―Cindy, por favor, no puedes seguir así. Mucho menos por él ―me dijo Lily desde la puerta de mi habitación, con el rostro fruncido en preocupación y rabia― te he propuesto diez tipos diferentes de tortura, planteé ayudarte a esconder un cadáver, prometí ayudarte a quemarle el departamento y castrarlo, pero no hay forma de sacarte una sonrisa ―se quejó acercándose a mí y cerrando la puerta detrás de si― No me gusta verte así, tú no eres así. Siempre estas sonriendo no importa qué. Ian no puede cambiar eso, porque eso lo haría malo para ti.
Estaba recostada en mi cama, con un bote de helado de fresa y galletas con chispas sin las chispas porque me daban nauseas.
En estos momentos es cuando más extrañaba poder beber hasta perder la conciencia. Lo único de lo que podía emborracharme era de toda la azúcar que estaba comiendo.
No quería exagerar, pero realmente me sentía cansada y desganada.
Hoy era lunes y llevaba una semana sin ver a Ian. No había ido a trabajar porque no quería verlo, pero contrariamente, lo extrañaba.
Las hormonas no estaban ayudando exactamente.
―No quiero sonreír, ¿está bien? ―murmuré con la voz ronca producto de las brutales horas de canto desgarrado con canciones de notas más altas de las que mis cuerdas vocales podían hacer. Pero no era mi culpa que Christina aguilera y Adele tuvieran tan buena voz y diera unas notas tan alas y agudas.
Christina y Adele entendían mi dolor, o al menos lo hacían sus desgarradoras canciones.
―Tu siempre quieres sonreír, ¡Eres como una maquina inagotable de felicidad y amor! ―replicó tomando una de mis galletas y comiéndola de un mordisco― ¿Vas a decirme ya que fue lo que te hizo ese idiota sexy?
Pensar en él, en sus palabras, envió pinchazos a mi corazón.
No es que estuviera molesta porque dudara de mí, aunque en realidad sí. Pero ni siquiera había compartido sus inseguridades conmigo. Me había ocultado tantas cosas... no confiaba en mí ni en lo más mínimo.
Por eso no podía estar con él.
Pero dolía estar enamorada de una persona que no confiaba en ti. No estar con la persona que amas, era lo peor.
―No vale la pena ―susurré evitando conectar mi mirada con la suya, temiendo que viera en ella todo el dolor que sentía.
―Por supuesto que lo vale. Tú lo quieres, él te quiere, no entiendo como ocurrió todo esto ―me recordó jugueteando con uno de mis mechones de cabello― Ni siquiera se lo has dicho a Jack, Cindy. Tienes que sacarlo, te está comiendo por dentro.
Agaché la cabeza para ocultar que mis ojos se habían aguado.
Sus palabras no dejaban de repetirse en mi mente, como un incesante recordatorio.
Sentía ganas de matar a Miranda. Por plantar esas inseguridades en Ian y hacerle creer que todos se acercaban a él por su prestigio.
¡Jesús! Él era tan guapo, tan sencillo, tan humilde, tan cariñoso, tan... él, que no lograba entender cómo podía ignorar lo mucho que valía como persona.
Porque aunque fuera pobre, gordo, viviera en una caja de cartón y hablara con los gatos, me habría enamorado de él.
―Estoy enamorada de él ―confesé mirándola a los ojos con pesar― loca, estúpida y penosamente enamorada de Ian.
―¿Y eso es malo porque... ―murmuró mirándome confundida.
―Porque Ian no confía en mí. Cree que me embaracé de él por su dinero y fama. Él... él cree que soy igual que Miranda.
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My Complement. MADLY IN LOVE #1
RomanceCindy nunca estuvo hecha para las responsabilidades. Su vida era un desastre, no tenía trabajo y tenía que mantener a su hermano menor. Pero se había propuesto cambiar, ser más responsable y madurar. Aunque lo que definitivamente no se propuso fue...