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Seunghyun sentía que el momento del acto final se acercaba cada vez más en el teatro en miniatura. Sería perfecto. La fiesta terminándose en lo más bello de la velada, con la luna creciente iluminando el cielo desde el punto más alto. En el salón principal, las mesas se verían desplazadas hacia los bordes para hacer espacio en la pista de baile, donde el vería todos los colores combinarse armoniosamente dentro de una escala perfecta. Ver todo el mundo mezclado con negro, yodo su baile puesto en negativo.

Su nuevo hogar era como una cueva, pero con la parte delantera abierta en toda su extensión, sin impedir la salida de los murciélagos.

Al cruzar la muchedumbre, inclinaba educadamente la cabeza, saludando a los invitados que le miraban sonrientes. Todos esos idiotas de corazones vacíos reunidos en un mismo lugar después de tantos años. Y los condenados seguirían con sus vidas al terminar la cena, sin importarles que hubiese gente afuera muriendo a cada segundo. Sin pensar en nada, como Seunghyun pensaba. El tenía un corazón, de eso estaba muy seguro.

Sus pensamientos volaban de un lugar a otro, como solían hacer desde hace un tiempo. Tenía deseos y sueños macabros, como el de incendiar su Villa, empobrecer a los ricos para que los pobres dejen de odiar tanto, desaparecer todo su dinero y ver que haría el mundo con él al saber que ya no valía nada. El quería dejar de ser odiado, sólo quería un mundo menos miserable para los demás, ya que su mundo era desastroso y oscuro.

Camino con una copa entre sus dedos, siguiendo a paso relajado al príncipe y al ladrón, ellos que tenían la valentía de jugar al escondite en su propia casa.

Permaneció mudó e inmóvil mientras el ladrón intentaba hacerse pasar por negociante. Mientras MinSeok intentaba convencer a Ji Yong de dejarlo e iniciar una solitaria e incierta aventura.

Tomó su tiempo para terminar su copa de vino color sangre. Un vino de tan alta calidad no podía desperdiciarse por asuntos del corazón. En cuanto terminó, sujetó con firmeza el cuchillo de cocina con el que iba a degollar al ladrón como si fuese un cerdo.

— Hyung, tenemos que irnos.— «Nadie ira a ningún lado», pensó el empresario.

— Oh, de hecho, Kim MinSeok, nunca debiste volver.—

Curiosamente, le encantó ver la expresión de terror en los rostros ajenos. Que curioso era pasar de un paisaje de gente sonriente a uno de amantes en pleno pánico. No espero que esos ojos asustado le gustasen tanto. Kim MinSeok era una persona con unos ojos realmente hermosos...

¿Por qué ese muchacho le recordaba a su pequeño Ji Yong tan abominablemente? ¡Si no fuera por ese maldito parecido! Ese ligero, insípido parecido... Nada hubiese pasado de no ser por su obsesión con esos ojos. Esos que activaban su memoria y le hacían evocar con una claridad espeluznante las pestañas oscuras de aleteo de mariposa y las pupilas redondas como canicas coloridas.

— No pensé que tuvieras el valor de volver. Eres más estúpido de lo que pensaba.—

Seunghyun levantó el cuchillo. Recordando con exactitud el procedimiento que repaso una y otra vez en su mente. Se podía considerar un asesino en potencia, si es que no lo era ya, por todas sus grandiosas ideas. Su mente tenía la genialidad de un criminal. Eso era aterrador, ¿Cuándo se volvió así?

Tal vez siempre lo fue. Sólo necesitaba un ligero impulso para activar esa bomba de tiempo, la que estaba pronta a detonar o ya había explotado hace mucho tiempo.

Por un momento, quiso hacer gala de su futuro asesinato, para advertir a la gente del peligro que suponía estar cerca de él.

— Te dije que si no me amabas, me volvería loco. ¿Crees que estoy loco, Kwon Ji Yong?—

Make Daddy Proud || XiuDragon °Donde viven las historias. Descúbrelo ahora