Capítulo 55

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Esa noche no dormí demasiado. Pero no por las razones que pueden creer. Ian pasó fugazmente por mi cabeza, porque en ésta había otra pequeña personita.

Bollito no dejaba de moverse en mi interior.

Y yo no podía estar más feliz con ello.

―Hola, cariño ―susurré en la penumbra de mi habitación, con las manos en mi barriga, dando golpecitos en esta con mis dedos. En respuesta, recibí una patadita, que trajo consigo un montón de mariposas― ¿Tampoco puedes dormir? Sé que quieres jugar y recuperar todo el tiempo que dormiste, pero mamá tiene que trabajar mañana y si no dejas de hacerle cosquillas con tus bracitos y piernitas, mañana va a cargarse unas grandes ojeras y un muy mal humor ―hablé con una sonrisa en mi rostro, recibiendo un toquecito de lo que pareció ser una pequeña manito sobre la mía en respuesta― Prometo que mañana cuando tu abuela vaya a la empresa para sentirte, vas a poder moverte todo lo que quieras. Pero ahora, necesitamos tomar un descanso y dormir un poco.

Como si mi bebé pudiera comprender cada una de mis palabras, detuvo sus incesantes movimientos y luego de un extraño vuelco en el estómago que trago consigo un poco de nauseas, se calmó.

Sonreí sin poder evitarlo, sorbiendo por la nariz sin delicadeza y le di un golpecito a mi barriga con los dedos.

―Gracias, amor. Te amo ―dije antes de girarme y acomodarme en mi almohada para cerrar los ojos y por fin conseguir dormir algo.

Cuando desperté a la mañana siguiente, estaba horrorosamente cansada y cargaba con un molesto dolor de espalda.

No quería levantarme, para qué mentir.

Mucho menos luego de la fiesta que se había llevado a cabo en mi interior la noche anterior. Y para qué hablar de lo otro. Eso me había cansado de forma mental, algo mucho peor que un dolor de espalda.

Pero como había dicho, nadie se había muerto por mal de amores, ni por un dolor de espalda.

Por eso, arrojé las sabanas fuera de mi cuerpo, estiré mis articulaciones lentamente y me levanté de la comodidad y calor de mi preciosa cama, la cual parecía llamarme de vuelta, igual de descontenta que yo con el hecho de partir.

Me duché tomándome mi tiempo, pasando la esponja por mi abdomen y recibiendo una patadita en respuesta.

Podía acostumbrarme a esto, toda la vida... Obviamente no pude evitar que viniera a mí una imagen de Ian conmigo en la ducha, acariciando mi abdomen y limpiándome con la esponja. Cuidándome, queriéndome.

Pero eso no era posible, por lo que sacudí mi cabeza y dejando de lado la esponja, continué lavando mi cabello.

Cuando salí de la ducha me encaminé a mi closet para elegir un conjunto.

Como mis pechos, trasero y cuerpo en general habían comenzado a... acrecentarse, había tenido que hacer unas compras exprés y conseguir algo que entrara en mí.

Tenía deseos de usar un pantalón corto de tela y un top que dejara libre mi abdomen, pero eso no era en lo absoluto algo apropiado para usar en el trabajo.

Me decanté por una falda de tubo color blanco, blusa color granate y blazer a juego con la falda.

Mis rebeldes risos fueron aplacados y estilizados con ayuda de una crema para pinar dándoles un aspecto pulido y bastante agradable.

No tenía deseos de maquillarme, por lo que únicamente apliqué labial del mismo color de la blusa, un poco de delineador y corrector de ojeras.

Cuando estuve lista, salí de mi habitación en dirección a la cocina y me preparé un rápido desayuno que consistía en una ensalada de frutas y un té, obviamente acompañado de mis fieles amigas las píldoras.

My Complement. MADLY IN LOVE #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora