Ceguera «Yoonmin»

3. De fiestas y besos

Después de llegar al bar, los 7 se habían sentado en una mesa lejana mientras conversaban sobre su día, Taehyung era fotógrafo y en ese momento estaba preparando una exposición que lo tenía infinitamente entusiasmado; Kookie era un astuto e intrépido abogado que trabajaba para una de las firmas más prestigiosas del país; Namjoon era administrador de la empresa de sus padres, los Kim tenían una prestigiosa disquera; Jin estaba finalizando sus estudios como chef; Hoseok era profesor de baile en una de las escuelas más famosas de la ciudad.

Finalmente estaba Yoongi, un arquitecto muy prometedor que ya tenía varios proyectos con su nombre y que ahora se preparaba para ser el diseñador principal en uno de los centros comerciales más grandes del país. Jimin los observaba con cierta nostalgia, los quería a todos por igual y cada uno tenía un gran lugar en su corazón.

— ¡Vamos a bailar, que para eso vinimos! — gritó con emoción Taehyung para que su voz fuera escuchada sobre la estridente música.

Todos se movían al ritmo de la música, saltando y gritando con mucha felicidad y algo de alcohol en sus sistemas. Después de innumerables canciones, el cansancio se hizo presente así que uno a uno regresaron a la mesa.

Namjoon y Jin habían desaparecido en una de las esquinas oscuras del bar. Kookie había atrapado a un inocente niño de ojos verdes con el que se había ido antes de comenzar la noche. Así que, en la mesa sólo quedaban los cuatro ya pasados de copas y sonrojados por el alcohol.

Yoongi se acercó por los acolchados asientos hasta Jimin y le susurró al oído con voz ronca y coqueta — Jiminie, ven baila conmigo.

— Hy-ung, e-estoy algo cansado

El de cabello negro le agarro la cintura con delicadeza.

— Vamos, baila conmigo... solo un rato — repitió acercándose aún más a su oído.

Las mejillas de Jimin se incendiaron aún más si eso era posible debido al leve toque

— Pe-pero Hyung...

— No soy el lobo, no te morderé.

Y allí estaba de nuevo esa mirada ardiente que Yoongi le solía dar. Jimin la reconocía no sólo por las múltiples veces en las que lo había mirado de esa forma sino por todas las chicas y chicos que Yoongi se había llevado a la cama con esa mirada.

Jimin lo sabía, en el año que llevaba con ellos, los había conocido en muchos sentidos, pero en especial en sus técnicas de conquista, las cuales Yoongi definitivamente no desperdiciaba, jamás tenía una relación estable, solo sexo de una noche.

Sofocado por las sensaciones y el alcohol Jimin se puso de pie y Yoongi lo siguió despacio. Todos habían desaparecido y en el bar sólo quedaban ellos dos entre un tumulto de otros cuerpos danzantes.

El menor era buen bailarín, eso era innegable a los ojos de todos, Yoongi por su parte se dedicaba a balancearse, permitiendo que Jimin hiciese todo el trabajo. Después de varias canciones y bailes seductores, Yoongi decidió jalar a Jimin hasta un lugar silencioso.

— Hyung que ha-hacemos aquí — las mejillas del castaño estaban más rojas que un tomate y el sutil toque de su hyung a la altura de la cadera le estaba produciendo ciertos espasmos.

— Necesitaba hablar contigo pequeño — su aliento estaba sobre la cara de Jimin y su cabeza solo estaba concentrada en una cosa, sus esponjosos labios.

— Po-podríamos hacerlo en la mesa... —. Él sentía los nervios recorrerle el cuerpo, su espíritu se estaba encerrando en una nube de sensaciones jamás experimentadas.

— Me gusta aquí — puso la mano en su espalda baja y le acercó — Así te tengo sólo para mí.

Y lo que menos esperaba sucedió, Yoongi lo besó, fue un beso largo, baboso y excitante. Jimin jamás lo olvidaría pues era su primera vez. Sin esperarlo el menor le rodeo el cuello con los brazos y Yoongi lo apretó más hacia sí, con la esperanza de jamás soltarlo.