•Capítulo 2: Juntos•

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Kakarotto

Los músculos de mi cuerpo se relajan con el agua caliente de la tina.

Vencer a Freezer fue sólo el comienzo, necesito hacerme más fuerte, Vegeta ahora mismo debe estar entrenando dónde sea que esté, si regresa no dejaré que me venza. Aún me debe una buena pelea.
Cierro los ojos. Pienso en todo lo que ha sucedido desde que vine aquí por primera vez. Los líos con Raditz, Vejīta, Celery.

Me incorporo cuando escucho la puerta abrirse. Es la mujer, lleva una toalla en una mano y ropa limpia en la otra. No me dirije la vista, es como si fingiera que no estoy.
Sigo con la mirada cada uno de sus movimientos. Deja la ropa en una estante y se aproxima a la bañera.

Desata el listón del cuello de su vestido. Acto seguido es su cabello, cae como una cascada hasta sus caderas, se le ha dado la costumbre de amarrarlo por completo en un bollo, nada comparado con la coleta que se hacía cuando la conocí. Está concentrada en sus acciones, cuando termina de desabotonar su ropa la desliza lentamente por sus hombros, dejando ver su pálida y blanca piel, deja caer el vestido hasta sus tobillos y queda en un delicioso conjunto de lencería azul marino. Sus pechos le aprietan el sostén, observo la línea que los divide y me muerdo los labios.
Desliza sus manos por su vientre y sube a esa prenda, la desliza por sobre su cabeza, liberando sus enormes tetas cargadas de leche. Aún amamanta al crío a veces, eso explica por qué no ha dejado de lactar, conciente mucho al mocoso para mi gusto.

Arroja lo que se quitó al suelo y continúa, se inclina hasta sus rodillas, los senos le cuelgan del pecho, sube otra vez y sujeta la tira de sus bragas. Recorre sus piernas con esa última prenda y se deshace por completo de su ropa. La tengo desnuda frente a mí.

Miro sus pezones, rosas y sin erguir todavía, su vientre plano, entrena menos pero no le ha quitado su físico, su entrepierna, y la leve capa de vello que oculta lo que es mío.
Voy a su cara, sigue sin dirigirme la mirada. Sus ojos observan el agua, se abraza a sí misma y entra, un pie después del otro.

Suspira en cuanto se sienta por completo en el agua caliente. Toma el jabón y se frota. Está consciente de que la estoy viendo, es por eso que ni se apresura en lo que hace. Le gusta encenderme primero.
El jabón pasa por la piel de sus brazos, por su estómago y también su cuello. Observo su mordida y siento mis colmillos con la lengua, la luna llena está cerca.
Después de que al fin termina con su cuerpo y cu cabello se echa agua en la cabeza. Se sacude y ahora sí me observa.

Sonríe de lado.
Sujeto su brazo y la hago sentarse sobre mi miembro que se irguió desde hace rato. Se queja.
Me apodero de su cuello, y ella sostiene mi cabello, levanta la cabeza haciéndome más fácil el trabajo, juntándome sus pechos a la cara.

-Ah, grr, Kakarotto... -Habla en tono de súplica.

Me separo y la hago voltear, ahora es su trasero lo que se restrega en mi pene. Abrazo su cintura y levanto las manos a sus pezones, estos se ponen duros cuando los toco.

-¿Qué quieres, mujer? -Pregunto en su oído al momento que muerdo su lóbulo y bajo una mano para acariciarle la vagina por debajo del agua.

No sabe de dónde agarrarse mientras se retuerce del placer. Flexiona las rodillas y aprieta los ojos. Se estira gimiendo, me estoy excitando y ella ya está húmeda.
Únicamente se oye el ruido de nuestros labios pegándose y el agua chapoteando, mojando el suelo del baño.

Lo Que Pudo SerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora