•Capítulo 2

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Pov's Damon.



Salgo de la sala de juntas, estoy en la empresa de mi padre. La reunión fue para hablar sobre la traición que nos hizo Novak, un ruso que era socio de mi padre. Se atrevió a meter droga en nuestro territorio sin ningún permiso. El trato era que nosotros le pasábamos la droga a ellos. Todo para ganarse unos pesos de más con una banda insignificante. Los pocos miembros de la banda ya no están en la faz de la tierra. Sólo falta él y su gente.

— Anoche no fuiste a mi apartamento.- siento una mano coger mi brazo. Se trata de Holly. La miro con el ceño fruncido y ella aparta su mano.

— ¿Y?- Pregunté.

— Pues me dejaste esperando.- Dijo entre dientes.

— Me importa lo más mínimo.- subí al ascensor. Ella se quedó mirándome molesta.

Holly Bramson, es la hija del socio mayoritario de mi padre. Desde la adolescencia me crié con ella, ya que ella antes estaba en un internado. Es una mujer despampanante, astuta, calculadora e inteligente. También está involucrada en este mundo oscuro y sabe de los negocios.

— ¿Vas a ir al ring hoy?- Pregunta Ian cuando me lo encuentro en el living del edificio.

— No, tengo otro asunto.- Respondo saliendo del edificio.

— ¿El de la chica de anoche? Adrien, me comentó algo.- me siguió.

— Adrien es una chismosa.- Gruñí.— Si, ese es el asunto.- Respondí a su pregunta y me detengo junto a la puerta de mi auto.— Nos vemos después.- subo a mi auto.





Pov's Alaia.




Me encuentro más que nerviosa por lo que puede pasarme en una hora. Aunque Hanna, se encuentra más angustiada aún.

— ¿Piensas llevar eso? ¿Para qué?- Pregunta abriendo sus ojos grandemente.

— Para defenderme. Si intenta matarme voy a pelear por mi vida. Al menos si muero, moriré con dignidad.- Dije escondiendo la navaja en mis botines.

Desde los diez años me han gustado las navajas. Tengo recuerdos donde mi padre me enseñaba defensa propia y después de rogarle mucho, me enseñó a usar la navaja. Eso fue antes de que se cegara más por el dinero.

— ¡Estás loca! Eso sólo puede poner peor las cosas.- Habló con preocupación.— Él es de armas, seguro debe llevar una.

— No me importa, la llevaré y punto.- Digo decidida. Aquí es cuando aparece mi osadía.— Me voy ya, el puerto queda un poco retirado.- Dije mirándo el reloj colgado en la pared de mi habitación.

— Déjame ir contigo.- ruega tras de mí.

— No, cariño, no pondré en riesgo tu vida por mi culpa.- Dije la abracé. En momentos así o similares es de la única manera que nos ponemos cursis.— Promete que no vas a decirle a nadie. Tú más que nadie sabes el poder que tiene ese hombre, sé que no me contaste todo y lo entiendo. Pero por favor no hagas nada que pueda ponernos más en peligro.

RUTHLESS [Editada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora