•Capítulo 13: Paradoja•

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Milk

-Mucho gusto, madre.

Mi corazón no deja de palpitar con rudeza, no siento mis piernas y es como si mis ojos se prepararan para liberar lágrimas.
Juro que siento mi cabeza a punto de explotar y los oídos zumbando, no entiendo nada de la explicación que acaba de darme Bulma.
Creo que ni siquiera le presté atención por lo perdida que estaba.

Por el rabillo del ojo izquierdo observo a mi Gohan jugar con Tama, el gato del padre de Bulma. Siempre le han gustado los animales a mi pequeño, lo acaricia y lo levanta mientras cae al césped, su ropa se ensuciará pero ahora eso no me importa.

Vuelvo la vista al joven frente a mí, aún tiene la mano con la palma extendida esperando que yo la tome.
Sonríe mostrando sus blancos y perfectos dientes, eleva los ojos, estos brillan increíblemente. ¿Cómo pude no reconocerlo la primera vez?
Es como ver a su padre en cuanto a rostro, si este se manifestara alegre la mayoría del tiempo.

-¡Gohan! -Mi boca puede articular palabra.

Alejo su mano y termino por abrazarlo, es mucho más alto que yo, creo que más alto que Kakarotto incluso. Escucho su risa mientras corresponde, sujeta mi cintura, me coloco de puntillas, revuelvo su cabello largo, necesita un corte. Y una ola de nostalgia invade mi cuerpo sin razón.

-Te pusiste muy guapo -Exclamo sin buscar otra cosa que decir.

Vuelve a reír.
Supongo que por ello me siento así.
Tras todo lo que ha contado, todo el sufrimiento que ha pasado en su mundo, el poder reír de la forma en la que lo hace ahora es algo increíble.

Me separo de él y vuelvo a examinarlo de pies a cabeza.
No puedo creer que sea mi Gohan, el niño que cuido y que ahora mismo juega con un gato. Es todo un adolescente, alguien firme y respetuoso.

Sonrío levemente y le acomodo la chamarra de CC que lleva puesto. Giro mi vista hacia el árbol donde Kakarotto está respaldado, con los brazos cruzados y la misma expresión de siempre.
Suspiro.

Ayer por la noche llegó raro al castillo, no dijo palabra alguna y tampoco hicimos el amor. Hoy en la mañana cuando dije que Bulma nos citó, no dijo nada, no se opuso ni se fue a entrenar.
Lo conozco lo suficiente como para saber que algo no anda bien con él.

-Dime, Gohan ¿Quién te entrenó para que te pusieras tan fuerte si en tu tiempo, Vegeta está muerto? -Pregunta Krillin logrando que mis pensamientos se esfumen- No fue tu padre, ¿O sí? -A mí me dedica una mirada pícara, queriendo decir algo más.

Ladeo los labios y observo los ojos de Gohan, bueno, el que viene del futuro.
Agacha la vista y sus mejillas toman otro color diferente al de su pálida piel.
Cada facción de él sigue asombrándome, es igual a Kakarotto, igual a mí.

-Después de que el Señor Vegeta murió, mi madre estuvo dispuesta a que el Señor Piccolo y mi padre me entrenaran, lo hicieron por una semana, hasta que los androides nos encontraron y los asesinaran. No recuerdo mucho de ellos desde entonces -Dice, su tono es neutro, no percibo tristeza en él. Eleva la cabeza y me mira con una cálida sonrisa- Así que sin nadie más que supiera de artes marciales, mi madre me enseñó todo lo que sé. Yo fui perfeccionando lo demás.

Quedo asombrada y mis mejillas comienzan a arder.
Ahora mismo no entreno lo suficiente, pero mis técnicas las aprendí gracias a mi padre y a Kakarotto.
Siento el bochorno inundar mi cuerpo en tan solo recordar lo que Kakarotto y yo hacíamos cada que finalizábamos nuestro entrenamiento en la cámara de la nave de Bulma. Así engendramos a Gohan.

Lo Que Pudo SerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora