Capítulo 13

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Vi su cara y era... Guillermo. El pánico me invadió y no fui capaz de hacer nada para defenderme. El miedo me tenía paralizada. No era capaz de oír ni sentir nada. Pude ver como cerraba la puerta, no se como si sus manos aún estaban en mí. Observé como sus labios se movían y fue cuando empezó.  Tras sentir sus labios atacar mi cuello violentamente, sólo cerré los ojos y comencé a contar. Recuerdo que así fue la última vez que la bestia que tenía encima me violó. No había nada que pudiera hacer. No había nadie que me pudiera defender. Eso me recordó a Max. Él no se merecía pasar por eso de nuevo. No tenía porque aguantarme en mi estado de muerta en vida. Me iré. Volveré a mi casa. Pero no le puedo decir nada de mi violación a- ¡AHH!- una fuerte y brusca cachetada me sacó de mis cavilaciones. Pude sentir como mis ojos comenzaban a empañarse y mi rostro se humedecía. Intenté levantar mi mano y llevarla al rostro pero algo, más bien alguien, me lo impedía. Cerré los ojos. Intenté hacer a mi mente volar a esos recuerdos bellos. Casi todos incluían a Max en ellos. Por lo menos los más recientes. Los mas antiguos incluían a mi padre y a mi hermano. Y los de mi niñez a mi madre. Intentaba bloquear lo que por segunda vez me estaba pasando. Y con el mismo desgraciado. Volveré a mi casa...no mejor, compraré otra. El departamento lo pondré en venta. Si vuelvo, había más oportunidad de que Guillermo me encuentre y vuelva a violarme. Y definitivamente una tercera vez sí me mataría. De pronto, dejé de sentir ese peso sobre mí. Al parecer el desgraciado al fin se había saciado con mi cuerpo. Me equivoqué. Sólo se había desesperado por mis sollozos. Me dio otra cachetada que me ardió hasta el alma. Volvió a besarme, y no se como, logré correr mi rostro. Lo escuché reírse a carcajadas y sus labios asaltaron mi cuello. Cuando por fin me pude mover, vi la hora. ¡Diablos! Faltaban treinta minutos para que Max llegara y este desgraciado seguía aquí. Si Max llegaba, no quiero ni pensarlo. Sin embargo, hoy sería el último día que pasaría en su casa. Merece una cena decente. Pude sentir una sonrisa formarse en mis labios al recordarlo. Recuerdo su apoyo y recuerdo que nunca me dejó sola. Me trajo a su casa para cersiorarse que no intentara quitarme la vida de nuevo. Simplemente no merecía volver a pasar por esto. No podía decirle nada de lo que estaba pasando. Insistiría en denunciarlo y eso no le vendría bien. Ni a él, ni a mí. Así que decidí darle una cena de bienvenida amena. Bueno, bienvenida para él, despedida para mí. Es la única forma en que él no correría riesgo. Nunca se lo dije, pero Guillermo me amenazó. Nada mas se enteró que Max es abogado, me amenazó. Me dijo que si se me ocurría comenzar un juicio en su contra, o siquiera denunciarlo, ni Max, ni mi hermano la contarían. No puedo permitir que les haga daño. Son lo único que tengo. Con mi papá no puedo contar así como cuento con ellos dos. Su trabajo está por encima de todo. La mayoría de las veces. Intento hacer que mi mente vuele a los recuerdos mas bellos que tengo, de nuevo, para dejar de sentir. La sonrisa de Max viene a mi mente. Como con tan sólo una mirada logró darme tanta confianza aquel día en la cafetería. Mi favorita desde que puedo recordarlo. Y desde que conozco a Max, no quiero ir a ninguna otra que no sea esa. Se ha vuelto mi lugar favorito. Me transporto al día en que Max se acercó a ayudarme cuando tropecé. Me brindó su apoyo, me prestó su hombro cuando necesitaba llorar. Me brindó consuelo y ayuda. Me hizo tanto bien. Me ayudó a superar mi primera violación y precisamente porque es muy bueno no merece pasar por eso otra vez. No supe cuanto tiempo había pasado cuando dejé de sentir un peso sobre mí. Volví a la realidad sólo para darme cuenta que mi rostro seguía empapado y que esa bestia ya se había saciado con mí cuerpo. Me cubrí con la sábana y volteé a un lado para no verlo. No podía. Pasaron unos segundos y él se acercó a mi oído. Pude escucharlo decir: Aunque te escondas, siempre te voy a encontrar. Cerré los ojos con fuerza sólo para darme cuenta que aún lloraba. Ahí me quedé por unos segundos más. Hasta que escuché la puerta cerrarse. Volteé a ver el reloj. ¡Carajo! Max llegaría en 15 minutos. Me puse de pie aún un poco desorientada. No sentía el piso bajo mis pies. Entré a la regadera y mecánicamente abrí el grifo del agua fría. Eso solía traer mi alma destrozada de vuelta a mi cuerpo usado. Pero tenía que bañarme rápido, así que empecé a tallarme rápida y fuertemente intentando borrar cualquier rastro que ese desgraciado hubiera podido dejar. A la vez, recogí los pedazos que quedaban de mi y los cubrí con una coraza. Debía esconderlos de Max. Max. Esos pedazos él una vez me ayudó a recogerlos, no merecía volver a lidiar conmigo después de violada. No lo merece. Volví a la realidad al sentir un líquido caliente contrastar en mi mano contra el agua fría.

Disculpen los errores y gracias x leer!! 😘💜

Cuando No Es Como Debería Ser...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora