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— ¿Vas a alguna parte? — Pregunta.

Yo sólo lo miro. Salgo de la habitación y al cerrarla noto que mi mano tiembla.

— ¿A buscarme? — Sus preguntas tienen sarcasmo.

— De echo, no. — Contesto sintiéndome valiente.

— ¿A donde vas? — Pregunta caminando a mi al rededor.

— A buscar a Julieta. — Le contesto.

Por lo menos eso es más creíble. Él larga una risa que no tiene nada de gracia.

— ¿Te volviste muy unida con Julieta desde la última vez que te ví no?

Asiento. De pronto su cara es de odio y yo abro los ojos como platos.

— Ella ya se fue a su casa, además ¿Para que la quieres aquí? Esta todo el tiempo "Ay Ivanna, vamos a la policía, vamos a denunciarlo, no dejaré que te hagan daño y bla bla bla " — Comienza a balbucear con un tono un poco más agudo.

— No la lastimes o te arrepentirás... — Espeto en el tono más duro que tengo.

Él vuelve a su expresión divertida anterior, larga una carcajada que no tiene nada de divertida y luego me sonríe tocándose la frente. La sonrisa no le llega a los ojos. Yo me revuelvo en donde estoy parada.

— Que curioso. Martín también me dijo que me arrepentiría cuando le conté lo que quería hacer y ¿sabes que? No estoy arrepentido.

Se acerca hacia mi, yo retrocedo hasta quedar apoyada en la puerta. Nuestras narices casi pueden tocarse.

— Yo no me arrepiento de nada, así que no me provoquen. Ni Julieta... ni tu.

Lo miro con el entrecejo fruncido, aterrada, sin poder contestarle nada.

Una enfermera aparece en el pasillo con una pila de toallas en las manos y nos mira con cautela. Julián reacciona instantáneamente.

— Muy bien amor ¿vamos al auto? — Me pregunta animado y sonriendo para aparentar.

Yo asiento, pero no cambio mi expresión. Él me toma del brazo y caminamos juntos. Mientras nos dirigimos a la salida, veo un montón de gente que entra y sale de la clínica. No llamamos la atención porque nos vemos como cualquier pareja normal. Sin saber lo que en realidad esta pasando.

Salimos hacia la calle, el sol me da en el rostro y el viento me pega en el cuerpo. Abrazo mi bolso pero el frío es abrasador. Él nota mi expresión y me estrecha en sus brazos. Yo me revuelvo incómoda pero me estrecha con más fuerza.

— Ven, tengo tu abrigo en mi camioneta.

Me arrastra por el estacionamiento de la clínica entre sus brazos. Cuando llegamos, reconozco la maldita camioneta negra nuevamente. Él abre el asiento trasero, saca mi abrigo, me ayuda a ponérmelo y luego abre la puerta del acompañante y me hace entrar. No me dispongo a salir corriendo porque apenas puedo caminar. Aún estoy muy débil. Él se sienta en el volante y prende la calefacción. El interior de este vehículo es realmente lujoso. Me retuerzo las manos heladas, nerviosa. Él observa esto.

— ¿Tienes frío en las manos? — Me pregunta.

No llego a contestar porque me toma de las manos y se las lleva a la boca para tirar su tibio aliento, pero yo en un acto reflejo, las quito rápidamente. Me arrepiento al segundo de haberlo echo. Julián me fulmina con la mirada.

— Ivanna... — Me dice.

Tardo en contestar.

— ¿Qué?

— Dame un beso. — Me pide con voz dura.

Quedo petrificada. No, no, no. No puedo hacer eso ¿Qué voy a hacer ahora? ¿Como voy a salir de esta situación? No le contesto, no me atrevo a decir que sí.

— ¡Dame un puto beso ahora! — Me exige nuevamente en voz alta.

Niego con la cabeza, mirándolo con temor y luego aparto la mirada esperando que no me haga nada. De golpe siento que comienza a darle puñetazos a el volante. Yo lanzo un grito, asustada y me abrazo aún más a mi bolso. Cuando para, respira agitadamente. Por el rabillo del ojo puedo verlo con la cabeza gacha.

— Julián... — Balbuceo.

— No hables. — Espeta con dureza.

Me quedo callada. Cuando me volteo a mirarlo noto que lágrimas caen de sus ojos. Levanta la cabeza, mira hacia el frente, a cualquier lado menos a mi. Suspira con fuerza. Luego de unos segundos, enciende el auto y salimos del estacionamiento.

Quiero preguntar a donde vamos pero algo me dice que no quiere escuchar mi voz. Intento hacerme más pequeña de lo que soy. Intentando aparentar que no estoy, pero es inútil. El clima es demasiado tenso.

Luego de 20 minutos noto que llegamos a un parque abandonado que esta rodeado por un descampado y unas casas en ruinas. Creo que estamos un poco fuera de la cuidad. Alejados de todos. No conozco este lugar. Jamas había venido a este lugar. Me tiembla el labio. ¿Qué vamos a hacer en este lugar? ¿Abandonarme aquí? ¿Qué quiere hacer conmigo? O acaso ¿Quiere violarme? ¿Matarme?

Él para el auto. Estamos realmente apartados. Se queda callado y estudia el lugar. No me dice nada. Ni siquiera me mira, entonces no puedo aguantarlo más.

— ¿Qué hacemos aquí Julián? —Pregunto nerviosa

Se queda callado un momento.

— Vine aquí porque... — Se calla de golpe.

Espero su respuesta e insisto.

— ¿Por que aquí qué? — Pregunto, animandolo a hablar.

Él me mira.

— Porque aquí nos mataré.

Entonces se agacha y saca una calibre 22 negra, de abajo de su asiento. El alma se me cae a los pies y el corazón se me sube a la garganta.

Solo contigo [2] (BILOGIA)  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora