•Capítulo 9: Mía•

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La mira con los puños cerrados y el ceño fruncido. La luz de la luna entra por la ventana, dejando ver la silueta de su enorme cuerpo y el brillo de su energía incrementada. Mira a su mujer, temblando como un conejo que ha sido atrapado.
Aspirando una y otra vez, sintiendo desde la distancia ese agrio olor impregnado en su ropa.

Kakarotto

-Quítate la ropa -Le exijo.

Un minuto más con ese asqueroso olor en su vestido y juro que se lo rompo.

-¡No! -Me reta. Terca- No estoy aquí para cumplir tus fantasías cada vez que se te antoja. Si yo no quiero no puedes obligarme.

Levanto una ceja.
Río.

-¿Crees que te digo que te desnudes porque quiero sexo? -Sus mejillas se tornan rojas y asiente apretando los labios- Te equivocas. Simplemente apestas al príncipe y me da asco.

Desvío la mirada.
Se ofende.
Su enojo comienza. Chasquea la lengua.

-Pues justamente eso estaba por hacer, no sé a qué te refieres pero también estoy sudando -Dice. Gira y camina al cuarto de baño. Su transpiración no es lo que me molesta.

Sus piernas tiemblan a cada paso que da.

Me transporto a donde ella justo cuando su mano estaba por abrir la puerta.
La empujo a la pared.

-Suéltame -Musita mostrando los dientes. Como hembra en celo.

Se estremece apenas mi nariz se sumerge en su cuello, aspiro cuatro fragancias en ella.
El de ella, el de su asquerosa loción, el del príncipe, y sobre todo el mío.
Hoy voy a divertirme.

-¿No sabes a qué me refiero? -Abro la boca y atrapo su oreja, vuelve a temblar. Vuelve a decir que la suelte. Abro sus piernas con rudeza y cubre su boca para no gritar- ¡Me refiero a que quieres entregarte a Vegeta!

Levanto la voz.
Niega.

-¿¡De qué estás hablando, maldita sea!? Ya lárgate a entrenar -Intenta irse, agarro sus muñecas.

Vuelvo a abrir sus piernas y las pongo alrededor de mi cintura.
Logrando que se trague un gemido en cuanto mi pene choca con su entrepierna.
Muevo mis caderas, fingiendo que la penetro.
Quiero que se moje.

-¡Ka-ah, Kakarotto, déjame! -Cierra los ojos- ¡Si hubieras venido Vegeta no se me hubiera acercado! Mmh...

La sangre se calienta en mi cuerpo cuando pronuncia ese asqueroso nombre.
Vegeta no creció como saiyajin. Es muy poco probable que sienta lo que yo, muy difícil que controle sus impulsos.

No sabe, no siente este ardiente sentimiento dentro de mi ser.

Dejé todo, renuncié a todo por esta mujer.
Su crío es mío, sus gemidos son míos, su coño es mío, ella es mía.

-Mía y de nadie más.

Meto las manos bajo su vestido, aprieto su trasero con ambas manos.
Ya está húmeda.
Ansía sexo.
Su excitación me está poniendo.

Subo las manos para tocar sus senos.

El calor incrementa en mi pecho.
Me separo al notar la bola de energía que estaba formando en su mano.

Lo Que Pudo SerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora