•Capítulo 4

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Pov's Alaia.







La forma en que Damon me besa me cautiva, me hace alucinar y es aquí cuando corto el rollo, no pienso dejarme ir más allá, me niego a caer en sus juegos malévolos.

— Pedazo de imbécil.— lo abofeteé.— No vuelvas a tocarme ni a besarme nunca más.

Sin esperar su respuesta me alejé lo bastante de él rápidamente como para perderme en la multitud. Mi sangre hierve y la siento en todo mi rostro caliente, no sé cómo pude caer dos veces en su juego, en sus maquinaciones que solo hace para joderme y humillarme ¿Puede existir un ser más malévolo que él? Lo dudo.

En cuanto encuentro a mi amiga la tomé del brazo llevándola fuera del club y una vez afuera le dije que debíamos irnos de ahí. Rápidamente detengo un taxi y subimos, mientras ahí le cuento todo con detalles y me regaña como se debe ¡Fui una estúpida!

— ¡Lo sé! Pero es que me fue difícil resistirme, parecía hechizada.- miré por la ventanilla llevando una de mis manos a la frente.

Fuimos a otro Club que quedaba retirado del de donde estábamos. No quería arruinar nuestra noche.






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Entro a la mansión cerrando la puerta con cuidado, ya que no quiero despertar a mi nana. Menos mal mis padres aún no llegan de su viaje.

Decidí venir a mi casa porque no soporto estar más con Hanna y su novio teniendo sexo todas las noches. Hanna no le es fiel a su novio y nosotras pensamos que él tampoco. En realidad su noviazgo parece más una relación de amigos con derechos.

Subo las escaleras con mis tacones en mano y entro a mi habitación, cierro la puerta y me recargo en ella soltando un suspiro, no obstante, mi mini momento de paz no dura mucho al ver una sombra oscura en mi habitación. Cuando iba a gritar una mano tapó mi boca.

— Shh ¿Creías qué podías pegarme e irte cómo si nada?- reconocí la voz ronca de Damon.

La habitación estaba oscura, sin embargo, la luz de la luna se filtraba por la ventana y me dejaba ver un poco sus ojos.

— Me humillaste ¿Qué querías que hiciera?- refuté quitando su mano de mi boca.

— Eres una puta fierecilla.- Su tono de voz era gélida ahora, es así casi todo el tiempo.— No suelo llamar con estas palabras a las mujeres, pero tú sacas lo peor de mí y eso que te he visto pocas veces.

— Una que tú también deseas y eso lo dejaste muy en evidencia, así que no intentes dejarme a mí como la única.- toqué el bulto que sentí en mi pelvis.— Y esta es la prueba.- apreté su miembro y un gemido escapó de su boca. Me mira fijamente y se lanza a mis labios.

RUTHLESS [Editada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora