Nunca me había imaginado esperando en una fila a que llegue mi turno para entrar a una cárcel y poder ver a mi padre, que —por cierto— intentó matarme.
Veo a las demás mujeres y algunos hombres esperando por fin ver a su familiar o amigo que está en este lugar, quizá para unos fue injusto que ingresaran aquí a esa persona pero para otros tal vez son como mi mamá, que como aman no les importa que sea malo.
Observo a mi mama arreglarse el cabello, miro para otro lado e intento imaginar que estoy en otro lugar para tranquilizarme pero no puedo dejar de pensar en como estará, en si tal vez cambió su manera de creer en diferentes cosas como en sus sentimientos hacia mí. Estoy volviendo a tener esperanzas y eso es malo, porque siento como si fuera una niña que por primera vez va al colegio, cree que va a hacer su experiencia más linda pero realmente es la peor, comienza el bullying, los que fingen ser amigos y luego hacen daño.
Me siento un poco estúpida y débil, esperando algo bueno cuando sé que todo estará igual o tal vez peor.
Por fin llega nuestro turno. El policía nos requisa y al ver que no tenemos algún arma o eso creo que sea la razón por la cual nos revisa antes de entrar, luego nos pregunta cual es el preso que vamos a visitar.
Otro policía nos dirige al lugar donde debemos esperar a que venga mi padre y unos segundos después lo veo sentarse al frente de nosotras. Mis manos comienzan a temblar. Él solo me mira a mí.
—¿Cómo has estado?—pregunta mi madre, la veo y se nota que está nerviosa como si fuera una cita, y mi padre por fin la mira.
—¿Cómo crees que puedo estar en una cárcel?—responde con otra pregunta y mi madre se disculpa.
—Intenta ser un poco amable con ella, se supone que es la mujer mas importante en tu vida—digo con rabia. Me mira fijamente y le aguanto la mirada
—¿Que haces aquí? —pensé que nunca vendrías aquí.
—Yo también lo creía pero mi madre me obligó, quizás creyó que una basura podría convertirse en algo valioso pero ya sabemos que eso no puede suceder—digo rápido, él me sonríe y logra confundirme.
—Hace rato que quiero decirte algo—dice mi padre y tienda su mano hacia mí pero no le doy la mía así que se rinde y vuelve a colocar su mano donde estaba.
—Dilo.
—Lo siento por todo_pronuncia, mi corazón dió como un salto, mi madre me agarra la mano y me sonríe, creo que escuché mal o estoy alucinando, él me acaba de pedir perdón, mi padre, mi sueño se está haciendo realidad, imagino todo el futuro que puede haber desde este momento y estoy por contestarle cuando lo veo y está sonriendo maliciosamente y al final se ríe fuertemente—. ¿Realmente lo creíste?
Mi mamá se levanta de la silla todavía agarrando mi mano.
—Eres una porquería, jamás nos volverás a ver y ojalá que te pudras aquí porque eso es lo que mereces y hasta más—dice acercándose a él y luego me jala para irnos, los policías nos dan el paso y rápidamente nos encontramos afuera de la cárcel y yo todavía no puedo creer que le creí, mi mamá me abraza—. Fue un error venir aquí, perdona, no llores más.
¿Llorando? ¿acaso lo estoy haciendo? me toco la cara y me doy cuenta que tengo la cara empapada de lágrimas. ¿Por qué siempre ellos dos me agarran fuerte y luego me sueltan dejándome caer en una precipicio?
—Quiero ir a casa—susurro, mi mamá me suelta y nos encaminamos al coche, antes de darme cuenta ya estoy al frente de mi casa, me bajo y me voy corriendo a mi cuarto y grito, sacando todo dentro de mí. Escucho los golpes que da mi madre a mi puerta pero no puedo ni quiero dejar de gritar.
Sollozo haciendo que casi me ahogue, dejo de gritar y me acuesto en la cama y sigo llorando porque estoy rota por dentro, nada en mi vida ha estado bien ni lo estará y no volveré a creer que puedo ser feliz porque es una mentira.
—Todo es mentira—me susurro, agarro mi celular y llamo en whatsapp, a los pocos segundos contesta—. ¿Por qué no estás aquí cuando estoy destrozada? no sabes cuanto te necesito en todo momento ¿por que tenías que estar lejos? no lo entiendo, Yahir. ¿Acaso no merezco ser feliz? ¿acaso he hecho algo malo? yo... nací para estar mal pero contigo puedo saber que se siente estar feliz aunque sea solo unos segundos.
Cuando termino me cuesta respirar y me doy cuenta de lo que hice.
—¿Mile?
Cierro los ojos.
—¿Yahir?
—Lo siento por no estar ahí, es horrible estar tan lejos cuando sé que estás mal porque te juro que realmente deseo estar junto a ti y pienso en ti todo el tiempo, pero por ahora tenemos que aceptar que no puedo verte ni consolarte como quisiera aunque antes me había dicho que solo siendo como soy siempre te puedo ayudar así que si puedo ayudarte a sonreír entonces lo haré todos los días para que puedas ser feliz.
—Estoy destrozada, estoy partida por millones de pedazos.
—No importa, yo uniré todas tus partes. Pero para eso necesito saber que sucede, Milena.
Y se lo cuento, todo desde el comienzo y sin esconder algo porque lo necesito.
Necesito a alguien que pueda escucharme y no juzgarme y sé que él no lo hara porque me lo ha demostrado, y mientras cuenta mi jodida historia no puedo evitar llorar y él no se queja, escucha todo sin pararme y se lo agradezco porque sé que si lo hubiera hecho yo realmente no hubiera podido seguir contándole.
Y otra vez pudo hacerme sentir segura y me hizo feliz así sea unos segundos como ha hecho desde que hablé con el por primera vez. Él me enseñó que se siente eso que muchas personas ya conocían, eso que llaman felicidad y amor.
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Juego virtual.
Ficção AdolescenteElla buscaba escapar de la realidad. Él solo buscaba divertirse. Los dos frente a sus computadores. Un juego virtual. Una distancia de por medio. Un romance... ¿fingido o real? Violencia intrafamiliar, tristeza, amor y muchas esperanzas de llegar a...