Al despertarme lo primero que veo es a mi madre sonriendo mientras me tiende mi desayuno de hoy, unas tajadas verdes y huevo revuelto.
—No voy a comer esto—espeto—. No me gusta el plátano verde.
Me levanto y voy directo al baño, al llegar cierro la puerta y suspiro aliviada, esta vez me salve por la comida que escogió pero no sé que haré mañana, no quiero tratarla mal ni que piense que sigo enojada con ella por todo lo que pasó en mi vida porque la verdad ya no me interesa recordar lo que ella me hizo cuando estaba cegada por la rabia que tenía por no tener un amor correspondido y me echaba la culpa de todo a mí.
Un poco incoherente ya que ni que yo hubiera sido la que causo de que el amor de mi padre hacia ella se esfumara, probablemente nunca la amó.
Me comienzo a bañar deseando que al salir del baño no esté mi mamá con otra comida que no pueda negarle.
Luego de unos minutos termino de bañarme, salgo y siento un alivio por ver que mi mama no esta ahí.
Me cambio lo mas rápido que puedo, recojo mi bolso y me peino en el camino.
—Adios mamá, hablamos luego.
Prácticamente salí corriendo hacia afuera y sigo hasta llegar a mi colegio. Esta vez intento no prestarle atención a las miradas de mis compañeros y creo que eso es lo que debí hacer desde un principio, ignorar a todos los que no ayudan a aumentar mi felicidad.
Lucy me saluda junto con Juan Esteban, les sonrío y ellos por un momento quedan en shock y luego me devuelven la sonrisa.
—Como que alguien está feliz y creo que es por una personita especial—comenta Lucy y río.
—No necesariamente, no es que esté feliz simplemente creo que ya es hora de que me deje de importar cosas tan bobas.
—Asi se habla—dice Juan Esteban—. ¿Quien es esa personita especial?
—Un chico que conoció Mile por un...
Le tapo la boca antes de que pueda seguir hablando, Juan me mira enarcando las cejas y yo suspiro.
—Te cuento en la salida.
Y como siempre, cuando quiero que el día se pase lento, se pasa rápido. Y antes de que pueda darme cuenta ya estoy apunto de irme a mi casa. Miro a Juan.
—Me gusta alguien que no conozco personalmente pero si he hecho una videollamada con él y tiene mi misma edad y me quiere—digo tan rápido que temo que él no me haya entendido.
—Está bien—dice solamente y lo miro fijamente—. Es tu vida Milena, si no es un viejo entonces está bien y si se quieren pues también está bien.
—Gracias.
—¿Por qué?
—Por no hacer lo que cualquiera haría si alguien le dijera esto, juzgar.
—Solo quiero que seas feliz y si él te hace feliz pues estoy de acuerdo con que sigas con él.
Y luego hago algo que me sorprende, lo abrazo.
—Hey, chicos—nos saluda Mauricio, el amigo de Juan Esteban.
Lo suelto rápidamente.
—Me iré ya, nos vemos mañana.
Y me voy sin darle la oportunidad de que responderme, mientras camino hacia mi casa no puedo dejar de sonreír por el hecho de que Juan Esteban no haya dicho algo malo por decirle que tengo una relación a distancia. Y esto me hace tener más ganas de querer hablar con Yahir.
Abro la puerta de mi casa y lo primero que veo es a mi madre sentada en el comedor.
—Hija, hay algo que quiero decirte—dice, suspiro y me siento en la silla que está a su lado, ella me mira—. Mañana es sábado.
¿Mañana es sábado? ¡no hay desayuno de colegio! menos mal.
—Y en la cárcel hay visitas y pensé que tal vez podríamos ir a ver a tu padre.
Me levanto enseguida, mis manos ya están temblando, ¿por que seré tan débil?
—No iré a verlo, si quieres ve tú pero yo definitivamente no veré a alguien que casi me mata—digo con rabia.
—Quizá está arrepentido.
—¿Quieres que te recuerde que me dijo cuando yo estaba en el estrado declarando contra él?—le pregunto y me río sacamente—. Me dijo que si él pudiese, lo volvería a hacer y terminaría conmigo esa vez, quizás se arrepintió en algún momento pero ese pequeño sentimiento de culpabilidad puedo asegurarte que se desvaneció en menos de 10 minutos.
Camino hacia mi cuarto.
—Vamos a ir —oigo que dice mi madre, me volteo a verla.
—¿Me vas a obligar?
—Soy tu madre y no te tengo que pedir permiso para hacer o mandarte cuantas veces quiera.
Resoplo, me voy a mi cuarto y me encierro.
Enseguida reviso mi celular y veo un mensaje de Yahir.
Pasame tu número de celular.
Leo el mensaje varias veces y dudo en dárselo pero al final lo hago. A los pocos minutos me llega un mensaje de Whatssap que se nota que no es de Colombia, es Yahir.
Guardo su numero y lo saludo. De repente me llega una llamada y es de él. ¿Qué? ¿está loco?
Intento calmarme antes de contestar pero cuando lo hago no escucho nada.
—¿Hola?—al final dice, su acento sigue gustándome.
—Hola—contesto.
—¿Cómo has estado?
—Pues siendo sincera, he estado feliz, luego con rabia y ahora feliz, ¿y tú?
—Nervioso.
—¿Por?
—Por llamarte obviamente.
Duh.
—Si, es raro.
—Quería recordar tu voz.
Me quedo en silencio por unos segundos, me río.
—Sabes como colocar nerviosa a una mujer, Yahir.
—No era mi intención.
Nos reímos.
—Vamos bien para ser nuestra primera llamada.
—Eso creo.
Me tiro en la cama y nos quedamos en silencio de nuevo.
—Milena.
—¿Yahir?
—Me gustás—dice muy despacio, ya pueden imaginar como estaba mi cara, menos mal que estamos hablando por llamada y no de frente.
—A mí también me gustas.
—Y me gustaría poder verte y no en una videollamada si no en persona.
—Algun día.
—Quizas más pronto de lo que te imaginas —dice muy bajito.
—¿Que?
—Nada Mile, hablamos más tarde que voy a comer.
Y me cuelga dejándome confundida.
¿A qué se refería con que quizás será mas pronto de lo que imagino?
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Juego virtual.
Novela JuvenilElla buscaba escapar de la realidad. Él solo buscaba divertirse. Los dos frente a sus computadores. Un juego virtual. Una distancia de por medio. Un romance... ¿fingido o real? Violencia intrafamiliar, tristeza, amor y muchas esperanzas de llegar a...