RUTHLESS [Editada]

•Capítulo 30

Maratón 3/3

🖤🖤🖤

Pov's Damon.

Ha llegado la hora de que mi madre se enfrente a Leonard. Quería estar presente pero ella se negó totalmente, sin embargo, estoy afuera del despacho por si se atreve a hacerle algo. Nat está sentada a mi lado moviendo su pierna con nerviosismo.

— Tranquila, Nat.- Dije colocando la mano en su pierna.— Él no podrá hacerte nada. Igual si no quieres no hablas con él.

— Si quiero hacerlo, lo necesito, Damon.- afirma con seguridad.— Quiero saber porque mi papá se atrevió a hacer tal cosa.

— Está bien, pero estaré contigo allí. No pienso dejarte sola.- Dije mirándola.

— Gracias, Damon.- me abrazó.— Tú me darás más fuerzas.- se acurruca en mi pecho.

Paso mi brazo por sus hombros y la abrazo también. A pesar de que ha estado molesta conmigo, sigue viéndome como su apoyo y eso me alegra.

Media hora después sale mi madre y Leonard detrás de ella. Al ver a mi hermana se queda helado en su lugar y sus ojos brillan por las lágrimas a punto de salir. Primera vez que veo a mi padre en estas condiciones... vulnerable.

— Hija.- tartamudeó en un susurro.

— No me llames así.- profirió Nat con voz firme.

Mi hermana se puso de pie y caminó hacia el despacho. Leonard la siguió y me puse de pie también.

— No te preocupes, mamá.- Bramé y deje un beso en su frente.— Estaré con ella.

Fui hacia el despacho y entré encontrándome con una escena aún más sorprendente para mí. Leonard queriendo hablar, pero Nat no lo dejaba. El implacable Leonard siendo vulnerable y permitiendo a otra persona que lo calle.

— ¡Mandaste a matar a tu propia hija! ¿En qué pensabas haciéndole daño a una inocente? Así hubiese sido hija de Leandro yo era inocente, no sabía nada del mundo asqueroso en que vivimos.- estalló en llanto.— No eres un padre de verdad, no lo fuiste conmigo y menos con mi hermano quien ha sufrido todos estos años a tu lado y por eso te odio más.- Espeta temblando de ira.— Mira en lo que lo has convertido ¡En un asesino despiadado!- Grita lo último dejandome sorprendido y helado porque eso ella se supone que no lo sabía.— Ahora mi hermano no puede amar a una buena mujer, ni tener piedad con las personas.- Dijo sollozando.

Leonard mira el suelo todo el tiempo apretando sus labios. Luego de un rato se arrodilla en el suelo y junta sus manos.

— Perdóname, hija.- suplicó.— Lo mismo tú, hijo. Perdónenme por lo que les he hecho.- no pudo más y sollozó.