Capítulo 35 | Te amo

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(P.O.V. — Christian)

Muevo mi brazo derecho y palpo el sitio donde debería estar mi esposa, pero solo hallo el vacío y el frío en aquel lugar. Me incorporo y a pesar de la penumbra no logro ver su silueta en ninguna parte del espacio y menos sentir su presencia en la habitación. Me levanto de la cama y camino hacia el baño, pero no la veo, me empiezo a preocupar y a impacientarme imaginándome lo peor, salgo de la habitación y cruzo el pasillo de nuestro hogar rápidamente.

— ¿Ana? — La llamo mientras bajo los escalones que llevan hasta el salón — ¿Anastasia?

No recibo respuesta, en su lugar solo escucho sonidos procedentes desde la cocina. Camino de puntillas hasta llegar al lugar, puedo ver claramente a Ana devorar un sándwich de jamón y queso con suprema necesidad, no le quita la mirada a su alimento como si temiera que se le fuera a desaparecer de las manos.

—Entonces aquí estabas — Ella se sobresalta al escuchar mi voz y se aferra más a su sándwich.

—Hola — me habla con la boca llena aunque trata de taparse con una de sus manos — tenía mucha hambre.

—Eso veo — sonrió mientras me cruzo de brazos y me recuesto en el refrigerador — no has dormido nada ¿verdad?

Asiente mientras limpia una esquina de su boca con una de las servilletas que hay sobre la encimera. Últimamente no duerme mucho, el bebé la mantiene despierta en las noches y en el día logra dormir por periodos cortos de tiempo y me preocupa aunque la doctora Green dice que es normal entrando en el último periodo del embarazo, pero no me gusta para nada eso.

—Sabes que últimamente me cuesta dormir y Teddy no me ayuda mucho — sus ojos se ven realmente cansados, sus ojeras son evidentes y las bolsitas bajo sus hermosos ojos son muestra evidente de su cansancio — ya falta poco.

Eso me hace estremecer.

—Nena, me mata saber que no estás bien— susurro llegando a su lado y besando su frente — estas tan cansada... se te nota. Ven vamos a la cama y descansamos, aún falta tres horas para ponernos de pie, quizás puedas descansar un poco...

—Okey — toma los trastes y los pone en el lavavajillas y luego se lava las manos — ahora si vamos a ver amanecer — sonríe, le encanta las vistas desde nuestra habitación hacia el Sound, ver amanecer se ha convertido en uno de sus mayores pasatiempos, la puesta de sol el mejor momento del día. Y me encanta observar como disfruta algo que para otros no significa absolutamente nada... para mi era así hasta que la conocí, ella me enseño a disfrutar de aquello que ante los ojos de los demás es simple, la belleza de lo simple es maravillosa cuando se ve a través de los ojos de alguien como Ana, mi Ana.

Ya de nuevo en la habitación y enredados entre las sabanas la siento suspirar.

—Trata de dormir — susurro en su oído. Acaricio su vientre y siento el movimiento en su interior — Theodore Raymond Grey Steele debes dejar dormir a mami, porque está demasiado cansada.

Anastasia suelta una risa floja y cuando levanto mi mirada hacia ella niega con la cabeza.

—Tú voz lo altera más, siente como patalea dentro de mí — hace una mueca.

—Sé que me has dicho que no te duele pero... ¿estas segura que no te duele?

—No, no me duele, en ocasiones me molesta pero no es por dolor... es algo como una incomodidad entre mis costillas, que en ocasiones me deja sin aire y es bastante agobiante.

—Lo siento — hablo en un murmullo.

—¿Que sientes? — me pregunta Ana mientras pone una de sus pequeñas manos sobre las mías. — llevar en mi interior un hijo tuyo es un premio y un gran honor... amo sentirme así, ¿y sabes qué? — Niego con la cabeza — no cambiaría nada de esto, cada sensación, molestia, hinchazón o síntoma a veces desagradable vale la pena porque dentro de poco te dirá papá y a mí me llamara mamá.

TÚ MI CURADonde viven las historias. Descúbrelo ahora