Capítulo 6

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"Mejor es un bocado seco, y en paz, que casa de contiendas llena de provisiones" Proverbios 17:1, RVR 1960.

Mi papá se desplazaba de un lado a otro arriba en el altar, con la biblia de en su mano. Yo me encontraba sentada en una de las filas al lado de Joshua escuchando el sermón. Así como escuchaba, miraba al lado de forma disimulada para saber que gestos colocaba mientras mi papá predicaba. Su expresión era la misma, escuchaba muy atento con su mirada extraña.

– ¿Cómo podemos medir el amor de Dios? – Predicaba mi papá en frente de toda la congregación – No, no podemos, pero si queremos tener una idea hay que ir en la palabra de Dios y buscar una de las citas más demostrativas de dicho amor. Así que busquemos en Juan 3:16.

Inmediatamente abrí mi biblia y comencé a buscar. Cuando hallé la cita, toqué a Joshua para que él la leyera conmigo.

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda más tenga vida eterna – Seguía hablando –. Iglesia, la humanidad estaba totalmente perdida, gracias a pecado lo único que merecía el hombre era la muerte eterna, y aun así, Dios en su inmensa misericordia envió a su hijo para salvar este mundo perdido. Y esto no fue tarea fácil, Jesucristo pasó por necesidades, por hambre, por dolor, y... ¿por qué el hijo de Dios decidió aguantar todo esto? Por obediencia al padre, por amor a su creación, por amor a nosotros. Fue doloroso los golpes y los azotes, la corona en su frente, los clavos atravesando sus manos y sus pies, pero para él también fue doloroso ver como el ser humano se perdía, y fue por eso que decidió aguantar tanto dolor, para que hoy, iglesia, podamos arrepentirnos y buscarle.

Volteé ligeramente para ver a Joshua. Él seguía muy atento a lo que hablaba mi papá.

– Jesús marcó un nuevo camino– Continuaba hablando papá –. Gracias a él podemos acercarnos al Padre que está en los cielos, y no sólo eso, también ha prometido estar con nosotros todos los días. Jesús pagó todo con dolor, es por eso que tenemos que entregar nuestros corazones a él y ser agradecidos, porque en él hay esperanza, él es la esperanza.

La congregación comenzó a aplaudir y mi papá les pedía que le dieran la gloria a Dios. Mi lindo padre, lo amaba, era un gran predicador, y era justo lo que necesitaba que Joshua escuchara.

El servicio había terminado hace media hora. Le pedí a Joshua que se quedara un rato más para presentárselo a mis padres. No estaba muy convencido, pero terminó asintiendo. Normalmente, al concluir un servicio, ambos se paraban en la puerta de la iglesia para saludar a todos los que salían y se dirigían ya a sus hogares. Al terminar me acerqué a ellos junto con Joshua.

– Hola papá, mira, te presento a mi amigo Joshua, estudia conmigo en la universidad.

– Mucho gusto pastor, me llamo Joshua Carvajal.

– El gusto es mío hijo, Dios te bendiga – Mi papá le estrechó la mano con una cálida sonrisa.

También lo saludó mi mamá. Mi estómago dio un pequeño rugido que sólo yo pude sentir. Ya eran más de la una de la tarde y tenía hambre. Papá acostumbraba a llevarnos a comer en algún restaurante especial luego de cada servicio dominical, y hoy no iba a ser la exención, así que iba a acompañar a Joshua hasta afuera para que él también se fuera a su casa a comer, aunque, papá hizo algo que debí suponer que haría.

– Es hora de irnos a comer – Dijo papá.

– ¿Qué hay del amigo de Liseth? – Le preguntó mamá.

El Dolor que me llevó a tu CaminoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora