Capítulo 6

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Desperté y sentí haber perdido la noción del tiempo. Mi cabeza daba vueltas del dolor. Ni siquiera había comido al mediodía, me había dormido sobre la cama. No quería saber nada de nadie. No hice ningún movimiento puesto que escuché a Joe al otro lado de la cama hablar por teléfono con alguien. Estaba de espaldas hacia él así que no podía verme.

- ¿Esta noche? Muy bien, ¿dónde nos veremos? –Su mano acarició mi muslo descubierto, mis ojos permanecían cerrados, no quería ir a ningún lado porque seguro me obligaba- Perfecto, estaré en Mastro's Steakhouse a las diez. Tenemos que hablar de un negocio que tengo pendiente de cerrar, un cliente me llamó y tendré que viajar en un par de semanas.

¿Qué? ¿Otro viaje? ¿Se iba a ir y me iba a dejar sola?

Mi yo interior estaba saltando de la alegría en aquel momento.

Colgó y no se escuchó nada en la habitación, su cuerpo se acomodó en la cama y sentí sus brazos atraerme a su cuerpo para comenzar a besar mi cuello. Maldita sea, no me toques. Quería que se fuera ya de aquí. Por suerte, lo hizo. Se levantó de aquella cama y se dirigió al baño dejándome sola en la cama. Miré el reloj, marcaban las 20:50 de la tarde. Wow, sí que había dormido.

La ducha del baño sonaba. Se iba a ir y esta vez no iba a llevarme con él. Había captado que odiaba ir a sus malditos negocios dónde yo solamente era un pedazo de carne a la vista de los hombres con los que se rodeaba.

No hice ningún movimiento de allí hasta que escuché que todos se fueron cuando estaban listos. ¿Me había quedado sola realmente? Me asomé por la puerta y no se escuchó ningún ruido. No había indicios de haber nadie. Bajé las escaleras para dirigirme hacia la cocina y prepararme algo para cenar, no tenía mucha hambre.

- ¿Qué miras, eh? –Dije de mala manera al ver que se trataba de Robert. El guardaespaldas de Joe estaba apoyado sobre el marco de la puerta observando cada movimiento que hacía-

No dijo nada y salió de la cocina. A la mierda mis deseos de estar sola, eso no iba a pasar ni en mis mejores sueños. Terminé de hacerme mi cena y me senté en la mesa para comerme una ensalada mientras miraba mi teléfono.

Miré el número de Justin, ¿y si le escribía? ¿Pero qué iba a decirle? No había nada que decir. No podía con el orangután de Joe a mi lado. Mucho menos estando encerrada en esta casa tan grande y a la vez tan odiosa. Nunca una casa se había quedado tan pequeña para mí. Quería libertad. La anhelaba.

Volví a subir a mi habitación y me dirigí al baño, cepillé mis dientes y cuando terminé, observé la gran ciudad de Los Ángeles que estaba a mis pies. Era tan bonita, y yo estaba perdiéndome cada momento de ahí fuera. Mis dedos tocaban el cristal de la ventana con delicadeza, quería salir de ahí.

Quería irme lejos. Dejarlo todo. Sin pensar en el qué pasaría.

Al día siguiente, desperté y me giré para llevarme una sorpresa, estaba sola entre las sábanas blancas. ¿Joe no había venido en toda la noche a casa? El reloj marcaba las 10 de la mañana, era temprano. Fui al baño y me lavé la cara para espabilarme un poco, solté mi pelo y lo peiné. Me vestí con unos vaqueros cortos y una camiseta de tirantes roja.

Abrí la puerta y escuché música a todo volumen, salí del cuarto frunciendo el ceño. Antes de poner un pie sobre el escalón para bajar, me percaté que la canción que sonaba provenía del salón. ¿Por qué no había nunca tranquilidad en esta casa?

- Creo que es la canción más buena que escuché hasta el momento, Maejor. Me gusta. –Comentó Walter mientras encendía un cigarrillo-

Me asomé un poco por la puerta y pude ver la gran pantalla de plasma encendida, había un videoclip en él. Aparecía ese chico, el amigo de Justin Bieber. ¿También cantaba? Tosí al sentir el humo salir de aquella zona. Apenas se veía nada, ¿habían estado sin dormir toda la noche?

Bizzle's trouble - jbDonde viven las historias. Descúbrelo ahora