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Me sentía realmente impotente. Mi mejor amigo me había traicionado y aún no lo podía creer.
¿Cómo es que nunca me di cuenta de sus intenciones?

—Además de eso me han mandado este raro aparato. —El oficial observó con detenimiento el artefacto. Este era como una enorme jeringa y tenía una mini pantalla en el medio. Él enarcó las comisuras de sus labios y después se puso recto—. Lo único que tienen que hacer es colocar un poco de sangre aquí —señaló la punta filosa— y el artefacto hará el resto.

—¿Podría mostrármelo? —preguntó Jane y puso sus manos en el aparato, al instante él lo apartó de ella y se movió de lugar.

—¿Quién le envió eso? —preguntó mi padre.

—No lo sé, y aunque supiera no lo diría por confidencialidad. —Sonrió—. ¡Manos a la obra!

Miré a mi padre con preocupación y el me miró de la misma manera. Si esa cosa me tocaba era muy probable que se dieran cuenta de que estaba infectada y entonces nos echarían a todos, o incluso peor, nos matarían.

—No haré eso —dije con firmeza. Él hombre me miró expectante.

—¿Por qué no, Alía? No tienes por qué tener miedo, nadie de aquí está infectado —comentó Ian con sorna.

Comencé a fulminarlo con la mirada y lo único que recibí por parte de él fue una enorme sonrisa.

Ian se sentó en un banco y el hombre se acercó a él. Subió la manga de su sudadera e introdujo el extraño aparato en su antebrazo. Por una fracción de tiempo me pareció ver a Ian hacer una mueca de dolor.

La pantalla del artefacto se encendió y emitió un color verde. Él hombre sacó la aguja de su brazo y dejó a Ian en paz.

—Hasta ahora todo bien —dijo—. ¿Quién sigue?

La siguiente en tomar asiento fue Jane seguida de Kyla y después Cameron.

Volví a mirar a mi padre con preocupación y él me miró de la misma manera. Sólo quedábamos nosotros dos.

Mi respiración aumento y sentí el calor invadir mi cuerpo. En cualquier momento el hombre se daría cuenta de que estaba infectada, ¿cómo le haría creer lo contrario?

—Señor Collins, por favor. —Mi padre lo dudó un momento pero después se acercó a paso lento hasta el hombre. Esta vez no tendría la ayuda de nadie.

Comencé a ver mí alrededor en busca de algo útil. Nada.

—Suba su manga —le ordenaron a mi padre. Él lo hizo, pero muy lento.

—Oh, casi lo olvidaba. —Mi padre se levantó de golpe ocasionando que el artefacto resbalara de las manos del hombre. Esta chocó en el suelo y se rompió la pantalla en pedacitos—. ¡Lo siento mucho!

•Sobrevivir O Morir•  TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora