Capítulo 33

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Eduardo: Max, quiero hablar contigo muy seriamente – sentenció así que me vio.

Max: - Me puse de pie de inmediato y le extendí la mano – Claro que sí, dígame, Don Eduardo

Eduardo: - Me estrechó la mano – Cuídala, muchacho. Cuídala mucho. No sé qué le haya pasado, no me lo ha querido decir, pero supongo que tú si lo sabes. Así como sabes que es mi mayor tesoro. Así que, cuídala mucho, y no la lastimes. Pero, sobre todo, quiérela mucho. Es lo mejor que puedes hacer por ella

Max: - No pude evitar sonreír. Por primera vez no me estaba pidiendo que intentara convencerla a volver con él. – No tiene de que preocuparse, le aseguro que no la voy a dejar sola nunca, y la voy a proteger como si mi vida dependiera de ello. Y puede estar seguro de que ya la quiero

Eduardo: Lo sé. Como sé que tú no eres tan terco como ella. Y te diré lo mismo que le dije a ella. Yo sé que se quieren, y quiero que sepas que bajo ninguna circunstancia me opondría si ustedes decidieran iniciar una relación, porque es evidente que el cariño que se tienen es mucho más que un cariño de amigos. Y quiero que sepas, que, si Andrea decidiera en cualquier repentino momento, como suele ser ella, casarse, me gustaría que fuera contigo. Sé que la quieres y has hecho muchísimo por ella. Y estoy seguro de que ella también te quiere. Y más que amigos. Sólo, no te rindas con ella ¿sí? Y tenle mucha paciencia. Sabes lo testaruda que puede llegar a ser – se rió un poco y yo me quedé sorprendido por sus palabras – Sólo ustedes no se dan cuenta de sus sentimientos. Es evidente para todos nosotros, que lo vemos desde afuera. Lo que ustedes tienen, debería ser más, mucho más que una amistad – me dio una palmada en el hombro antes de concluir – Sé paciente, y no la dejes sola jamás. Cuídala, que ahora está en tus manos – me sonrió y se fue como llegó. Sin más. Y yo me quedé pensando en sus palabras

El teléfono me sacó de mis pensamientos y de aquella sala de espera. Era mamá. Al parecer, había llamado al bufete y no supieron decirle donde estaba. Había llamado a Adriana y ella le dijo que estaba en el hospital, pero que estaba bien. Esa enana sabía guardar secretos muy bien. Y para finalizar, me había estado llamando y yo no le contestaba. Le dije que iría a la casa, que se quedara tranquila. Y en cuanto colgué, vi que efectivamente tenía varias llamadas perdidas de ella. ¿Cómo es posible que no me hubiera despertado el timbre del teléfono del sueño profundo en el que había caído con Andrea? Ya lo sé, porque, como siempre, cuando estoy con Andrea lo único que me importa es ella. Y cuando estoy con ella, solo quiero que este bien. Eso me basta y me sobra para estar bien. Cuando estoy con Andrea, me olvido del mundo exterior y de pronto mis prioridades pasan a segundo término. Por eso no logré escuchar el teléfono mientras dormíamos. La única razón por la que lo cargaba todo el tiempo era porque temía que me llamara Regina con alguna mala noticia. Pero ahora que sé que esta todo bien con Andy, y que sé qué es lo que la trajo hasta aquí, estoy inexplicablemente más tranquilo. Quizá porque volvíamos a ser los de antes. Volvíamos a leernos como libros abiertos como siempre lo habíamos hecho. Quizá su papá tenía razón, y había un sentimiento más fuerte entre nosotros. Pero no. No podía ser. Hemos sido amigos por años, y ahora se presenta esta teoría nueva, de la nada. Aunque si era completamente sincero, y volvía a mis más profundos recuerdos, no era del todo nueva. Pero antes de poder idear más teorías y prestar atención a los fantasmas que salieron de la caja, me di cuenta de que estaba ya estacionando frente a la casa de papá. Bajé y toqué el timbre. Abrió mamá y rápidamente me abrazó con fuerza, como si recién hubiese llegado de un viaje largo.

Margarita: ¡Cielos, hijo! ¡Estaba tan preocupada! Cuando tu hermana me dijo que estabas en el hospital, tuve miedo. Pero ¿de verdad estás bien? ¿No te ha pasado nada serio? – dijo separándose de mí y moviéndome ligeramente para examinarme físicamente

Max: Mamá, estoy bien, no te preocupes – logré decir con una sonrisa al ver como mi madre pretendía ver por encima de mi ropa – Andy es quien está internada, yo estoy bien – entonces su mirada rápidamente buscó la mía y sus manos se estuvieron quietas

Margarita: ¿Pero, cómo? ¿Qué le paso? ¿Está bien? – le guié hacia adentro porque, conociendo a mi madre, era capaz de quedarse allí parada en la entrada hasta que no respondiera todas y cada una de sus preguntas-

Max: Sí mamá, ahora está bien – sonreí mientras nos sentábamos en el sillón de la sala

Margarita: ¿De verdad? ¿Pero qué le pasó? Quiero ir a verla

Max: Lo que le pasó es lo de menos, ahora está bien y no hay de qué preocuparse. Pronto le darán de alta y podrá ir a casa. Y no creo que sea muy prudente que vayas, aún esta convaleciente

Margarita: ¿Cómo que no? Tengo que ir a verla. Todos le hemos tomado mucho cariño y aprecio a Andrea. Además, es mi futura nuera ¿no? – entonces todo se vino abajo.

 
Uy! Se me escapó un cap 😉 y como huyó de mi, no me dio mucha oportunidad de corregirlo, entonces disculpen si hay errores.  Aunque la verdad es que no se escapó, símplemente tuve un mal día y escribir siempre me reconforta. Entonces, he decidido compartirles me creación del día, y decirte que, si igual que yo, has tenido un mal día, animate que aún no termina 💓💜 No olviden dejarme sus comentarios diciéndome si les ha gustado y que les gustaría leer. Y para las que piden beso, un cap menos 🤗🤗 bonita tarde ♥️♥️

Cuando No Es Como Debería Ser...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora