☆ 13 ☆

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Yoongi se acercó a una de las mesas del café para atender a una mujer que lo había llamado. Ella tenía a una bebé de unos dos años sentada sobre sus piernas.


—¿Qué necesita, señora?

—Más servilletas, por favor. Mi pequeña está haciendo un desastre en la mesa.

—Le traeré algunas, pero no se preocupe. Yo limpio.

—Muchas gracias.


Yoongi fue detrás del mostrador, agarró servilletas para reponer en la mesa, y un trapo. Una vez allí, y luego de haber cargado el servilletero vacío, comenzó a limpiar lo que la bebé había ensuciado.

La chiquilla lo miró con una sonrisa, y le hablaba con balbuceos que Yoongi apenas podía entender. Enternecido, él le sonrió de vuelta y pellizcó suavemente una de sus mejillas. Ella gritó, emocionada por la atención del muchacho, y golpeó con sus puñitos el plato en el cual tenía puré de manzana. Este voló y aterrizó sobre la cabeza de Yoongi. El alimento ensució su cabello, se esparció por su cara y cayó sobre su camisa. La mujer ahogó una carcajada por la travesura de su hija, y cubrió su boca con una de sus manos.


—¡Lo siento!

—No pasa nada. —Fingió una sonrisa.


Después de haber terminado de limpiar, Yoongi caminó hacia la parte de atrás, pero se detuvo al haber escuchado los gritos de su jefe.


—¡Oye, nube con patas! ¡No tardes una eternidad allá! ¡Tienes que atender las mesas!

—Sí, señor Jeon.


Yoongi, luego de haber tomado un par de respiraciones profundas, logró llegar al baño. Allí, mientras se sostenía con ambas manos del lavabo, soltó un largo suspiro. Abrió la canilla y, con el agua, comenzó a lavar su cara. Tuvo que quitarse la camisa para enjuagarla y dejarla secar por un rato, y también lavar un poco su pelo.

De pronto, se oyeron unos golpes en la puerta.


—¿Sí?


La puerta se abrió. Yoongi, alarmado, miró quién se había atrevido a abrirla y vio a Jimin, quien entró sin siquiera pedir permiso. Yoongi gruñó y se cruzó de brazos. Se sentía un poco expuesto sin su camisa. Frunció sus cejas.


—Debiste toc--

—Lo hice.

—Sí, bueno, debías preguntar si podías pasar.

—Oye, no es la gran cosa. ¿Qué haces aquí?


Jimin se acercó al pelinegro hasta quedar a centímetros de su rostro. Yoongi se quedó quieto, congelado, sin siquiera respirar. El menor solo lo olfateó y se alejó de él con el ceño fruncido.


—¿Y por qué hueles a manzanas y azúcar?

—Una bebé me arrojó su plato a la cabeza.

—Uh... por eso no me gustan los niños. —Negó con la cabeza.

—¿Qué haces aquí?

—Vine a secuestrarte un rato. Necesito fotos.

At the Top of my Lists [Yoonmin] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora