Capítulo 22: Misa.

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Me cambio con un vestido negro que mi madre acaba de comprarme, me amarro el cabello en una coleta alta como le gustaba a mi abuela

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Me cambio con un vestido negro que mi madre acaba de comprarme, me amarro el cabello en una coleta alta como le gustaba a mi abuela.

Me miro al espejo, mi cara se ve mas triste de lo normal, antes sabía como seguir pero ahora me siento perdida y es que puedo soportar que mis padres no me quieran y que hasta deseen que me muera, pero me han arrebatado a la única persona que me apoyaba siempre y me demostraba que me amaba. Este dolor que siento en mi interior no se iguala a ninguno de los que he sentido, ¿por qué se fue?

Miro la cuchilla que está al lado y una idea se me pasa por la mente y la agarro. La coloco al frente de mi muñeca, la acerco cada vez más.

-¿Que estás haciendo?-me pregunto y tiro la cuchilla en la basura. Me doy la vuelta y salgo de mi cuarto.

Me dirijo al carro donde está mi tía con mamá que está llorando en este momento, al entrar mi tía coloca en marcha el automóvil. En pocos minutos llegamos al lugar donde va a comenzar la caminata que le hacemos a mi abuela, nos bajamos y comienzan nuestros familiares a abrazarnos.

La mayoría está llorando y los demás están murmurando cosas estúpidas, los Olivos (funeraria) nos hacen entrar a un carro mientras los que no son muy cercanos se van caminando hasta la iglesia donde mi abuela tendrá una misa. El ataúd de mi abuela es café y viejo, mi tía me contó que mi abuela pagó todo para que no se encargaran de eso o tuviéramos problemas. Tan considerada ella.

Al llegar a la iglesia, me desconecto un momento mientras escucho los sollozos de personas que ni siquiera pueda que le importen que se haya muerto mi abuela. Solo fingen para mostrarse educados o que los consideremos familias o quizás para la herencia que dejó pero les informo algo muy importante ¡solo mi madre y mi tía tienen posibilidad de que tengan dinero gracias a mi abuela, no ustedes desconocidos!

Mi madre me toma de la mano muy fuerte mientras nos encaminamos a decir nuestras palabras de despedida, se coloca al frente, toma el micrófono, suspira y mira en un punto fijo.

-Mi madre fue una mujer fuerte, capaz de lograr todo lo que quiso en la vida y yo quise siempre ser como ella y aunque no lo pude lograr por completo -hace una pausa, mira a todos y se da cuenta de su error -. Yo logré todo lo que quise, ella estuvo feliz y me alegra mucho eso aunque ahora estemos triste por la partida de mi madre, ella en el cielo nos está sonriendo y más porque sabe que la amamos y la extrañaremos.

Vuelve a llorar y mi tía la baja de ahí, dándome paso a mi. Miro a todos.

—Ya todo el mundo sabe quien soy yo, mi familia y quien era mi abuela entonces, ¿para qué recordarselos?—comienzo suavemente, agarro el micrófono más fuerte e intento que no se me salgan las lágrimas—. Pero para mí ella era todo, una persona que me alegraba el día y se preocupaba constantemente en mi aunque a veces ni siquiera debía, ella era como los libros son para mí, llenos de historias por dentro y por fuera tan hermoso y atractiva. Ella formaba todo y mucho mas.

Me detengo un momento al observar a mi madre que esta mirándome fijamente. Sé que cree que voy a decir algo que no debo.

—Tambien podría decirles que logró todo lo que quiso en su vida pero eso ya lo dijo mi madre, yo también quiero ser como fue ella, tan valiente, fuerte y nunca se rendía. Ni se notaba que estaba enferma y por eso a algunos les dio una gran sorpresa saber que falleció—comento, veo que muchos asienten—. Para mí lo fue, saber que una mujer tan fuerte ya no está con nosotros fue algo muy... difícil de asimilar. Pero pude despedirme de ella y eso muchos no pudieron hacerlo aunque lo hubieran deseado, a ella yo la quise mucho, la amé.

Sollozo, cierro los ojos un momento y los abro para ver que me miran con tristeza.

—Al comienzo no lo quise aceptar pero ahora que veo este ataúd y ha todos ustedes pues ya lo sé, ella ya no va a estar más conmigo ni con ninguno de ustedes y aún si lo deseo con todo mi alma ella definitivamente no va a volver —digo más para mi misma que para los demás—. No busco que los mas famosos muestren respecto por esto aunque... ¡deberían! si la hubieran conocidos la amarían.

—Abuela, donde quiera que estés por favor escucha esto aunque creo que debes estar abrazando a mi abuelo porque me han dicho que se amaban en verdad—prosigo—. Escúchame tu también Dios, sé que de verdad creí que era tu culpa, hasta tenía rabia aunque en mi interior ya sabía que tú no fuiste el culpable que simplemente ya le había llegado la hora, pero es que me duele. ¿Sabes? espero que ella te ayude a alguna cosas para que así no tengas tanto trabajo constantemente y dile a ella (por si no me estta escuchando) que solo espero que cuando crezca ella se sienta orgullosa de mi desde donde este y me sonría cuando...

Dejo la oración ahí y la termino en mi mente "Cuando sea feliz de verdad."

Luego de sentarme sin mirar a nadie, toman el ataúd de mi abuela y comienzan a llevársela al cementerio, al salir de la iglesia mi madre y yo nos encontramos con mi padre.

—Ya nos vamos —nos susurra, toma a mi madre del brazo y yo los sigo en silencia aunque mi madre le chilla al oído cosas, él simplemente sigue adelante —. Ya se murió, da igual.

—¡¿Como que da igual?! —exclama mi madre delante de todo el mundo, le da una cachetada, me toma del brazo y mi tía que estaba presenciando todo se mueve rápidamente a nuestro lado.

—Es mejor que te vayas de aquí —le susurra mi tía a mi padre, él nos mira con desprecio y se va antes de que comiencen los murmullos, mi tía vuelve con nosotros—. Hoy se quedan conmigo.

Asiente mi madre y suspiro de alivio pero al recordar para donde vamos primero y a quien vamos a enterrar mi cuerpo vuelve a tensarse, mi madre me abraza. ¿Tan mal me veo como para que ella se de cuenta?

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