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Me siento en la cama, ojeando mi libro de biología cuando lo veo parado en la puerta y luego se acerca hasta la cama.

— Ven aquí. — Me pide.

Yo me levanto sin apuro y camino hasta quedar frente a él. Me toma de la cintura y me lleva frente al espejo. El reflejo. Una chica pálida de ojos negros, cabello larguísimo y renegrido, me devuelve la mirada. Atrás, un rubio de pelo muy corto, ojos azules y labios carnosos me mira fijo y me agarra de la cintura. La remera blanca le queda entallada y puedo notar sus pectorales bien definidos. Él me corre el pelo a un costado sin dejar de mirarme. En su mano tiene una cadenita, con un anillo colgado como dije. Me lo cuelga en el cuello con paciencia y luego lo mira mientras me abraza de la cintura.

— No te lo quites jamás. — Me pide.

El anillo que me regaló para mi último cumpleaños cuelga de mi cuello nuevamente.

Me besa en la mejilla buscando mi boca. Yo me volteo y lo beso con dulzura. Rodeo su cuello con ambos brazos. Siento como sus brazos se aferran con más fuerza a mi cintura.

— ¿Me das mi teléfono? — Le pido con la voz más dulce que tengo.

Él me mira un segundo y parpadea.

— Es que quiero hablar con mamá. Los extraño mucho. — Le explico.

Sonríe. ¡Si!

— Espérame aquí, ya vuelvo. — Me dice antes de salir de la habitación.

Vuelve en menos de dos minutos con mi teléfono en las manos. Me lo da pero no lo suelta de inmediato.

— No hagas que me arrepienta. — Me dice entornando los ojos.

Niego con la cabeza respectivas veces. Cuando lo tomo, veo que esta apagado.

— Tengo que ir a trabajar. Los sábados generalmente no trabajo, pero surgió algo y tengo que ir a resolverlo. Trataré de regresar lo antes posible. — Me anuncia.

Lo miro con curiosidad.

— Esta bien...yo sólo acomodaré mis cosas y mi ropa. — Le digo.

— Acomoda y decora todo como tu quieras. Esta casa es tuya. — Me contesta mientras se inclina a besarme la frente.

Bajamos la escalera de la mano y lo acompaño hasta la puerta. Él me toma de la cintura, yo rodeo su cuello con mis brazos y me da un beso de despedida.

— No tardaré. Te voy a extrañar. — Me susurra.

Le sonrío porque no tengo nada que decir. Al salir siento como me encierra con llave. Luego de que se va, comienzo a acomodar todas mis cosas en la habitación. Por suerte una de las mesas de luz está vacía y puedo esconder todos mis ahorros. Dejo mi celular cargando mientras acomodo mis perfumes, cremas y maquillaje encima de una cómoda de madera marrón oscuro. Dejo mi vieja portátil Betsy encima y al lado mi joyero. Abro el placard para guardar mi secador de pelo, mi planchita de pelo y me encuentro con mucha ropa de mujer mezclada con la mía que no reconozco. Lo cierro molesta pensando que él compró todo.

Aburrida bajo y me pongo a explorar la casa. Camino hacia la puerta trasera y corro la cortina. Abro los ojos como platos al ver una piscina rectangular tapada con una lona. Y tres reposeras cubiertas de hojas. Esta todo abandonado. El pasto crecido y las flores marchitas. Siento la necesidad imperiosa de salir a limpiar y cuidar las plantas pero cierro las cortinas de golpe e ignoro mis sentimientos. Camino hasta el sofá y me desplomo ahí, para mirar un rato la televisión. Esos eran mis planes hasta que al acostarme en el sofá mis ojos se dirigen a una puerta detrás de la escalera. El sótano.

Suspiro pensando en lo mal que lo pase allí abajo. Intento ignorarlo. Pero la curiosidad es mas grande. Me levanto y camino lentamente hasta la puerta. Cuando estoy parada frente a ella, lanzo un suspiro, toco el picaporte y lo giro. Pero la puerta no abre. Intento varias veces pero es inútil. Esta cerrado con llave. ¿Por que lo cerraría con llave? No entiendo. La curiosidad me pica. Corro escaleras arriba y reviso cuidadosamente las cosas de Julián. No encuentro llaves pero si dinero, mucho dinero amontonado como si fuera basura en su mesa de luz. Doy un respingo ¿Qué significa esto? Me doy cuenta de que aún no le pregunte de que trabaja. Cierro la puerta de golpe sin tocar nada.

Corro hasta mi celular realmente perpleja. Reviso la batería y veo que esta bastante cargada. Lo prendo y se me cae el alma a los pies, cuando comienzan a caer mensajes de mamá, de Bruno, de Alex, de Mariana e incluso llamadas del número de mis abuelos. Sonrío al recordar que estoy rodeada de gente que me quiere. Y me siento mal por desaparecer varios días.

Busco el número de Julieta y la llamo.

— ¿Nena? — Me atiende.

— Juli. — Sonrío al escucharla.

— ¿Te devolvió tu celular? — Pregunta animada.

— Si, si. — Contesto casi tartamudeando. — Pero tengo que contarte algo... — Le digo nerviosa.

— ¿Qué pasó? — Pregunta perpleja.

— Creo que Julián esta metido en cosas extrañas. Cosas ilegales. — Le digo hablando en voz mas baja de lo normal.

Sé que estoy sola pero aun así no me siento lo suficientemente segura como para decirle. Julieta toma aire y lanza un risita.

— Ay nena, eso no es ninguna noticia. Piénsalo... entrada a propiedad privada, antecedentes psiquiatricos, secuestro, portación de armas. — Comienza a hablar como si no fuera importante.

— No estoy hablando de eso. — Espeto. — Tiene dinero escondido por toda la casa y la puerta del sótano está cerrada como si ocultara algo. ¿Crees que... su "trabajo" sea haciendo cosas ilegales? — Pregunto con preocupación.

Solo contigo [2] (BILOGIA)  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora