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— Ivanna. — Me despierta una voz dulce pero temblorosa.

Me siento de golpe en el sofá haciendo un movimiento brusco. ¿Que pasó? ¿Dónde estoy? ¿Quien...?

Entonces. La veo. Es Julieta. Con la maldita carta entre medio de los dedos y los ojos cristalizados. Guardo silencio mientas mis ojos les devuelven la misma imperiosa mirada.

Me abraza sin decirme nada. Cuando me suelta su mirada se llena de ira.

— ¡Anda, vístete! ¡Vamos a la policía! — Me ordena.

Yo frunzo el ceño.

— No... se enfadaría y nos lastimará. — Contesto.

— ¡Tenemos que intentarlo! No te mereces vivir así.

— Estaré bien. — Busco alguna excusa para arreglar la situación. — Estaba pensando que si él dice que quiere verme... tal vez pueda convencerlo de que nos deje de molestar.

Ella me mira con los ojos abiertos como platos, como si me hubieran salido 3 cabezas. Y no la culpo.

— ¡¿Escuchas lo que estas diciendo?! — Me dice casi gritando. — ¡¿Acaso te volviste loca?!

Niego con la cabeza y no le digo nada.

— Iremos a la policía y se acabó el asunto. Levántate y vístete. Si para cuando salgo del baño no lo estas haciendo, te vestiré yo misma y te llevaré a rastras. — Me espeta en tono duro.

— Hay algo más. — Digo intentando levantar la voz.

Me siento vulnerable. Julieta frena en seco y me mira.

— Recibí una llamada. — Le cuento. — De un número privado... cuando contesté un hombre del otro lado me dijo "¿Cuánto creiste que me tomaría averiguar tu nueva dirección?"

Julieta se tapa la boca horrorizada.

— Tenemos que ir... no se que más te tiene pasar. — Me dice al fin para luego irse en dirección al baño.

Se ve que esto va en serio. Decido quedarme callada porque sólo actúa así porqué quiere ayudarme y esta preocupada por mi. Ella esta tan perturbada con lo que me está pasando como yo. Hago lo que me dice, me levanto, me cambio y en silencio salimos juntas a la estación de policía.

                                 ~•~

— Tal ves es un admirador desesperado por su atención señorita... — Me dice el oficial de policía mientras tiene la carta en la mano. 

Frunzo el ceño. Estamos sentadas en la comisaría intentando hacer una denuncia por acoso.

— ¡¿Qué?! — Grita Julieta y yo me sobresalto.

— ¿Usted me está hablando en serio Oficial? Se llevaron su foto cuándo entraron a nuestro antiguo departamento, la llaman y la hostigan. ¡Dígame que va a hacer algo al respecto!

— Mira... no podemos hacer nada por ahora. Ni siquiera tenemos la certeza de que sean las mismas personas los responsables de estos acontecimientos. — Balbucea con serenidad el oficial de policía.

— Nosotras sabemos que es la misma personas... aunque no tengamos pruebas. — Digo.

— Entonces sólo puedo tomarles la denuncia señoritas. — Nos dice. — Cuando se enteren de la identidad de esa persona, vuelvan y veremos que hacer.

Con mi amiga nos miramos. Me muerdo los labios con rabia. Yo sabía que esto no iba a servir de nada. Julieta hace la denuncia mientras que el oficial me mira con el rabillo del ojo. Seguro no me cree y la idea hace que me enoje aún más. ¿Que carajo hice para merecer esto?

Cuando terminamos la denuncia salimos hacia el frío de La Plata.

— Fue inútil. — Le digo a Julieta sin mirarla.

Ella me mira de golpe.

— ¿Que más podíamos hacer? — Pregunta.

— Nada más, pero ahora ese loco de enfadara conmigo y vaya a saber dios que esta planeando hacer conmigo.   

Comenzamos a caminar hasta los taxis en silencio. Agarro del brazo a Julieta y la miro.

— Igual... hay algo más que se puede hacer. — Espeto.

— ¿Que?

— Irme. Volver con mis padres.

Me mira de golpe.

— ¿Lo estas considerando?

— Si... por la seguridad de ambas. Tu no mereces vivir así por un problema mío. — Le digo.

Ella frena en seco y se vuelve a mi.

— Mira Ivanna. Esto no es problema tuyo. Nada de esto es tu culpa, sólo es una persona demente que apareció de la nada... Y si te vas tendré que irme contigo. Después de todo lo que te pasó ¿crees que me quedaré aquí sola? — Me contesta.

— No. No vas a tirar tus sueños a la basura... trabajaste muy duro y es injusto.

— Si. Lo sé. Y tú también ¿O no? Seguramente con todo esto te olvidaste que la semana que viene tienes que volver a la Facultad y a trabajar ¿Donde quedaría tu esfuerzo?

Miro con tristeza al suelo. Ella me toma de los hombros y seguimos caminando.

Ya en casa, preparo una ensalada de almuerzo para las dos mientras Julieta se ducha. Nuestro ánimo esta un poco caído pero bueno tendremos que seguir con nuestra vida.

Mientras preparo la mesa le contesto mensajes de texto a mi mamá y entonces tocan la puerta 3 veces. Dejo el celular y camino hacia allí para ver quien es, pero freno en seco porque un metro antes de llegar vuelven a tocarla pero esta ves mucho más fuerte. Me quedo parada mirando la puerta. Vuelen a pegarle a la puerta pero esta ves parece una patada. Doy un respingo con cada golpe. Julieta sale del baño envuelta en una toalla blanca mientras el pelo mojado le cae como cascada por los hombros. La ducha sigue saliendo. Escuchó los ruidos y salió a ver que pasaba. El corazón empieza a subirme por la garganta mientras que mi amiga observa la puerta con los ojos verdes abiertos como platos.

Vuelven a patear la puerta pero esta ves no se detienen. Palidezco. Quieren abrir la puta puerta. Corro hacia donde esta Julieta que esta esta petrificada del miedo afuera del baño.

— ¡Tenemos que llamar a la policía! —  Le grito y la agarro de los hombros para que reaccione.

Ella me mira con los ojos cristalizados. Al ver que no reacciona decido correr hacia mi celular mientras que nuestra puerta vibra en respuesta a las patadas.

Pero cuando tomo el celular. Las patadas se detienen. Miramos expectantes... Y entonces un sobre blanco se desliza desde afuera hacia nuestro departamento.

Solo contigo [2] (BILOGIA)  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora