Capítulo 3

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"El hombre que tiene amigosha de mostrarse amigo; Y amigo hay más unido que un hermano" Proverbios 18: 24,RVR 1960.    

Estupenda mi primera semana de clases. Se sentía bien poder ser universitaria. Poco a poco perdí esos nervios de los primeros días y pude encariñarme con mi universidad y algunos profesores, sobre todo mi lindo profesor Jaime.

El sábado me pude dar el gusto de levantarme un poco más tarde de lo común, porque todos estos días tuve que despertarme en las madrugadas para ir a clases. Si no me tardase tanto arreglándome, pues quizás ahorrara un poco más de tiempo, pero ese no era el caso.

La mañana estaba linda, alegre, con un ambiente agradable. Me di una de esas duchas matutinas para activar mi aun dormido cuerpo. Luego me arreglé y salí a la cocina. La casa estaba sola, no me extrañaba, sabía perfectamente donde estaba mi mamá.

Comí el desayuno que me dejó en el microondas, después tomé la laptop y salí de casa. A dos cuadras estaba el Café Camacaro; era la cafetería de mis padres. Además de ser pastores, también tenían su propio negocio, porque mientras mi papá salía de viaje a conferencias pastorales, mi mamá se quedaba atendiendo el café.

Entré e inmediatamente el olor a desayuno y a café se colóen mi nariz. Era muy agradable. También había unos plasmas colgados en las paredes y música cristiana de fondo que le daba un buen ambiente al lugar. Tenía la laptop en mis manos y fui caminando entre todas las mesas que llenaban el sitio hasta llegar a una pequeña barra con un mostrador donde se encontraban tortas, dulces y algunas golosinas. Alrededor estaban unos bancos de madera, así que tomé asiento en uno y puse la laptop sobre la barra. Atrás de la barra se encontraba mi mamá, un poco ocupada atendiendo a los clientes y preparando algunos batidos.

También trabajaba ahí Emanuel, el bajista de la banda Generación Extrema.

– Buenos días señorita Camacaro – Me saludó con una voz amigable, apoyando un codo en la barra.

– Hola Emanuel. ¿Qué tal el día? Veo que hoy hay mucho trabajo – Miré toda el Café y me sorprendió un poco la gran cantidad de gente que había.

– Sí. Bueno, normalmente los sábados en la mañana siempre está lleno, pero hoy rebasó un poco los límites.

– Lo he notado – Contesté –. También que este lugar crece más. En cualquier momento habrá que agrandarlo y remodelarlo.

– Se ha planteado – Afirmó.

– ¿Y cómo va la banda? – Pregunté mientras habría la Laptop y me conectaba al WiFi del Café.

– Bueno... Estamos ensayando porque los próximos meses tendremos muy llena la agenda, y creo que iremos con ustedes para San Lorenzo.

De pronto dejé de teclear en la laptop y quedé paralizada. Miré a Emanuel perplejamente por unos segundos.

– ¿Qué? ¿San Lorenzo? ¿De qué hablas? – Pregunté extrañada.

– ¿Christian no te dijo nada? – Preguntó él igual de extrañado que yo.

– Oye, si has visto el Chavo sabes que contestar con otra pregunta es de tonto – Le espeté –. Y pues, no, desde que Christian sale con Luisa ya casi no habla conmigo.

– Comprendo – Replicó –. Pues sí. Tu ministerio y nuestra banda viajaremos dentro de unos meses a San Lorenzo para el congreso juvenil de la iglesia La Roca Fuerte.

– Vaya... – Suspiré con paciencia – no puedo creer que sea yo la última que me entere de todo. En fin, luego hablaré con Cristal.

Nuestra iglesia, La Roca Fuerte tenía un ministerio llamado: Luz que brilla. La cual tenía tres ramas: Música, Teatro, y, Coreografía. Yo pertenecía a esta última, y mi líder era Cristal, una joven de veinticuatros añosque coordinaba los días y horas de ensayos, y también planificaba los eventos.

El Dolor que me llevó a tu CaminoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora