¿Qué escogerías tú en medio de un catástrofe global?
Alía Collins no supo separar la realidad de los sueños. Le hicieron daño y le mintieron. Ahora ella tendrá que enfrentarse a los hechos catastróficos de un proyecto saboteado de la corporación de...
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Otro día más en el que nos habían dejado encerrados. La neblina nunca se dispersó y tampoco nos dieron una explicación. No volvimos a ver a la Sra. Hale y tampoco nadie de nosotros habíamos visto a nuestros padres desde el día del incidente. Probablemente se estarían preparando para las experimentaciones...
Ya pasaba la media noche, todos seguramente ya estaban dormidos. Me encontraba en el cuarto del ventanal, acostada en uno de los sillones jugando con mi cabello, ignorando por completo mi necesidad por dormir.
Cameron entró a la habitación. Ya no era sorpresa que el también padeciera de insomnio, claro que el de él no era causado por una pesadilla.
—¿Qué es eso que tienes en tu hombro? —Giré mi cabeza hacia Cameron y después hacia mi hombro, el moretón que había encontrado el último día de clases aun no desaparecía, estaba incluso peor. ¿Cómo nunca me había dado cuenta? Subí la manga de mi blusa—. Ahí, en tu antebrazo también —me levanté y me senté bien, chequé y era cierto, había otro moretón en mi antebrazo—.Dios mío, Alía estás llena de moretones, tienes uno en el cuello —¡¿Más?! Cubrí el moretón con mi cabello—. ¿Alía qué te pasó? —Cameron se sentó a mi lado y tomó mi cara moviéndola delicadamente de un lado a otro, tratando de buscar más moretones. Me alejé.
—Te juro que no lo sé. —Esa era la verdad, no tenía idea de cuándo o cómo habían aparecido.
—¿Cómo que no sabes? ¿Alguien te pegó?
Puse cara de espanto—.¡No! Es solo... solamente aparecieron de la nada.
—Eso no es posible, no es normal. ¿Desde cuándo los tienes?
—¡No lo sé, Cam! No los había visto hasta ahora. —Me sentía muy asustada.
—¡No es posible que no sepas! —Se alteró—. ¿Qué es lo que te pasa?
Sus preguntas me estaban agobiando. ¿Cuántas veces más tendría que decir "no lo sé" para que entendiera?
—Basta de interrogaciones. —Me levanté y caminé hasta los libreros.
—Alía, vamos. Me preocupo por ti.
—Agradezco eso, pero me estás agobiando con tus preguntas.
—Lo sé, lo sé, lo siento pero lo que tú tienes no es normal. Anda, dime cómo te lo hiciste.
—¡Es que no lo sé! ¡Aparecieron de la nada! ¿Te queda claro?
—Qué pasa aquí, ¿Por qué tanto alboroto? —Rain entró a la habitación un tanto adormilada. Cuando me vio su cara expresó preocupación— ¿Qué le hiciste Cameron?
