Pares Impares Hank McCoy / OC

Logan.

Los años habían pasado y cada vez nos volvíamos más unidos, Hank, Charles y yo.

Charles se hundía cada vez más en su alcoholismo y adicción a las drogas que Hank le preparaba para "aliviarlo", ya no sabía qué hacer para sacarlo aunque sea por un ratito de su mundo .A decir verdad incluso habíamos llegado a pelearnos muchas veces por ese tema, yo estaba completamente en desacuerdo sobre que Hank alimentara las adicciones de Charles.

Charlie solía pasarse sus días en su habitación y no salía ni para bañarse, a veces pasaba una Los semana sin bañarse, y yo tenía que sacarlo a las rastras de su cuarto a llevarlo al baño, era todo un niño, el profesor se había convertido en un niño de 5 años prácticamente. Era una constante lucha hacer que comiera, o que se bañara, tenía que hacerlo yo por él. Calentaba el baño, con Hank lo llevábamos como un peso muerto entre nuestros brazos, y lo sentaba en una silla en el medio de la ducha. Le sacaba a ventilar sus horribles pijamas, le lavaba el pelo y lo enjabonaba como podía. He de admitir que al principio me daba una vergüenza horrible, pero con el tiempo me fui acostumbrando, y ya era algo normal para los días en los que el profesor se las pasaba ahogándose entre botellas de whisky y vodka.

En cuanto a Hank, todo seguía normal entre nosotros, pero un reciente sentimiento de confusión alteraba mis sentidos cada vez que pasaba momentos a solas con él, cada vez me convencía más de que en mi vida encontraría a alguien tan bueno como él que me quisiera.

Sin dudas era la mejor persona que había tenido el gusto de conocer y yo como soy tan sincera no perdía oportunidades de decirle lo mucho que lo quería, poniéndolo en vergüenza siempre que podía.

En una ocasión que en otro capítulo relataré, fuimos a casa de papá, con Charles y Hank y el acoso que los dos recibieron de parte de mis hermanos les hizo jurar que no volverían. Una experiencia que no olvidaré.

12 años habían pasado ya desde el incidente en Cuba que nos dejó aquella marca imborrable en nuestras memorias, no habíamos vuelto a ver a los chicos, supimos en las noticias del año 63' del asesinato del presidente Kennedy, y al saber las circunstancias de este, supimos que Erik tuvo que ver, al mes de esto lograron capturar a nuestro ex amigo y lo llevaron al Pentágono, Sede del Departamento de Defensas de Los Estados Unidos, aquella cárcel de máxima seguridad creada en la época cuando el acero escaseaba, totalmente construida de cemento y arena, la celda de nuestro amigo estaba en los confines de aquella cárcel, en el último piso de aquel infierno de altísima seguridad.

Estaba en mi habitación rememorando todo lo que estos años me habían hecho vivir, y como fui madurando con el tiempo, cuando escuché que alguien tocaba la puerta, sinceramente me extrañé mucho, ya que hacía años que no teníamos visitas, ni siquiera los Judíos o grupos religiosos nos visitaban para darnos sus panfletos, puesto que la mansión quedaba alejada de casi todo.

— ¡Yo voy!— La voz de Hank hizo eco en los pasillos del lúgubre y solitario lugar. Sin darle demasiada importancia seguí haciendo lo mío, sin preocuparme por lo que pasaba a mi alrededor, hundiéndome cada vez más en mi estado evocando viejas memorias, Hasta que una voz que pedía por el profesor, seguida de unos rugidos y un grito resonaron en todo el lugar, alterada me dirigí hacia la puerta principal cuando vi algo que, si bien me hizo gracia de cierto modo, también me enojó.

—¡¿Hank McCoy se puede saber qué le haces a ese pobre hombre?!— Hank se encontraba prendido con sus pies del candelabro, asustando al pobre hombre en su forma azul lanzando rugidos, y arañazos al aire. Al notar mis gritos enseguida bajó de la araña, dirigí mi mirada al hombre que estaba debajo de Hank, me parecía ligeramente familiar, un hombre con pintas de guardaespaldas desarreglado, y con un peinado un tanto extraño y dura expresión.