•Capítulo 11: Otra•

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Vegeta

Le acaricia la cabeza, desde su ancha frente hasta sus mejillas mientras este tiembla. Desde que llegó herido, el compañero de Gohan no ha despertado.

Bulma le dio una habitación y por ello ahora está recostado.
Milk no deja de observarlo y acariciarlo, está muy débil como para comerse una semilla, pero su cuerpo es fuerte y no está tan herido como para que muera.
Sólo necesita descansar.

A un lado de la cama, el Gohan del futuro se encuentra arrodillado sujetando su mano. Lo cubre de nuevo con la sábana y le quita la gorra. Descubre su cabello y bajo los brazos que tenía cruzados.

La de pelo negro lo nota, se levanta de la silla y me mira por sobre su hombro izquierdo, con el rabillo del ojo.
Se inclina, besa la frente del que está inconsciente.

—Cuida de él, Gohan. Necesito tomar aire —Dice con firmeza.

Cruza junto a mí, pasando de largo.

Antes de ir tras ella escucho al hijo de Milk sollozar y disculparse.
Ladeó la cabeza y abro la puerta para salir.

La observo caminar. Sus anchas caderas y trasero se mueven de un lado a otro, su cabello negro se balancea lentamente. Tiene los puños cerrados, no quiere voltear hacia atrás por ningún motivo.
Inhalo.

Huele igual que a cuando fue al torneo de artes marciales, a buscarme.
Muy diferente que a la Milk de esta época, la que tengo frente a mí está limpia.
Su aroma natural, sin un rastro del de Kakarotto.

Apresuro el paso y sujeto su brazo, gira inmediatamente, con un semblante amenazante, levanta de forma rápida su puño para volver a golpearme.
Esta vez la detengo con mi brazo, y ahora le sujeto ambos.

Junta las cejas y levanta la rodilla derecha con la intención de darme en mis partes, nuevamente la detengo. Eleva su ki.
Elevo el mío, me transformo en Super Saiyajin frente a sus ojos.

No hace gesto alguno.

Cierra los ojos y acerca su rostro al mío, mezclando nuestras respiraciones. En un intento de juntar nuestros labios, imito su acción.

¡Carajo!
Esto duele.

Mi transformación desaparece en cuanto su rodilla logra darme mi entrepierna.
Me cubro ahí arrojándome al piso.
Maldita sea, me tomó desprevenido.

Elevo la vista para verla con un aura fría rodearla.
Mirándome fijamente con el ceño fruncido.

—Ya tienes una mujer, y espera un hijo tuyo, que te quede claro eso —Dice de forma sombría.

—¡Tú fuiste la que se me insinuó!

—Dos —Interrumpe, apartando la mirada de mí hacia la puerta principal— Para mí, Vegeta, tú moriste de una enfermedad hace años. Para mí no existes, estás muerto.

Me quedo sin palabras, siento cómo la garganta se me seca con lo que dijo.
Vagamente, esta no es la Milk que conozco.

Bajo la cabeza y suspiro al suelo, levanto una rodilla aún con dolor y me pongo de pie.
Acomodo mi muñequera derecha y la miro a los ojos, no tengo que moverme hacia ningún ángulo, queda frente a mí simplemente.

Lo Que Pudo SerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora