Salió antes de que cayera la noche sobre Miyagi. Había pasado todo el día tirado con la notebook sin hacer nada en concreto y necesitaba tomar un poco de aire, así que aceptó ir a comprar la cena de esa misma noche. Su madre le dio una listita y todo.
Aunque tuviera el peso de las bolsas, decidió volver por el camino largo; debía rodear el lago del parque y caminar tres cuadras más, pero el sol todavía iluminaba la tarde con débiles rayos que impedían al frío tomar el control del clima por completo.
Estaba demasiado sumido en sus propios pensamientos que casi le da un infarto cuando alguien le tocó el hombro. Era Iwaizumi. Él lo miró divertido ante el susto de muerte que le dio.
Su sumó a la caminata con naturalidad. No era raro que se encontraran, puesto a que vivían a tan sólo dos cuadras de distancia. Incluso si Oikawa no quisiera volverlo a ver (¡Imposible!), se toparían a menudo cada vez que saliera de su casa.
― ¿Qué estás haciendo por aquí? ―le preguntó Oikawa.
Fijó la vista en el agua del lago. Su corazón latía con mucha fuerza y no sabía si era una prolongación del susto que Iwaizumi le dio o por alguna otra razón que no quería pensar.
― Estaba pensando.
― Iwa-chan, no te esfuerces tanto, tu cabeza no da para tanto ―bromeó para deshacerse de la tensión que los empapaba.
Iwaizumi le devolvió la mirada con desinterés. Ni siquiera se irritó. Eso fue un tanto frustrante. Se aclaró la garganta y acomodó las bolsas en sus manos.
― Entonces ―continuó―, ¿En qué pensabas?
― En nada.
Una respuesta muy rápida y cortante para sonar honesta. Tal vez su ego fuera enorme, pero lo único que se le ocurrió era "está pensando en mí. En mis sentimientos. En lo que le molesta e intenta ocultar". Pero había miles de cosas en las que podía estar pensando en este último año, con la universidad a la vuelta de la esquina y con todos los problemas y emociones que un adolescente que se convierte en adulto puede tener.
Y Oikawa sólo podía murmurar en su cabeza, de manera triste o esperanzadora, está pensando en mí.
― Saliste a pensar "en nada" ―se burló con cinismo de sus pobres habilidades en la mentira.
― No quiero compartir todo lo que pienso contigo ―respondió él con fastidio.
― No tienes que hacerlo ―le contestó de inmediato.
Oikawa estaba enojado. Apuró el paso inconscientemente y cuando se percató de ello, observó sobre su hombro para ver a dónde quedó su mejor amigo.
Iwaizumi se detuvo en seco unos metros atrás.
Ralentizó el paso hasta detenerse también. Regresó hasta él y se le plantó en frente con unas ganas enormes de disculparse. No estaba seguro de por qué sentía la necesidad de pedir perdón, si era usual que los dos se hablaran así de mal. Quizás esta vez no fue en broma. Quizás se perdió en la misma situación que él inicio y se encontraba perdido en el camino. Quizás.
Iwaizumi suspiró y guardó sus manos en la sudadera. Cruzó las piernas y se sentó; un impecable descenso al césped.
― ¿Estás bien?
Iwaizumi levantó la cabeza. Asintió. Desenredó sus piernas y las estiró.
― Sí. Vete a casa.
Oikawa tenía mil cosas para decir. Pero eso sería insistir. Después de tanta frialdad, insistir se sentiría patético.
Fue interrogado varias veces por su madre, pero Oikawa no le dijo ni una sola vez por qué estaba tan enfadado. Sí, por la actitud de su mejor amigo, mas tampoco estaba seguro de eso.

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Diez días
Storie d'amoreHanamaki apuesta a que si Iwaizumi y Oikawa agregan amor físico a su relación, ambos caerán enamorados en diez días. Matsukawa apuesta a favor de Hanamaki, Iwaizumi piensa que es una pésima idea y Oikawa está seguro de que será dinero fácil.