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Siento pasos cerca de la puerta. ¿Julián? No me levanto, no me muevo de donde estoy, sólo observo la puerta.

— Tus cosas ya llegaron. Guardare tu ropa. Sólo quería que lo supieras. — Me dice Julián desde el otro lado de la puerta.

No contesto. Sólo me quedo digiriendo lo que me acaba de decir. Así que eso era el timbre. Vinieron a dejar mis cosas. Ignoro las ganas de salir, quitarle mis cosas y traerlas a esta habitación, lejos de él. Por lo menos ahora está mas calmado. Miro para todos lados. Aqui no hay reloj. Deben ser como las 4 de la tarde si no es menos. Cierro los ojos e intento dormir. No puedo. No porque no este cansada sino porque aun estoy afectada con todo lo que me pasó. La camioneta, el secuestro, el sótano, la clínica, el revolver... esa chica, el besándome... él cocinando... su espalda...

Los recuerdos me agarran desprevenida. Él bailando conmigo en esa boda, para luego escabullirse en mi casa y acostarse conmigo. Es un buen recuerdo. Pero no es suficiente en absoluto. Quiero irme lo antes posible. Admito que pensaba en el a menudo pero ¿Esto? Jamás hubiera querido todo esto. Por suerte mis ojos comienzan a cerrarse. No se que pasará cuando despierte, espero que cambie de opinión. Tengo que encontrar la manera para que me deje vivir mi vida tranquila.

Estoy con los brazos atrás de mi espalda. Atada. Amordazada. Inmovilizada. Desnuda. Las sábanas del colchón son de seda y se sienten suaves contra mi piel. Mi torso descansa en una almohada mientras mi cara da al ventanal de donde solo entra la luz de la luna atraves de las cortinas blancas. A pesar de que estoy atada, estoy comoda y la situación es reconfortante.

Siento pasos detrás de mi. No puedo moverme así que solo espero. ÉL, toma mis rodillas suavemente, las levanta y luego las separa, dejando mi culo al aire.

Luces preciosa. — Me dice.

Me quita la mordaza despacio. Yo aún así guardo silencio. Me agarra el pelo y pienso que va a tirar de el, pero solo lo peina con sus dedos.

Esta más largo desde la última ves que lo vi, hermosa Rapunzel. — Susurra con dulzura.

Con una caricia tira mi pelo a un lado y este cae por mi hombro. Me toma de la cabeza y suavemente, apoya mi cara sobre la sabana de seda. Me dejo llevar, extasiada. Él mueve la mano hasta mi nuca, luego recorre toda mi espalda sin dejar de tocarme, hasta llegar a mis glúteos. Comienzo a ponerme inquieta, retorciendome. Acaricia mi culo esta vez un poco más fuerte y puedo sentir como comienza a jadear.

Me muerdo los labios, ansiosa. Con dos dedos acaricia mi sexo y mi cuerpo le responde con un espasmo.

— Mojada, muy mojada. — Susurra con sensualidad.

Lanzo un gemido cuando reconozco la punta de su miembro, acariciando la entrada de mi vagina. Es una maldita tortura. Me da una nalgada y entonces me penetra con fuerza. Grito de placer. Puedo sentir sus respiración agitada, cuando me toma de la cintura con ambas manos y comienza a embestirme sin parar. Mis gemidos salen de mi boca sin que pueda detenerlos.

De pronto sale de mi y me desata las manos. Yo intento levantarme pero el me toma de las piernas y me da vuelta. Me quedo boca arriba, me toma de los pies y me abre las piernas. El se arrodilla sobre la cama y me agarra los muslos. Puedo ver su abdomen marcado pero no su rostro. La luz no le llega a la cara y solo puedo ver una sombra negra.

Con una mano me frota el clítoris. Yo comienzo a gemir. Entonces se detiene. Yo miro a su dirección. Se acerca hacia la luz y entonces puedo ver su rostro. Sus ojos azules me observan pícaros y sus mejillas encendidas me cuentan lo excitado que está.

Dime Ivanna ¿Lista para que te la meta? — Me pregunta mientras me acaricia el sexo con sus dedos.

Si Julián. — Contesto Jadeando.

Entonces me penetra con fuerza y yo....

Me despierto de golpe, agitada y bañada en transpiración. ¿Que? ¿Dónde estoy? ¿Que pasó? Miro para todos lados. Sigo en el cuarto de guespedes. Lanzo un suspiro y caigo a la almohada nuevamente, solo que ahora me destapo. Tengo calor. ¿De que iba todo ese sueño? Nunca antes había tenido un sueño erótico. Jamás. Y menos con Julián...

Me siento en la cama. Miro para la ventana y veo que ya esta anocheciendo. Por lo menos pude descansar un rato largo y Julián no vino a molestarme. Estoy un poco avergonzada conmigo misma por lo que acabo de soñar. Pero luego pienso que es ridículo, porque es algo que no logro controlar. La última ves que tuve un encuentro sexual fue... con el. Y ese mismo día, nos separamos porque le conté mis planes sobre mudarme aquí. Estaba tan furioso. Recuerdo su rostro herido, mientras intentaba cambiarme. Saco esa imagen de mi cabeza rápidamente.

Me levanto de la cama. Quiero ir a laverme la cara al baño y tomar un vaso de agua. Camino hasta la puerta y apoyo mi oreja en la puerta. No se escucha nada. Doy vuelta la llave para abrir la puerta, lo más despacio que puedo. Por cada ruidito que hago, tenso la mandíbula. Cuando ya está abierta, vuelvo a asegurarme de que no se escuche nada y la abro despacio.

Me dispongo a salir de puntillas, pero cuando estoy parada en el umbral, ahogo un grito. Me tapo la boca de golpe. Julián, aun sin remera, sentado al lado de la puerta, con las rodillas abrazadas y con la cabeza gacha. Dormido.

Solo contigo [2] (BILOGIA)  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora