Capítulo 28

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En el trayecto me puse a pensar, él me hacía daño con cada cosa que hacía, y yo en vez de volverme más fuerte me estaba haciendo más vulnerable, más me atraía, más me era imposible olvidarme de él... y entonces Fer dio un giro brusco haciéndome volver a la realidad.

-¿Qué pasa?

-Nos están siguiendo- me dijo-. Agárrate fuerte.

Yo me giré y vi dos motos y un todoterreno detrás de nosotros.

-No será...- dije sin ser capaz de terminar aterrada por la angustia que me producía que pudiese ser ella.

-Si es, Ángela nos estaba esperando, por eso fue a por Iván y a por ti hoy.

-¿Tan retorcida es?

-Sí, voy a intentar despistarles, llama a los demás y díselo.

-Vale- contesté quitándome el casco para poder hablar bien.

Elegí llamar a Fede.

-Fer ven rápido que nos tenemos que ir.

-Soy Diana, escúchame.

-Se te escucha muy mal- me dijo al otro lado del teléfono.

-Ángela nos está persiguiendo- conseguí articular bien las palabras pese a los trotes que me estaba dando Fer.

-¿Dónde estáis?

-No lo sabemos bien...

Y entonces ocurrió lo más temido, un coche nos arrolló en un cruce, saliendo ambos disparados, la carretera estaba abandonada y caímos en el asfalto, yo perdí la consciencia.

Cuando abrí los ojos habrían pasado unos minutos, me toqué la frente por la cual sangraba muchísimo, el tobillo me dolía y apenas podía sostenerme en pie, el hombro me dolía, me lo debí haber dislocado, y tenía el cuerpo lleno de heridas, el vestido roto y las medias igual ensangrentadas por las heridas producidas por el asfalto.

-Fer- chillé. Nadie respondía y empecé a caminar por la carretera como podía en su busca, entonces tras unos pocos metros pude ver a un chico apoyado en una piedra a un lado de la carretera.

-Fer- dije mientras me dirigía hacia él.

-¿Estas viva?

-Claro que sí, y tú también- dije al ver que sudaba y que en la pierna tenía una herida que le hacía desangrarse.

-Ponme el cinturón como torniquete- me dijo dándomelo como podía.

Lo hice como pude mientras me resentía del hombro.

-Pobres- oí una voz femenina detrás mía, era Ángela.

-Eres....- dije pero me corté al ver a los hombres detrás de ella.

-¡Meterlos en el coche!- ordenó a sus hombres mientras nos ponían un saco en la cabeza y forcejeábamos para quitárnoslos de en medio.

El disparo de una pistola nos hizo estarnos quietos, temí que le hubiesen disparado y deje que me metiesen en el coche.

Tras una hora y pico de viaje sin saber a dónde nos dirigíamos abrieron las puertas del coche, me sacaron muy bruscamente, me pusieron unas esposas en las muñecas por detrás de la espalda y me llevaron a un lugar frío, húmedo, donde se podía escuchar las gotas de las goteras caer al suelo. Me sentaron en el suelo, pusieron mi espalda contra una columna y volvieron a enganchar mis muñecas por detrás de la columna, haciendo imposible moverme y encima haciéndome más daño en el hombro.

¿Confías en mí?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora