Epílogo

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Jennifer Morgan

El viento comenzó a soplar con mayor intensidad, las aguas perdieron su paz, tal vez quebrantados por nuestra propia presencia, el frío inundó mis mejillas, pero mi interior ardía, ese contraste fue extraño al principio, no saber si sientes frío o en realidad te estas quemando.

Últimamente costaba más entenderme a mi misma, esa pequeña confusión con mis sentimientos lo desequilibraba todo.

Tenía la mirada fija en el mar pero toda mi atención estaba puesta en el desesperado hombre que se encontraba a lado mío.

Un pequeño escalofrío recorrió mi cuerpo, pero me mantuve quieta, tratando con todas mis fuerzas ordenar un poco mis ideas.

Haron Collins, él simplemente no debería estar aquí, cuando lo conocí supe desde el primer momento que éramos totalmente diferentes, como que él y yo juntos estuviese fuera de lugar, como dos piezas que simplemente no eran del mismo rompecabezas.

Lo que más me afectó de verlo con Anne fue justamente eso, lo perfectos que se veían, totalmente aceptables ante la mirada de todos.

Al llegar a su casa Anne seguiría siendo esa misma mujer que se muestra ante todos, ella no fingia y eso me hacía sentir aún más estúpida.

Tal vez éramos un desastre, pero aquí estábamos, él escogió estar aquí conmigo y aunque quería tanto odiarlo, admito que se siente muy bien tenerlo cerca.

El silencio se apoderó de nosotros, poco a poco todo lo malo se fue desvaneciendo y sólo quedó paz, aunque seguía sin decir nada y sabía que Haron necesitaba saber de mí, lo sabía porque yo sí llegué a conocerlo a él, aquí la única extraña era yo y tal vez ese era el principal problema.

Sonreí un poco involuntariamente mientras apartaba un mechón de cabello de mi rostro, pensé que seguramente mi peinado ya se había desecho, bajé la mirada a mis pies descalzos y recorrí mi apariencia, contemple una vez más el hermoso vestido, le pasé la mano con delicadeza recordando que había gastado prácticamente todo mi sueldo del mes en él, sólo para agradar a Haron.

-Estás muy hermosa dijo él, sacandome de mi transe.
-Me esforce bastante, contesté con toda sinceridad riendo un poco.
Lo vi sonreír también y el fuego en mi interior ardía con mayor intensidad, aún no lograba descifrar que era.
-¿Me odias? Preguntó Haron, tomandome de sorpresa. Me permití observar su rostro detenidamente.
-No te odio, dije sin más.
-Al menos eso, dijo bajando el tono de su voz, como si dudara de mi respuesta, tal vez porque me conocía tan poco que no sabía siquiera si era sincera o no, no conocía mis gustos, no conocía nada de mi porque a pesar de haber compartido tantos momentos, siempre era yo la que trataba de adaptarse a él.

Fue entonces que entendí que de aquella manera ésto jamás funcionaría, que tal vez él estaba muy confundido y yo había provocado eso.

Cerré los ojos un momento y levante la cabeza para sentir mejor el aire fresco, luego me incorporé en mi lugar, era momento de tomar una decisión.

-Haron... susurre aún distraída con mis ideas.
-¿Si Morgan? Contestó con ternura.
-¿Podrías llevarme a comer pizza? Pregunté y giré mi rostro para ver su cara de sorpresa.
Se quedó mirandome unos segundos, confundido, una sonrisa apareció en su carita y juro por Dios que aquello me llenó de ilusión al instante.
-Te llevaría al otro lado del mundo si me lo pudieras dijo extendiendome su mano.

Sentí una nostalgia extraña ante ese gesto, aquel momento me recordó la primera noche, cuando éramos aún dos desconocidos y él me tendía la mano para levantarme de la mesa.

Esa noche yo era otra persona, mis padres se estaban separando pero al menos aún tenía un padre, aún creía en mi madre y Jeremy seguía siendo mi sostén, mi puerto seguro, aquella noche, en esa mesa yo no podía siquiera imaginar que todo se estaba por desmoronar y que la mano de ese extraño se convertiría en mi salvavidas.

Y justo ahora a pesar de que él apenas iba a empezar a conocerme yo ya me sabía de memoria cada gesto, cada mirada, cada uno de sus lunares y por sobre todo conocía su alma, él no era malo como parecía, al contrario, era un gran hombre, sólo que él mismo aún no lo sabía.

Tomé su mano y le contesté con una sonrisa cálida, en ese momento sobraban las explicaciones.

Caminamos juntos como si ninguno llevase una herida, como si no nos hubiésemos hecho daño jamás, decidí que yo lo amaba y que era estúpido pedirle que se vaya si yo quería ir con él, si lo quería en mi vida y él a mi en la suya.

Tal vez no funcionaría, tal vez sí, no tenía idea en éste momento, puede que terminemos cómo cualquier pareja, odiandonos una y otra vez o amarnos siempre, lo único que sabía justo ahora era que cenar pizza y comernos a besos era el mejor plan del mundo, así sin tanto drama innecesario, tomar su mano era suficiente y escogerlo una vez más simplemente estaba bien.

A veces no hace falta ser perfectos juntos ni encajar, sólo basta querer, disfrutar, tomar aquello que la vida nos ofrece a gritos y muchas veces por orgullo o miedo dejamos pasar.

Aquella mujer, Jennifer Brow, esa a la que tanto amo Haron Collins fue afortunada y desafortunada a la vez, igual que yo, era algo más que teníamos en común, pequeñas decisiones hacen grandes diferencias, y si todo ésto pasó fue por algo.

¿Quién soy yo para desafiar al destino?
Jamás seré Jennifer Brow, jamás y eso estaba claro, era tiempo de dejar todo eso atrás, me pongo a pensar en lo triste que era terminar como ella lo hizo, arrancarse el alma para no sentir dolor y ahí estaba la gran diferencia entre nosotras, yo entendía perfectamente que el dolor era parte de la vida, que después de tantas traiciones una acepta que no puede dejarse morir por errores de otros y lo más importante, ya jamás tratar de ser como otras personas, entender que soy capaz de ser amada tal cual soy, sin necesidad de nada más.

-Quiero que me conozcas Haron, dije con timidez repentina mientras caminaba tomada de su mano, rumbo a su auto.
Él llevo mi mano a sus labios y depositó un tierno beso.
-Jamás lograste engañarme Morgan, sé que eres un gran desastre andante dijo para luego hecharse a reír como un niño.

Levanté la vista sonrojada, me encontré con sus ojos fijos en mi, sonriente, le devolví la sonrisa negando con la cabeza, no quería admitir que tenía toda la razón.

Subimos al auto y antes de ponerlo en marcha, Haron se quedó mirando fijo el velocímetro.
-¿Pasa algo? Pregunté curiosa.
-Solo pienso.. susurró sin quitar su mirada del punto que había escogido al azar.
- ¿Pero en que? Insistí inclinando mi cuerpo hacia el frente, buscando su rostro, como si fuese posible ver en sus ojos lo que tenía dentro de su mente.

-Ya no quiero que nadie jamás se interponga entre nosotros, dijo mirándome finalmente, colocó su mano sobre mi mejilla y comenzó a acariciarme con uno de sus dedos. Ya no quiero ni fantasmas, ni dudas ni miedos, te quiero a ti tal como eres ¿Entiendes? Preguntó serio, cómo si todo dependiera de mi respuesta en ese momento.
-Si Haron, entiendo, contesté tratando de transmitirle esa seguridad que necesitaba de mi parte.
-¿Nunca más? Insistió pegando su frente a la mía, casi rosando mis labios con sus palabras.
Sonreí un poco y coloqué mi mano sobre la suya antes de contestarle.

-Nunca más.

Nunca más. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora