Matsukawa y Hanamaki estaban más amables con él que de costumbre... más amables que nunca. ¿Se sentirían culpables? Bueno, el segundo era evidente que sí, pero no sabía qué pensaba el pelinegro. En cuanto a Iwaizumi, parecía distante. No distante de estarlo evitando, sino distante de distraído. ¿Estaría pensando? ¿En qué? Oikawa no quería que lo sobre-pensara. Quería que lo sobre-olvidara.
Entrenaron, almorzaron, tuvieron clases, todo bien rutinario. Oikawa estuvo triste todo el día, como si tuviera una nube sobre la cabeza lloviendo desesperanza. Cada cierto tiempo, inspiraba profundo y se recordaba que todo el mundo se enamoraba de quien no debe, y eran cosas que sucedían con frecuencia, pero en el fondo sabía que no le importaba si otros sufrían por amor porque no le incumbía. Eran sus sentimientos los que le pesaban en el pecho, no los de otros.
Al partir de la escuela se llevó la sorpresa de encontrar a Iwaizumi esperándolo en la salida. Tuvo un mal augurio, dándose un susto lleno de ansiedad. Se acercó a él, quien lo observaba con la expresión en blanco.
― ¿Vamos a casa? ―preguntó, temeroso.
― Mmh. Sí. En el camino tenemos que hablar.
La frase matadora. Oikawa tragó saliva y se quedó congelado en su lugar.
― Tranquilo ―e Iwaizumi rompió en una mueca tonta, parecida a una sonrisa. No estaba seguro.
No podía estar tranquilo.
Pero no le quedaba más remedio que seguir con su vida. No podía poner pausa como si fuera una película, ni siquiera para tomar aire o ir al baño. Tenía que continuar, tener la maldita conversación que Iwaizumi quisiera tener (probablemente de las pesadas) y aguantarse las consecuencias.
No tenía muchas más opciones. Ojalá supiera meter la cabeza en la tierra como los avestruces.
Lo inquietaba que hubiera tantas personas en la calle cuando tenían que hablar sobre temas tan personales; sin embargo, no podía esperar hasta más tarde. Los nervios lo matarían.
― ¿Qué querías decirme? ―inquirió.
Iwaizumi lo observó, como si no supiera a qué se refería, antes de asentir. Lucía disperso, ¿Todavía estaría pensando? Bueno, Oikawa estaba sobre-pensando. No podía culparlo. Ugh, ¡Estaba volviéndose loco!
― Con respecto a lo que me dijiste el otro día, eh, en tu casa ―mencionó, obviamente, el tema en cuestión―. Sólo quería decirte que nuestra amistad no va a cambiar ―declaró tentativo, sin dejar de mirarlo de reojo y con un cuidado inusual en su tono de voz―. Sabes que yo no... No estoy interesado de la misma manera. Pero eso no cambiará las cosas, ¿Está bien?
¿Qué quieres que te responda? Quiso decir, exclamar, gritar con toda su furia.
Mas era la respuesta que deseaba por parte de Iwaizumi. No era como si deseara finales fantásticos, por más que hubiera pasado toda la noche pensando en conversaciones y situaciones que nunca sucederían. Y cuanto más las pensaba, menos realistas se volvían y más fuerte se tornaba el sentimiento. Era torturante. Su cabeza era un caos total y no tenía manera de huir.
Además, había un alivio en sus palabras. Oikawa tenía más temas que resolver, tales como el redescubrimiento de su sexualidad y romanticismo, y aunque Iwaizumi fuera secretamente gay por él, seguiría sin tener la más pálida idea de cómo reaccionar.
Se las daba de rompecorazones, pero al fin y al cabo su experiencia en el amor no era tan grande como su fama. E incluso así, tenía que volver a plantearse todo de nuevo. Esta porquería era complicada.
― Está bien ―murmuró, débil y avergonzado, enojado consigo mismo y con todo el mundo.
Se sintió tan obligado. Cada palabra que dijo Iwaizumi y cada contestación que tuvo que dar; era como haber leído el guión de lo ética y socialmente correcto. Él me aprecia y dice lo que tiene que decir, yo me la aguanto y digo lo que debo decir. Lo que piense y lo que haga cada uno después no tendrá que ver con lo que acaba de suceder.
Y era triste. Oikawa se sentía tan triste.
El resto del camino fue fingir que estaban perdidos en sus pensamientos y luego una incómoda despedida cuando Oikawa llegó a su casa.
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Diez días
RomansHanamaki apuesta a que si Iwaizumi y Oikawa agregan amor físico a su relación, ambos caerán enamorados en diez días. Matsukawa apuesta a favor de Hanamaki, Iwaizumi piensa que es una pésima idea y Oikawa está seguro de que será dinero fácil.