Capítulo 34

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Margarita: ¿Cómo qué no? Tengo que ir a verla. Todos le hemos tomado mucho cariño y aprecio a Andrea. Además, es mi futura nuera ¿no? – entonces todo se vino abajo.

Max: Mama, podemos no hablar de eso. No creo que le haga mucha gracia saber que piensas así, cuando bien sabes que somos sólo amigos

Margarita: Que solo amigos ni que cuernos. Ustedes son más que eso. Y si no lo son, se están tardando porque es evidente que el cariño que hay entre ustedes desde hace años no es sólo de amigos. Desde hace años dejó de ser cariño para convertirse en amor – me miró y tomó mis manos – Hijo, ¿a qué le tienes miedo? Tus sentimientos hacia ella son evidentes. Así como los de ella hacia ti. Y mira que una mujer nunca se equivoca respecto a estas cosas. Entonces una madre… hmp… mucho menos. – fijó su mirada en mí esperando una respuesta. Una respuesta que ni siquiera yo tenía. ¿O sí? Y si la tenía, ¿Cuál era? Agaché la mirada incapaz de articular palabra. Entonces volvió a hablar - ¿Me quieres contar que pasa en tu cabecita? – quería decírselo. Quería confiar en ella como lo llevaba haciendo desde siempre. Pero ¿Cómo explicarle a alguien algo que ni siquiera tú entiendes? No se puede.

Max: Mamá, créeme que, si yo lo supiera, no dudaría ni tantito en decírtelo – me sinceré – pero la verdad es que ni siquiera yo sé lo que siento, lo que se pasa en mi cabeza y en mi corazón. Desde que conocí a Andrea, sentí algo raro por dentro. Era una mezcla de sensaciones. Había sentido una liberación en mi pecho, y siempre que estaba con ella, lograba sacarme sonrisas, sin importar por qué mala racha estuviera pasando – sonreí perdiéndome en los recuerdos a lado de ella – Pero desde hace un tiempo, no se lo que siento – puse ambas manos en mi rostro, agachándome al instante

Margarita: ¿No sabes lo que sientes o no sabes si quieres admitir lo que sientes? – me preguntó y rápidamente alcé la mirada. Ella siempre había sido sabia – No tienes porque tener miedo. Te puedo asegurar que ella siente lo mismo por ti. Pero si te hace sentir más seguro, intenta conquistarla antes de decirle la verdad. Una verdad que llevas años ocultando – me tomó las manos de nuevo – Ahora anda, vamos a verla. Te prometo no decir nada imprudente – sonrió contagiándome – Que sé que te mueres por estar metido en el hospital a su lado por el tiempo que ella este internada

Asentí y le di un abrazo a mi madre. Siempre había sido muy sabia, y siempre sabía lo que pasaba conmigo y como hacerme sentir mejor. Papá no estaba, había ido a dar una vuelta por el bufete. Rápidamente llegamos al hospital entre charlas amenas. Sin necesidad de otra cosa, pasamos por recepción hacia el cuarto de Andrea. Tocamos un par de veces, pero no obtuvimos respuesta. Abrí con sigilo, seguro de que estaba dormida. Asomé la cabeza y la vi removiéndose en la cama. Pero algo no estaba bien. Entre al cuarto y la pude ver mejor. Su ceño estaba fruncido, y conforme me fui acercando, pude notar que el sudor perlaba su frente. No de nuevo, pensé. Me acerqué a ella, dispuesto a sacarla de ese mar de sufrimiento que intentaba ahogarla.

Max: Andy – la llame moviéndola ligeramente – Andy, despierta, cariño – la empecé a mover un poco más fuerte mientras ella empezaba a jadear - ¡Andy! – le grité, pero todo parecía en vano - ¡Andy, despierta! – Volví a gritar moviéndola aún mas fuerte. Se empezaba a quejar. Empezaba a decir que no. ¡Maldita sea! De pronto, recordé que no estaba solo – Mamá, llama a Regina – dije volteando a verla, quien aún un poco en trance asintió saliendo de la habitación – Despierta, Andy, por favor – seguí moviéndola, pero no obtenía ninguna respuesta mas que unos “No” un poco más que susurrados – Andy, princesa, por favor, despierta. Es sólo una pesadilla, estoy aquí, contigo, princesa – al ver que nada iba a traerla a la realidad, la abracé. La abracé de una manera seguramente incómoda, pero no sabía que más hacer. Me aseguré de que se acurrucara hacia mí, con su cabeza en mi pecho, mientras le acariciaba la espalda con la mano que la rodeaba. Antes de que me diera cuenta, las lágrimas se deslizaban por mis mejillas. La aferré a mí con fuerza. Quería calmarla, quería que las terribles pesadillas la dejaran. Me dolía verla sufrir. Me dolía tanto. Me había dolido desde la primera vez. Me dolía como si me clavaran un puñal en el pecho. Y solo ahora lo entendía. Sólo ahora entendía porque su sufrimiento era mi dolor

Narra Andrea…

Después de tomarme mis medicamentos, me recosté mirando a la puerta. Max tenia que volver. Había prometido no dejarme sola. Y Max siempre cumplía sus promesas. No me di cuenta que me había quedado dormida hasta que vi a Guillermo entrar por la puerta del hospital. Y acercarse peligrosamente a mí. Entonces, me exalté. No, él no podía estar aquí. Me senté y empecé a llamar por Regina, pero no estaba obteniendo respuesta de nadie. Cerré los ojos con fuerza, y cuando los volví a abrir, Regina estaba parada en frente de mí, me tenía tomada por los brazos y parecía asustada. Me senté de golpe. Miré a mi alrededor y me di cuenta de que sólo estaban ella, Andrés y Ale. Volví a la realidad. Y rompí en llanto. Llamé por Max. Llamé por Max hasta cansarme. Sólo escuché a Regina decir: Aplícale un calmante. Y entonces todo se apagó.

Pueessss hoy es día de cap pero les tengo malas noticias. Las matemáticas desde nunca han sido lo mío. A veces hasta sumando y restando me equivoco lo que es inaceptable a mi edad (sueno como ancianita pero soy joven 😂😂) pero, esa no es la mala noticia. No del todo. Bueno, ya que saben que me fallan las cuentas, pues me han fallado. Dije que el beso sería al rededor del capítulo 34/35 pero no se contar y lo escribí en el 36/37 😅🤦🏻‍♀️ no tengo cara para pedirles disculpas porque yo se que esperan ese beso con unas ansias tremendas 💔💔 lo siento tanto. Pero les voy a compensar con un cap extra hoy o el lunes... nos estamos leyendo, porfis no se les olvide comentar 💜

Cuando No Es Como Debería Ser...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora