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Ambas nos miramos fijamente. Entonces me armo de valor y lanzo una pequeña risita ahogada. Ella me mira con más asco todavía.

— ¿Lo amas verdad? Que patética que eres... — Le digo con voz burlona.

Su pecho comienza a bajar y subir rápidamente. No puedo ver su rostro pero estoy segura que esta conteniendo las ganas de llorar y que le sorprende mi reacción.

— Apuesto que desearías ser tú la encadenada ¿Verdad? — Le pregunto con dureza.

— ¡Desgraciada! — Me grita.

Me pega un fuerte puñetazo en la cara, mi sangre sale salpicada a un costado para luego pegarme una patada en la nariz haciendo que mi cabeza golpeé contra el marco de madera. Yo lanzo un gemido y cierro los ojos con fuerza al sentir un dolor punzante en mi nariz y mejilla.

— Hija de puta... — Susurro con la cabeza gacha.

Ella se para en un pie y luego en el otro antes de salir disparada hacia la puerta e irse pegando un portazo. Siento presión en el rostro. Cierro los ojos con fuerza tratando de contrarrestar el dolor pero no puedo. Ahora tengo el doble de problemas para respirar ¿Por que Julián me haría esto? La sangre me escurre por la nariz y no logro respirar bien. ¡Mierda!

Siento los ojos pesados y siento náuseas.... alguien ayúdeme... se me cierran los ojos. No. No quiero dormir. No... Y entonces pierdo el conocimiento.

                                ~•~

— ¡Ivanna, despierta! — Me grita alguien.

Abro los ojos lentamente. Me duele abrirlos. Respiro débilmente. Apenas entra el oxigeno en mi sistema.Tengo frío... mierda, mucho frío. Siento unas manos tocarme los hombros ¿Julián? Levanto la mirada despacio y no puedo creer a quien tengo enfrente.

Martín me mira con ojos preocupados ¡Pero claro! ¿Quien más que Martín para ayudar a Julián en semejante locura? Esta vestido totalmente de negro y hay una máscara en el piso al costado de él. Tuve que imaginarmelo ¿Cómo puedo ser tan tonta? Tal ves a él pueda convencerlo de que me suelte.

— ¡¿Quien te hizo esto?! — Me pregunta alterado.

— Una chica... con cabello castaño y delgada. — Balbuceo con dificultad.

— Liliana... — Susurra para si mismo.

Entonces se levanta de golpe y desde la oscuridad trae un colchón aparentemente nuevo y lo pone cerca de mi. Se vuelve a ir y de la oscuridad trae más cadenas. El pulso se me acelera. Él toma mis piernas y me encadena los pies. Intento patear.

— Lo lamento, pero si quieres acostarte aquí, tengo que asegurarme que no te escapes.

— Creo que apenas puedo moverme... — Contesto en un susurro.

Cuando termina de encadenarme los pies, corre detrás del poste y libera mis brazos de las cadenas. La sensación de alivio es dolorosa como gloriosa. Me abrazo a mi misma y tengo ganas de recostarme en el suelo. A penas puedo contener el equilibrio. Martín me quita las cadenas y luego me arrastra por los brazos hasta el colchón. Me pongo en posición fetal sin darle importancia a las cadenas de mis pies y siento ganas de dormir de nuevo. Un escalofrío me recorre el cuerpo.

— Ahora vuelvo. Voy a buscarte una almohada y algo para limpiar toda esta sangre... Y también tengo que avisarle a Julián. — Me suelta.

— No... — Le suplico. — Mantén a Julián alejado de mi...

Él me mira y por un segundo creo ver lástima en su mirada pero luego se pone de pie, sube por las escaleras y cierra la puerta despacio. Luego de 10 minutos aproximadamente Martín vuelve. Trae consigo una almohada, una sábana blanca y una cobija de plush. Se va de nuevo y vuelve al minuto con un tazón de agua y una toalla.

Disfraza el colchón de una cama y luego de limpiarme la sangre me acuesta sobre la cama y me tapa con la cobija de plush, estoy tiritando. El se percata de esto y toca mi frente. Me tenso. No me toques.

— Tienes fiebre... carajo. — Espeta.

Yo me hago un ovillo buscando alivio entre tanto malestar pero no lo consigo. Las náuseas son imposibles de ignorar, estoy mareada, me duele la cabeza y el cuerpo me tirita. Intento respirar hondo pero el pecho no me lo permite.

Martín toma un vaso de agua de una bandeja que recién noto, saca una pastilla blanca de su bolsillo e intenta darmela. Yo me niego ¿Que mierda es eso? Sus ojos saltones me fulminan.

— Es sólo ibuprofeno Ivanna. Vamos colabora conmigo... — Me dice en tono duro.

Yo abro la boca y trago con dificultad la pastilla con un trago de agua.

— Por favor Martín... déjame ir... creo que estoy enferma. — No pierdo nada con intentar pedirle que me suelte.

Él me observa un momento con cara neutra pero luego niega con la cabeza.

— Prefiero estar aquí, contigo secuestrada, que volver a pasar este último maldito año que pasé con Julián por tu culpa. — Me contesta con un tono que no puedo adivinar.

Lo miro fijo.

— Sabes bien que su locura no es mi culpa... — A duras penas puedo hablar.

— La pasamos tan mal, que todos nos convencimos que si fue tu culpa... — Suspira cerrando los ojos. — Lo más grave que intentó fue suicidarse 2 veces e intentó tambien ir a matarte una vez... cosa que no logró porque tu ya te habías mudado aquí.

Abro los ojos como platos ¡¿Matarme?! ¡¿Y me lo dice cómo si nada?!

— No pude dejarlo sólo... es como mi hermano. Y no pudimos decirle que no cuando decidió hacer esto. Lo lamento Ivanna. — Me dice antes de salir disparado hacia la puerta.

Yo comienzo a llorar ¿Como voy a salir de esta? ¿Es así como voy a terminar? ¿En el sótano de mi ex novio demente? Con cada segundo que pasa, cada ves es más difícil respirar para mi. Mi pecho quema y veo borroso. El frío es abrazador y creo que la fiebre subió.

No estoy segura cuanto tiempo pasó, cuando siento que la puerta se abre de golpe nuevamente. 

¿Cómo voy a salir de esto?

Solo contigo [2] (BILOGIA)  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora