Prólogo

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- ¿Acaso te di a entender que eras especial para mi? Preguntó tan cruel que sentí sus palabras clavarse en mi pecho y desangrarlo, mi orgullo ya no existía, mi dignidad, oh Dios.. ya había perdido todo.
- No seas ingenua, dijo al fin.

Yo no contesté, nisiquiera levanté la vista, me sentía tan humillada, me quedé ahí parada con la tela de mi falda arrugada en mis puños cerrados con fuerza e impotencia.
- Vete de aquí, alcancé a decir en un intento fallido de parecer fuerte, hubo unos segundos de silencio antes de oír como se largaba sin decir nada.
Después de escuchar que la puerta del despacho se cerraba detrás de mi, levanté la vista, con los ojos llenos de lágrimas y una frustración terrible.

Miré a mi alrededor, observé el escritorio, las fotos en ella, las paredes, todo se volvió extraño, ajeno. Ese no era mi hogar.. nunca lo sería.

Nunca más. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora