Lo Que Pudo Ser

•Capítulo 25: Dejar ir•

Milk

El llanto incesante de Trunks aún resuena en la llanura.
Como un niño que se ha caído de bruces y raspado las rodillas, se encuentra en el suelo. Golpeando la arena y levantando polvo con impotencia. Su cabello rubio ha vuelto a ser lavanda, y la energía de su cuerpo cambia de manera repentina.

—¿¡Por qué no me dejaste pelear?! —Dice con voz estridente, reclamándole a su padre recién fallecido— ¡Te dije que podía hacerlo! ¡Por egoísta, tú, siempre has sido tú siempre!

Se tira en la grama y cubre sus bellos ojos azules bañados en lágrimas.
Siento que mi labio tiembla ante la escena y ante la perturbación de saber que Vegeta... Se ha ido.

Gohan, quién hace unos momentos estaba junto a Kakarotto, ha soltado su mano y corre hasta colocarse junto a Trunks.
Lo hace levantar la vista y mirarlo. Mi hijo, temblando y dudoso, lo abraza con fuerza y coloca su rostro en su hombro.

La Milk de a mi lado, intenta correr de igual forma y alcanzar a Trunks en su dolor. La detengo, no me parece el momento. Gohan y él, están calmándose a sí mismos.

El grupo del tal Míster Satán, se encuentra entre unas rocas, escondidos. La joven de cabello negro parece que se desmayó. Sus ojos permanecen cerrados y su rostro tiene algunos raspones.
Algo no me agrada en ella.

Sacudo mi cabeza.

Dirijo mi vista a Kakarotto y este ladea la cabeza para verme.
Parece que no, pero está confundido y sé que se siente de cierta forma, mal, y quizá culpable, por lo que ha pasado con Vegeta.
Bajo la vista, aún podemos revivirlo...
No...

Mierda.

Doy un paso hacia adelante intentando creer que esto ya ha terminado por completo.

Pero algo sucede. El suelo comienza a temblar y un estallido lastima mis tímpanos.

—¡Gohan, Trunks! ¡Muévanse de ahí! —Grita el Señor Piccolo apenas una explosión sacude el lugar.

Cuando me incorporo comienzo a tiritar ante lo que veo frente a mí.

Maldito Cell.
El sacrificio de Vegeta fue en vano.

Cell vuelve a aparecer, el odio de Trunks incrementa a la par que su energía, cargada en ira.
Gohan está asustado, desconcertado y decepcionado.
Trunks maldice en lo alto.
Gohan retrocede.

Una parte mía quiere correr junto a mi hijo, abrazarlo y consolarlo, defenderlo y yo misma pelear contra ese monstruo.
Pero, por otra parte, debo dejar de sobreprotegerlo. Confiar en él.
Para eso lo ha entrenado su padre, Kakarotto.

Cuando el Señor Piccolo se dispone a atacar, Trunks se le adelanta.
Con un golpe certero, lleno de rabia, ataca el abdomen de un Cell apenas formándose.

Y como si su punto débil fuera su regeneración, comienza a tener arcadas y a retorcerse.

—¡Ataca, Gohan! —Grita mi yo del futuro junto a mí.

Repito lo mismo.
Pero Gohan no oye, sigue asustado.

—¡No! —Interviene Trunks— ¡Mató a mi padre! ¡Y yo cobraré venganza!