negativa, donde crees que todo te saldrá mal. Si quieres una novia tienes que cambiar un poco eso, porque a las chicas nos gustan los hombres optimista, que tengan la convicción de que puedan salir de cualquier circunstancia por muy negativa que sea. Y si quieres conquistar a Verónica Cidman, tendrás que ser más... atrevido.

– Qué bien, ahora nombras a Verónica como para motivarme a ir a Bahía como dos fugitivos escapando de nuestras autoridades. Estamos en una situación preocupante, y trato de mostrar la actitud de un adulto.

– Sé que hay que preocuparse – Dije –. Sí, sí, lo sé, nos mataran cuando regresemos a Esmeralda, pero es un sacrificio que estamos haciendo. Es por la vida de Joshua – Agaché la cabeza y dije con voz más suave –. Ya no quiero pensar sólo en mí, también quiero apoyar a mis seres queridos y no ser más esa chica egocéntrica.

Eliezer frunció el ceño y terminó asintiendo no muy convencido.

– Bueno, son doce horas de viaje, llevamos una. Apaga tu teléfono porque seguro tu padre llamará en cualquier momento.

Asentí. Tomé el teléfono y cuando estuvo a punto de darle la opción de apagado, una llamada entró; mi corazón dio un salto. Me fijé bien y era una videollamada de Perla.

Sentí un enorme alivio así que saqué rápido los audífonos de mi bolsillo y me los coloqué, luego contesté.

– ¡Hola! – Dijo Perla al contestar, con su habitual sonrisa tierna.

El Dolor que me llevó a tu CaminoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora