Jueves

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Oikawa se percató que algo andaba mal al terminar el día.

No hubo abrazo, no hubo hombros rozándose en el almuerzo, no hubo conspiraciones de asesinatos. Era increíble lo rápido que se había acostumbrado en una semana a ser tan cercano con una persona. Pero ya eran cercanos, ¿Cuál era el maldito problema?

Le preguntaron un par de veces si estaba bien y respondió con una gran y falsa sonrisa, diciendo que sí. Aunque no era del todo falsa si no sabía qué era lo que estaba mal. O en el fondo no quería saberlo.

― ¡Estoy bien, Iwa-chan! ―le aseguró, haciendo rebotar la pelota contra el suelo para no tener que mirarlo―. ¿No me digas que estás preocupado por miiii~?

Lo decepcionaba saber que esas eran las palabras para que el otro reaccionara en una decisiva negativa y defensiva. Como si jamás se preocupara por Oikawa. Una mentira que no comprendía por qué se esforzaba tanto por sostener.

Se sentía increíblemente ansioso.

Era un sentimiento persistente e incómodo. Nunca fue una persona tranquila, pero se sentía como si tuviera que defenderse de sí mismo, como si... tuviera que pedirle a su mente que no lo traicionara ahora. No a esta altura de su vida.

No con Iwaizumi.

No.

Continuó su rutina con normalidad, junto con el susurro de un miedo persistente sobre los hombros.

Diez díasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora