Llegada a Xaldara

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Durante los pocos días que faltaban para llegar a su destino el joven Squall siguió practicando el control de su elemento pero seguía sin obtener resultados. Shilena lo tutelaba y le daba consejos mientras Alborei y Aenor observaban.

Así pasaron los 4 días que faltaban y por fin divisaron Xaldara toda rodeada de una gran muralla situada después de un río que impedía la entrada a la ciudad. Pronto llegaron a la orilla y vieron en la almena un pelotón de elfos guardando la entrada.
Estos alzaron la voz para que los visitantes escucharán lo que decían.

-¿quien pretende entrar a Xaldara? -pregunto uno de los elfos

-yo soy Alborei, los jóvenes que me acompañan son Shilena y Squall, los 3 somos dragones y nuestro amigo centauro es Aenor. -grito

-entonces sois bienvenidos tanto Aenor como tu sois viejos conocidos aqui, disculpad que no os reconociera en la distancia - dijo el elfo
-¡bajad el puente levadizo!- grito a sus compañeros

Estos obedecieron y poco a poco el puente fue bajando hasta permitir la entrada a la ciudad. Los 3 dragones cruzaron el puente y accedieron al interior de la muralla, allí los estaba esperando el elfo que les pidió que se identificarán.

-bienvenidos a Xaldara, yo soy Otis ¿que os trae aquí? - dijo el centinela

-es un placer conocerte Otis, venimos a reunirnos con el consejo de ancianos para ver si pueden prestarnos ayuda- respondio Alborei

-Ahora mismo están reunidos con un emisario del emperador. Tendréis que esperar. Enseñar la ciudad a los jóvenes o ir a la posada a descansar de vuestro viaje. La decisión es vuestra.- dijo Otis.

-¿que queréis hacer?- pregunto Alborei a Squall y Shilena.

-A mi me gustaría visitar el distrito de los runadores-contesto ella

-por mi esta bien - dijo squall

-pues pongámonos en marcha - dijo Aenor

-cuando el consejo este libre para daros audiencia mandaremos a alguien a buscaros- informo Otis.

-perfecto, te dejamos que sigas atendiendo tus obligaciones - dijo Alborei.

El elfo volvió a subir a la almena dejando a los visitantes a su aire. Que emprendieron el camino al distrito de runadores guiados por Alborei y Aenor. El distrito estaba situado en la parte oeste de la ciudad a no mucha distancia. Pronto llegaron al destino.

Allí vieron a muchos elfos tallando el metal con distintas runas, unos trabajaban espadas, otros flechas o armaduras. Shilena se acercó a uno de ellos.

-disculpad que os moleste, podríais decirme para que es esa runa- preguntó intrigada a un runador que trabajaba en una espada

-es para dotarla de poder eléctrico, así paralizará al enemigo si impacta en la armadura o choca su espada contra la tuya, pero el pomo tiene que ser de piedra para que no te afecte a ti.- contesto

-que interesante, parece muy util- dijo ella sorprendida

-lo es, pero no las hago de buena gana.. estas armas son para los ejércitos del emperador, y es bien sabido que no dan buen uso de ellas- dijo apenado el artesano

-sabemos que no lo hacéis por gusto, pero no tenéis más opción, por lo menos de momento- dijo Alborei

-¿cuantos tipos de runas hay?-pregunto Squall cambiando de tema

-bastantes, cada una con su efecto, unos más útiles que otros, ¿buscas alguna en concreto?- dijo el elfo

-la verdad es que no, era solo curiosidad- confesó Squall

El elfo soltó una carcajada al escuchar las palabras del joven dragón

-Soy bastante bueno con el arco, ¿que runa tallariais en una flecha?-le pregunto Squall

-hay varias opciones, pero las más usadas son tres, esta runa eléctrica es una de ellas, otra opción es la de fuego, y la última es para que la punta tenga más filo y penetre mejor en armaduras de metal o las escamas de un dragón - explico el elfo

-pues espero que no talles muchas de esas para el Emperador- bromeó Alborei

Los otros dos dragones sonrieron al igual que Aenor.

-pues tallamos demasiadas para mi gusto- dijo el elfo que no había entendido la broma

-¿que os parece si vamos a la posada? Podremos descansar un poco antes de que el consejo nos reciba - propuso Alborei

Todos estuvieron de acuerdo, se despidieron del runador y pusieron rumbo a la posada, por el camino vieron otros artesanos: herreros, curtidores de pieles, zapateros y carpinteros. Mientras avanzaban hacia la posada fueron comentando lo agradable que había sido el runador y los elfos en general ya que todos con los que se cruzaban los saludaban con mucha educación.

Después de andar una media legua llegaron a la posada, era mediodía y tenían algo de hambre así que entraron en el comedor. Todos comieron lo mismo, primero un caldo elfico por sugerencia del cocinero y después un poco de pescado de río pues casi todos los días habían comido carne y les apetecía variar.

Después de degustar el menú se retiraron a una habitación, la más grande de la posada, que constaba de una cama doble y dos camas pequeñas. Alborei aconsejo a los demás que durmieran una siesta pero el se quedo despierto esperando a que algún elfo viniera a avisarlos de que el consejo de ancianos estaba disponible para recibirlos. Aenor decidió dormir en el suelo pues estaba más acostumbrado a él que a los colchones.

Pasaron dos horas y media hasta que el emisario del consejo fue a buscarlos.

Alborei despertó a sus compañeros y todos se prepararon para presentarse ante los ancianos.

El elfo que los habia ido a buscar espero por ellos para guiarlos hasta la sede del consejo pese a que tanto Alborei como Aenor sabían donde estaba. Durante el trayecto el silencio solo era roto por la palabras de desprecio del elfo hacia el emisario del emperador. Al parecer el propósito de la visita era exigir un aumento de armas y armaduras runadas, algo a lo que el consejo no estaba dispuesto, así que tuvieron que negociar. Motivo por el cual la reunión se alargó.

Cuando estaban llegando a la sede el emisario del emperador estaba saliendo, acompañado de un escuadrón de soldados del imperio. El emisario parecía soberbio, con aires de grandeza como si fuera alguien importante y andaba con paso acelerado, airado. Cuando se cruzó con el grupo de Squall los miro con desprecio y siguió caminando sin mediar palabra. Los dragones, el centauro y el elfo hicieron lo mismo.

Acto seguido entraron en la sede que era un edificio enorme de un material cristalino que le daba un aspecto hermoso. Una vez dentro, el elfo les pidió que esperarán un momento para avisar a los ancianos que ya estaban allí. Aceptaron sin rechistar y tres minutos después el elfo volvió a buscarlos.

- podéis pasar, el consejo de ancianos os esta esperando.- anuncio

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