La profecía

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Era un día cálido de verano, el viento rozaba la cara del cazador mientras subía la colina, cuando llegó a la entrada de la caverna se limpió el sudor de la frente y cogió el arco largo que llevaba a la espalda, agarro una flecha por la parte posterior, donde están las plumas, y comprobó que la runa tallada en la punta estuviera correctamente escrita. "No se puede matar un dragón con flechas normales" pensó mientras se acordaba de la recompensa. Unos aldeanos estaban asustados pues habían visto un dragón surcando sus cielos últimamente y habían puesto precio a su cabeza pues no se sentían seguros con esa fiera cerca.

Gárret, que así se llamaba el cazador, avanzó con paso firme. Estaba acostumbrado a ver en la oscuridad pero se llevó una grata sorpresa al ver que la caverna estaba iluminada, la luz procedía de unas antorchas colocadas a cada lado de las paredes de piedra y aportaban calidez además de luz.

Siguió avanzando y la siguiente sorpresa no tubo comparación a la que se llevó con las antorchas.. al fondo de la caverna una mujer de cuerpo esbelto estaba de espaldas a él observando un pedestal que tenia encima lo que parecía una piedra ovalada que relucía dorada.

La mujer se dio la vuelta al oír al intruso, vestía un vestido blanco que se sujetaba solo por el cuello tapando sus pechos pero dejando al aire su espalda y que no le llegaba ni a las rodillas. Un brazalete rodeaba su brazo izquierdo adornado por unas runas que Gárret no conocía y una gema roja. Los piés estaban descalzos pero limpios a pesar de ello. El cabello tocado por el fuego le daba el toque definitivo para decir que sin duda era atractiva.

La mujer lo miro a los ojos sin pasar por alto que llevaba un arco en las manos.
- ¿ que haces aquí ? Pregunto ella al tiempo que sus ojos reflejaban un brillo púrpura.

Gárret titubeó - discúlpeme bella dama, me habían dicho que un dragón habitaba esta caverna, pero debí equivocarme en mi ruta pues es obvio que vos no lo sois - dijo Gárret apuntando con la flecha al suelo mientras destensaba su arco

-si, es obvio que no soy un dragón. - cogió aire - ¡soy una dragona!- dijo al tiempo que exhalaba un aliento de fuego.

Gárret se echó a un lado por instinto pero no lo suficiente para evitar llevarse alguna quemadura producida por esa llamarada.

"¿Como es posible?" Pensaba el. Nunca había oído de ninguna raza de dragón que pudiera transformar su forma a una humana.

-Buenos reflejos- dijo la dragona -vete de aquí antes de que te mate, ¡esta caverna es mi morada temporalmente y la defenderé cueste lo que cueste!-

Gárret tenso el arco y apunto pero dudo un instante por ser humano el cuerpo al que apuntaba, la dragona aprovecho ese momento para lanzarle otra llamarada que Gárret esquivo con mucha más facilidad pues ya no le sorprendió.

Rodó a la derecha y se incorporó, esta vez no dudo y soltó la flecha después de tensar la cuerda. Se oyó el silbido de cortar el aire y el golpe seco cuando chocó con la pared del fondo. La dragona lo había esquivado pero un pequeño corte adornaba su mejilla. La sangre violeta, señal de que no era una humana de verdad, corrió por su cara como una lágrima derramada por amor.

-¡Pagarás cara esta osadía!- la gema del brazalete se iluminó como las llamas y la dragona mostró su verdadero aspecto.

Gárret estaba atónito mientras veía como la piel se volvía escama y el pelo cuernos y unas alas se deplegaban en su espalda . Ante sus ojos se encontraba el dragón de fuego más grande que había visto jamas, sus escamas brillaban a la luz de las antorchas color carmesí. Cogió otra flecha.

La dragona lanzó un zarpazo a Gárret que esquivo milagrosamente dando un salto hacia atrás pero esto no evitó que rasgara su camisa y el cinto del carcaj derramando las flechas por el suelo. Gárret se miró el pecho y suspiró al ver que no había sangre pero suspiró aun más al ver que el arco estaba intacto. Sólo tenía un disparo pero ahora era más fácil acertar en el blanco. Espero el siguiente ataque de la dragona, otro aliento de fuego, bastante más grande esta vez debido a la forma verdadera de la dragona. Rodó a la izquierda esta vez, con agilidad tenso el arco apunto al corazón y dejo volar la flecha.

Todo había acabado, el dragón yacía moribundo a los pies de Gárret. El brazalete que después de la transformación se hubicaba en uno de los dedos de la dragona cual anillo se estaba apagando poco a poco. La flecha estaba clavada en el pecho de la vencida. De repente comenzó a hablar.

-Me has vencido justamente.. - dijo con la voz floja
-Tenía una misión.. - se notaba que le costaba hablar.
-Ahora no podre cumplirla..- se quejó por el dolor.

Gárret no entendía nada.. ¿de que misión se trataba?

-¿Puedo pedirte algo cazador?- prosiguió la dragona.

-¿que cumpla tu misión por ti?-pregunto Gárret

-Eso mismo- confirmo la dragona.
-En ese pedestal se encuentra el huevo del elegido...- la dragona necesitó hacer una pausa para coger aliento y sus últimas fuerzas.. no le quedaba mucho tiempo.

Gárret se fijó en lo que en un principio le pareció una roca y claramente se dio cuenta de que era una huevo de dragon-¿El elegido de que?- pregunto Garret

-Es el dragón de la profecía- cada palabra le costaba horrores de pronunciar

-¿profecía?- cada vez estaba más confuso.

-Del agua y el fuego verá la luz el huevo dorado que traerá la paz al mundo con el don del tiempo- la sangre brotaba de las fauces de la dragona a cada palabra.

El cazador repitió despacio las palabras de la dragona intentando buscarle un sentido.
- Supongo que es mi deber.. ¿es tu hijo?- Gárret era un hombre honorable y de haber sabido que la dragona estaba defendiendo su huevo nunca habría aceptado el trabajo.

-que sea hijo mío o no es lo de menos, es el elegido, los huevos de dragón no son dorados. Sólo el del elegido puede ser dorado.- haciendo un último esfuerzo la dragona dijo sus últimas palabras.
-coge el anillo que esta en mi dedo corazon. Pon el huevo en un brasero con ascuas. Cuando el huevo eclosione pónselo al dragón recién nacido. Tomará forma humana y podrás criarlo como si fuera tu hijo. Los dragones aprendemos rápido enséñale a ser el elegido que tiene que ser.. gracias cazador...- se hizo el silencio..

Gárret se encontraba confuso, de una misión de cacería ahora se encontraba con la responsabilidad de criar al elegido de los dragones.. no sabía si podría hacerlo.. pero que alternativa tenía. Se acercó al pedestal cogió el huevo y se decidió a volver al pueblo.. no hacia mucho tiempo que había llegado a la cueva pero desde luego le parecía una eternidad después de todo lo ocurrido.

El Dragón Elegido Donde viven las historias. Descúbrelo ahora